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Cultura

Con la genialidad de sus letras, Gabilondo Soler estimuló la imaginación de los niños

Por: Ana Mónica Rodríguez / La Jornada

A 90 años de la aparición de Cri-Cri el Grillito Cantor su impacto generacional continúa vigente y es referente de la cultura e identidad mexicana gracias al genio creativo y riqueza musical de «un hombre universal» como fue Francisco Gabilondo Soler.

Un sinfín de anécdotas y aventuras se atesoran sobre el legendario personaje; una de ellas, es cuando se escuchó el primer programa de radio de Cri-Cri, transmitido el 15 de octubre de 1934, a las 13:15 horas. Desde entonces se volvió inmortal la rúbrica: «¿quién es el que anda ahí?»

En esos días, no existía el personaje que actualmente se conoce, pues el Grillito Cantor surgió después por recomendación de Othón Vélez, gerente artístico de la XEW (creada por Emilio Azcárraga Vidaurreta), quien propuso a Gabilondo Soler que si en la emisión iban a programar canciones para niños éstas trataran sobre las aventuras de algún animalito.

Cri-Cri fue el alter ego del compositor mexicano, el cual se convirtió con el paso de los años en alma y piel de Gabilondo Soler, quien incluso festejaba su cumpleaños a la par del aniversario del Grillito Cantor, el 15 de octubre.

En 2024, el legado continúa vigente gracias a la difusión, preservación de la abundante obra y espíritu creativo que perdura del autor más prolífico para niños de habla hispana.

Jorge Saldaña, La voz de los sin voz, en 2007 aseguró: “Cri-Cri, que era un genio, encontró cómo criticar los defectos de la sociedad sin que en la XEW se dieran cuenta. Por ejemplo, señalaba a la mujer abandonada, al padre borracho o desentendido, a la mujer que tenía que contonearse para ir al mercado. ¿Por qué se contoneaba? Porque tenía que mantener a sus niños. Yo le planteo lo del contoneo al sicoanalista. Se tiene que contonear porque su pato es un haragán”.

En nueve décadas, el Grillito Cantor ha llevado al mundo de la fantasía a infinidad de personas que han transitado por un universo de canciones, bailes y personajes emblemáticos. Quién no ha cantado o bailado las historias o letras de Cri-Cri como en El ratón vaquero, Caminito de la escuela, La patita, El chorrito, Marcha de las letras, Di por qué, La muñeca fea y La olla y el comal.

También se recuerda que la visión de Gabilondo Soler fue más allá de la ficción y fantasía, pues «se vio forzado a establecer su propia administración como artista, debido al rechazo de la música para niños por editores de este arte en los años 30», se señala en el sitio web de la empresa Gabsol, dirigida por Tiburcio Gabilondo, que es actualmente editora musical, administradora, supervisora artística y desarrolladora de nuevos proyectos alrededor de la obra del Grillito Cantor, no sólo en lo que atañe a derechos musicales, literarios, gráficos, e imagen del compositor, si no lo relativo a la marca registrada Cri-Cri.

Francisco José Gabilondo Soler nació el 6 de octubre en Orizaba, Veracruz, en 1907, y partió de este mundo con rumbo a la inmortalidad el 14 de diciembre de 1990, mientras dormía en su casa de Texcoco, estado de México.

Apasionado de la astronomía

Su biografía refiere: «mostró gran interés por aprender y estudiar… pero no por ir a la escuela; como autodidacta, indagó en varias áreas del conocimiento, pero la que realmente lo apasionó fue la astronomía, que no pudo ejercer profesionalmente. También incursionó en boxeo, toreo, natación e, incluso estudió linotipia».

Sus primeros pasos en el piano fueron al lado de su abuela, «descubriendo los tesoros de ella en su ropero; de alguna manera la señora Emilia hizo el papel de su mamá y el hecho se resalta porque tiene dos temas dedicados a ella», afirmó el cantante y actor Mario Iván Martínez.

A los 19 años, Gabilondo se interesó más por la música y, decidido a aprender, solicitó que le permitieran practicar en la pianola de unos baños públicos. Fue excelente pianista.

Según la web de la Sociedad de Autores y Compositores de México, el músico comenzó tocando melodías de la época en bares y casas de citas, componiendo sus obras alrededor de 1930; entre ellas hay tangos, danzones y fox-trots, uno de los cuales, Montecarlo, fue grabado en Nueva York por una banda estadunidense. Otras de sus canciones fueron Dorotea, Vengan turistas, Timoleón y Su majestad el chisme.

Fue en 1934, cuando presentó una serie de temas para niños en la XEW e interpretó sus primeras canciones de fantasía: El chorrito, Bombón I y El ropero. «Fue un pequeño espacio de 15 minutos sin patrocinador, publicidad, con poca paga y a prueba. Sólo cantaba acompañado del piano y mucha imaginación. Así, continuó, sin aparente éxito, con su programa sin nombre ni personaje. Aunque algunos creían que su número sólo duraría algunas semanas, se mantuvo en la radio casi 27 años», se recuerda.

Ha quedado en la historia que iniciado ese programa de radio y luego con la ayuda de un violinista francés, pensó en un grillo, y por influencia de él, decidió llamarlo Cri-Cri, el Grillito Cantor.

Del músico veracruzano existen más de 228 composiciones, 121 de ellas grabadas, más de 500 personajes, alrededor de 3 mil 560 páginas de textos y cuentos. «Uno de los aspectos más interesantes de sus canciones es que, por ser un producto de la radio, fomentan enormemente la imaginación de aquellos que las escuchan», se señala en Gabsol.

El Grillito Cantor ha recibido innumerables homenajes; como redición de su catálogo, múltiples conciertos, infinidad de exposiciones, publicación de libros, audiolibros, espectáculos unipersonales, y obras de teatro. Sus canciones han llegado a las plataformas digitales.

Además, su obra ha sido interpretada por diversos grupos y cantantes, como Libertad Lamarque, Hugo Avendaño, Plácido Domingo, Emmanuel, Timbiriche, Xavier López Chabelo, Alejandra Guzmán, Eugenia León y Voz en Punto. La Orquesta Sinfónica Nacional ha interpretado y escenificado algunos temas emblemáticos y la Compañía Nacional de Danza tuvo el estreno mundial de una coreografía en 2007 por el centenario del natalicio del compositor.

La Fundación Francisco Gabilondo Soler subraya que en la obra del prolífico compositor destacan el uso de lenguaje, la crítica social, la creatividad basada en las experiencias de vida, el amor por los libros y la lectura, así como los viajes y la mente abierta, la capacidad de observación, el amor por México y su concepción de la niñez.

Al respecto, Gerardo Australia, autor del libro Francisco Gabilondo Soler: Su obra y sus pasiones, una herencia para México, plasmó: “estamos frente a un hombre mexicano, pero universal; auténtico, pero inquieto y pasional, que nunca se dejó atrapar por las politiquerías ni las ideologías institucionales, no quiso ser modelo de nada; detestó a los ‘niños adultos-chiquitos’, los ‘bienpeinados pedantes’, pero creyó en los ‘niños-niños’, en los ‘pisacharcos’ –como él los llamaba–, y compuso música para ellos recuperando el espíritu grandioso, pero a su vez casero de la cotidianidad de los mexicanos”.

Puntualiza: «a través de la genialidad de sus letras, llenas de verdad y de poesía, refuerza el valor de la palabra bien dicha. La diversidad y riqueza musical de géneros de todo el mundo, manifiesta un espíritu creador que sigue revelando a los mexicanos la belleza y universalidad de su propia cultura. Francisco Gabilondo Soler creyó en sus anhelos y los persiguió hasta el final».

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