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Cuadras: pensé que se me había agotado el tiempo, pero aquí estoy otra vez como campeón

Por: Juan Manuel Vázquez / La Jornada

Ciudad de México, 3 de diciembre. Carlos Cuadras tardó siete años en volver a ser campeón del mundo. A sus 35 años, el sinaloense viajó 30 horas hasta Uzbekistán para enfrentar a otro mexicano, Pedro Guevara, con tal de disputar el título interino supermosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). A esa edad, la carrera de muchos boxeadores empieza a dar visos de que el retiro se acerca, pero este peleador no quiere terminar aún.

“Había pasado tanto tiempo desde que perdí el título contra Román Chocolatito González en 2016, que tuve dudas sobre si aún estaba en plenitud o el tiempo se me había agotado y era mejor pensar en el retiro”, cuenta Cuadras a un par de semanas de lograr el campeonato que ya alguna vez defendió y por el que ahora tuvo que hacer un viaje demasiado largo.

Desde que perdió el cetro en 2016, la carrera para volver fue compleja. Tuvo una recaída en el consumo de sustancias y se sometió a un proceso de rehabilitación del que salió con éxito. Poco después llegó la pandemia que paralizó al mundo y Cuadras apenas tuvo un par de peleas en todo ese tiempo.

Estaba impaciente, muy de-sesperado, como muchos, supon-go, pero supe resistir, porque en este oficio es importante saber esperar y no darse por vencido porque a veces las cosas tardan en llegar.

Cuando surgió la posibilidad de disputar el título interino en el marco de la convención anual del CMB en Tashkent, Uzbekistán, Cuadras aceptó de inmediato. El rival sería otro sinaloense, el mazatleco Guevara, quien también hacía años esperaba una oportunidad para volver a ser monarca del mundo.

Fue un periplo demasiado largo. Cuadras cuenta que suelen via-jar con un espacio de al menos 10 días para recuperarse y adaptarse a los cambios de horario. Esta vez tenían apenas cinco días.

Una escala de 10 horas en Estambul fue utilizada por el boxeador como una oportunidad para entrenar por calles desconocidas de la capital turca.

“Tenía que aprovechar cualquier chance para entrenar”, relata; “me alojé por unas horas en un aeropuerto a las afueras de Estambul y salí a correr por una avenida que vi adecuada. Mientras trotaba se escuchaban los llamados a la oración de la infinidad de mezquitas que había en la zona. Fue muy extraño, pero al mismo tiempo una gran experiencia. Me daba igual dónde estuviera, en mi mente sólo estaba la pelea.

Sólo pensaba en dar el peso. Alguien ajeno al boxeo no tiene idea que hay un gran sacrificio a la hora de viajar, porque no podemos comer cualquier cosa. Después de tantas horas a veces apenas probamos alimento. Luego el descanso es muy complicado, porque íbamos al revés con el horario, allá era de noche y acá de día, el otro lado del mundo, el cuerpo y la mente se descontrolan, pero esto se trata de sobreponerse a lo que venga, expone.

Cuadras no fue el único que supo ser fuerte. Guevara también salió con un hambre de triunfo que lo hizo levantarse dos veces de la lona en la arena Humo de Tashkent, con un público entregado a la pasión de dos boxeadores mexicanos.

Si Pedro no hubiera estado tan fuerte, lo habría noqueado. Pero incluso después de que lo tiré me metió un golpe al estómago que de verdad me dolió. Me dije: si voy a noquearlo, me voy a vaciar y me van a atacar entonces, como me pasó alguna vez. Así que administré mi boxeo para conseguir este nuevo campeonato, relata.

Cuadras hace nuevos cálculos. Ahora piensa en el título absoluto ante Juan Francisco Gallo Estrada, o Chocolatito. Total, en esa rueda de la fortuna que es el boxeo, aho-ra le toca estar en las alturas.

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