Cultura

Aurelio Fernández presenta ‘Saavedra, un anarquismo’, libro apasionante como su protagonista

Por: Paula Carrizosa/La Jornada de Oriente

Las indagaciones sobre Abelardo Saavedra, un hombre que a sus 40 años se metió al activismo, que fundó escuelas y periódicos, que de paso fue boticario y parece que tuvo por oficio “ser preso político”, a la par de un recorrido histórico por España y Cuba, país de su exilio, constituyen el libro Saavedra, un anarquismo, del economista, investigador y director de esta casa editorial Aurelio Fernández Fuentes.

Presentado en la Ciudad de México, pero transmitido vía virtual llegando a sus descendientes y lectores próximos, el volumen gira en torno a Abelardo Saavedra Toro, un español que en las primeras tres/ cuatro décadas del siglo XX hizo del anarquismo su forma de vida y de lucha.

Editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), el libro no sólo gira en torno a Abelardo Saavedra como personaje central, sino que por sus más de 430 páginas salen a la luz la historia social, el anarquismo y la “apasionante pesquisa de su bisnieto” Aurelio Fernández, como definió Armando Bartra, uno de los presentadores del libro.

De manera amena, unidos lo mismo virtual que físicamente, Bartra, José Luis Gutiérrez Molina, Blanche Petrich y el autor comentaron este texto que está a la venta en los puntos del FCE y de manera online a través del sitio https://libros.buap.mx/

De inicio, Armando Bartra, sociólogo, periodista y catedrático de origen español asentado en México, consideró que este libro no es un solo libro sino varios, que no es lineal, sino que combina muchas voces: lo mismo de los movimientos sociales en Cuba y España, desde finales del siglo XIX hasta las primeras décadas del siglo XX.

“Es uno y muchos libros y no podía haberse escrito de otro modo porque el personaje es un hombre de acción que animó a muchos hombres y a sus publicaciones… También es muchos libros porque para su autor escribirlo no fue un proyecto académico, sino un paseo en sus raíces familiares”, señaló el también periodista.  

Comparó que, como Abelardo Saavedra, Aurelio Fernández es un hombre comprometido, un “antiautoritario reload, un libertario del tercer milenio”, por lo que este libro se convierte en algo apasionante como la vida de su protagonista.

Bartra destacó que “Garín”, como firmaba en sus textos, “El Dinamitero”, como le llamaban sus amigos, o ”El abuelo”, como le decían en los últimos años de su vida, fue muchas cosas en vida: zapatero, boticario, sastre, albañil, fotógrafo, periodista, director de publicaciones, ácrata, educador, líder social, un activista de acción social, de los que “ponen el cuerpo”, que “arriesgan el físico y se parten la madre”, como lo dejan ver las golpizas y su paso por la cárcel, y los 42 procesos judiciales abiertos en su contra.

Citando su propia producción editorial que abarca la figura de Felipe Carrillo Puerto, un político, periodista y caudillo revolucionario socialista mexicano, dijo que, a pesar de las diferencias, ambos “abrevaron en lecturas anarquistas, coincidían en sus condiciones libertarias, por ejemplo, la idea de la necesaria colectivización de la tierra, la importancia de la autogestión, la defensa del amor libre y los derechos de la mujer, la necesidad del control de la natalidad, la educación libre, el derecho de todos a la cultura y a los libros, el respeto a la naturaleza; eran tanto el uno como el otro ateos, comecuras, abstemios, amantes del teatro, tuvieron e hijas y un hijo”.

De paso, resaltó la pluma de Aurelio Fernández pues en su libro resultado de “un proceso de investigación espasmódico, con movimiento como los del mar, con olas, resacas, mareas”, se preocupa por el dato preciso, por la verdad histórica y por la verosimilitud del relato, porque lo que se cuenta sea vivo, es un asunto no historiográfico, sino literario.  

“De su bisabuelo cuenta lo que sabe de cierto, pero lo que no sabe de cierto, lo inventa dramáticamente. Yo también invento. Cuando algo no lo sabe, pero le parece importante, avisa que lo está inventando…, esas licencias no violentan la historia porque es siempre narración, y esta tiene su propia regla que es imaginar. Escribe bien empleando un estilo suelto, desfajado, anarquista, ácrata, que no solo no evita los coloquialismos, sino que las busca y las pone en castellano de España y México”, refirió Bartra.

Para José Luis Gutiérrez Molina, historiador que guio varias de las pesquisas de Aurelio Fernández, la presentación del libro significó el nacimiento oficial de este trabajo que comenzó como una búsqueda, una indagatoria de una persona muy cercana al propio autor.

Es, dijo conectado virtualmente, un libro que, ya puesto en las manos del lector va más allá de la biografía familiar para convertirse en el retrato de una época: del primer tercio del siglo XX y algunos años finales del siglo XX. En este tiempo, Saavedra es parte de un proceso revolucionario que “iba a cambar la historia y las vidas de millones de españoles en el periodo de 1936 a 1939”.

Por tanto, confió Gutiérrez Molina, Abelardo Saavedra es una expresión, un ejemplo de ese recorrido, no solo en España sino también en América, puesto que su importancia impacta para el anarquismo y el movimiento obrero mexicano. “Saavedra también es un ejemplo del anarquismo desde sus orígenes tardíos para la militancia. De una revolución que tanto había soñado no solo el, sino millones de españoles”.

Emocionada por dos razones: por presentar el libro de un gran amigo a quien considera un maestro, y porque el libro también la une con Delio Moreno Cantón, su bisabuelo que se cruza también con Felipe Carrillo, la periodista Blanche Petrich señaló que al leer el libro supo que más que para “un análisis sesudo, da para una crónica”.

“Hay elementos, detalles, que dan cuenta de un Aurelio desconocido para mí: el reportero, porque conocemos al periodista, editor, articulista, pero el que hace la talacha no lo conocíamos hasta ahora. Aquí se pone a rastrear la historia de Abelardo Saavedra que es simpático, maestro, alfabetizador, agitador y comunicador, además de preso político, su otro oficio. Lo que veo de Abelardo en Aurelio no es casualidad, son los genes, el legado, la inspiración, vayan a saber, pero esta la naturaleza del poblano”.

Señaló que, como testigo, pudo ver el periplo reporteril de Aurelio Fernández por Madrid, Sevilla, Cádiz, Villa Martín y Cuba, que frecuentó las hemerotecas, siguiendo los pasos del bisabuelo, en la fabrica de tabaco, en las salas donde los obreros formaban los puros. “Me consta que reporteó”, afirmó sonriente.

A Saavedra, lo definió como un personaje simpático y guasón, un ácrata alimentado por el aprendizaje, la comunicación y la participación social, que deja ver que el anarquismo no era una ideología marginal, sino ideas vivas, actuantes lo mismo en la política que en la educación, a través de ateneos, periódicos y escuelas, en las huelgas obreras en las que se arrojaban piedras y vino a sus atacantes, o en el campo empobrecido en donde los gañanes, labriegos, también protestaban.

La periodista de La Jornada destacó el exilio de Saavedra en Cuba que no tomó como tal sino como una manera de reforzar la causa y repetir las tareas que había emprendido en España y cómo este movimiento se encuentra con el de Martí. En suma, afirmó que Saavedra, un anarquismo es “una gran crónica, un gran reportaje, un trabajo de historiador y una obra académica” de Aurelio Fernández.

Para cerrar, visiblemente contento por participar en un acto presencial tras más de un año de contingencia -aún vigente- por el Covid-19, Aurelio Fernández dedicó el libro a los descendientes de Abelardo Saavedra: a su nieta Manuela Pascual Saavedra, a los bisnietos y tataranietos, y a “uno que otro chozno” colgado en las redes sociales del FCE.

Señaló que, en esta historia, se retrata la vida de Saavedra que fue como la vida de muchos otros: la de un hombre decidido a entrar al activismo a sus 40 años de edad, viudo y con cuatro hijos. “Qué locura le pasaba, qué pasaba por su temperamento, su cerebro y su pasión cuando decidió hacerlo. Qué le pasó a este viejo, cómo se hizo anarquista y por qué llamó a los compañeros a hacer escuelas, periódicos como La voz del terruño, a meterse a las huelgas, ir a las gañanerías a leer en círculos”, reflexionó.

Para él, concluyó sonriente, valió la pena indagar en la vida de su bisabuelo Saavedra, pues si él y sus contemporáneos y ahora los jóvenes intentan un anarquismo, los viejos de aquellos tiempos “lo hicieron más”.

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