Activista advierte riesgos para la comunidad trans en México
Ciudad de México, 17 de septiembre.- “Ser una mujer trans en México representa un riesgo, porque el país ocupa el segundo lugar en asesinatos hacia la comunidad LGBT+, y de estos, 87 por ciento van dirigidos hacia los miembros de este sector que ejerce el trabajo sexual”, señaló en entrevista con La Jornada la activista Kenya Cuevas Fuentes.
De acuerdo con datos de la organización no gubernamental Transgender Europe, desde 2008 a 2014, en la República Mexicana se reportaron 649 atentados contra personas trans; mientras que en 2022, la organización civil Letra S registró 48 transfeminicidios.
La defensora de los derechos humanos se describió a sí misma como una mujer activista, tenaz, guerrera y sobreviviente de un sistema por el que todavía se viven discriminaciones y violaciones a los derechos humanos. Además, dirige la asociación civil Casa de las Muñecas Tiresias así como los albergues Tiresias, en los cuales se da tención integral a personas trans en México.
Discriminación
A los nueve años de edad Cuevas Fuentes fue testigo de la discriminación que se vive por ser diferente, debido a ello “salí expulsada por la violencia de mi primer centro de apoyo, que era mi propia familia”. Más tarde haría su transición de manera inmediata al conocer a una trabajadora sexual que la llevó a laborar en las calles.
Fue en ese mismo lugar en el que tuvo contacto directo con las drogas. Explicó que una de las primera demandas que tuvo por parte de sus clientes fue que debía consumir sustancias psicoadictivas. “A una corta edad, con distintas vulnerabilidades, desigualdades y abandono, fui presa fácil, y me llevó a vivir en la calle durante 20 años”. Además, “por no tener una conciencia del contacto sexual”, y la falta de información, fue diagnosticada con VIH a los 13 años.
Detención
A los 28 fue detenida por las autoridades por su consumo y sentenciada a 24 años en prisión. Tras defenderse legalmente por su propia cuenta, y “sin acompañamiento”, logró salir absuelta del delito luego de una década y 8 meses de encierro. Sin embargo, durante su estadía en prisión comenzó a nacer en ella un espíritu que la motivó a defender los derechos de la población que vivían con VIH en las cárceles, pues menciona que “durante años, creo que más de una década, fuimos utilizadas como conejillos de indias para farmacéuticas que estaban asesinando prácticamente a las personas”.
En 2010, ya en libertad, decidió emprender un proyecto de prevención del VIH, con el objetivo de disminuir la pandemia del virus dentro del trabajo sexual en la Ciudad de México. Seis años después de desempeñar esa labor, “me tocó presenciar el transfeminicidio de Paola Buenrostro, que era mi mejor compañera ahí en el trabajo sexual”.
Un antes y un después
Tras la detención del asesino, “desgraciadamente por la corrupción, la discriminación y la criminalización que ejercieron sobre las poblaciones vulnerables en las que nos encontrábamos, éste quedó en libertad”, puntualizó Kenya Cuevas.
-¿Hay una Kenya Cuevas antes y después del transfeminicio de Paola Buenrostro?
-Sí, totalmente, una Kenya completamente distinta. Muchas veces me ha costado reconocerla, porque yo era muy introvertida, era una mujer que buscaba mi tranquilidad todos los días a pesar de mis desigualdades y de mi pobreza, pero decidí cambiar mi vida a un mejor panorama. Esto me cambió rotundamente, me he tenido que preparar y profesionalizar para poder combatir, por medio de la educación y no de la confrontación, a un sistema que ha dicho y ha descartado una posibilidad de vivir en esta sociedad.
A partir del asesinato de su amiga, Cuevas Fuentes tomó la batuta para emprender una lucha de visibilidad y reconocimiento al caso, “desde entonces he vivido una serie de situaciones como amenazas y atentados”, detalló la activista. Sin embargo, el 19 de junio de 2019, la Comisión de Derechos Humanos del entonces Distrito Federal (CDHDF) emitió la Recomendación 02/2019, misma que sería la primera en reconocer un transfeminicidio.
La CDHDF informó ese mismo día que se “emitió la Recomendación 02/2019 a la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ) por la falta de debida diligencia y de aplicación de la perspectiva de género y enfoque diferenciado en la investigación del transfeminicidio de Paola Buenrostro”.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, una recomendación sirve como instrumento para garantizar que se proporcione a “la víctima de violaciones a Derechos Humanos una reparación del daño sufrido e impedir la repetición de futuras violaciones”.
La Recomendación 02/2019 aborda seis puntos “entre los que destacan: generar un plan integral individual de reparación para Kenya; un acto público de disculpa y reconocimiento de responsabilidad; que la Procuraduría General de Justicia capitalina publique en su página de internet el texto de la Recomendación acompañado del compromiso expreso de garantizar la no repetición de los hechos” se lee en el boletín de la CDHDF.
Desde entonces, se “ha cumplido un cambio” en la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, pues “se está armando un protocolo integral para personas trans y se están reconociendo las identidades y a las familias elegidas”, enfatizó Cuevas Fuentes.
En camino hacia el activismo
Kenya Cuevas dijo que mientras luchaba por el esclarecimiento del caso de Paola Buenrostro, decidió abrir la Casa de las Muñecas Tiresias, para dar respuesta a las mujeres trans “que vivían actos de discriminación y violaciones a sus derechos humanos, que desgraciadamente nos colocan históricamente en una expectativa de vida de 35 a 40 años”.
Añadió que con su trabajo han construido un panorama de visibilidad en México que incluye la capacitación a servidores públicos, y sobre todo una campaña de información y empoderamiento a mujeres trans para que puedan defender dignamente sus derechos.
A pesar del trabajo de la defensora de derechos humanos, y pese a la ignorancia que gira alrededor del tema, de acuerdo con la activista, las autoridades desconocen la importancia de visibilizar los transfeminicidios, por lo que “los casos se documentan todavía como homicidios”.
Con la prevalencia y alza de los transfeminicios, la falta de educación, conciencia y empatía, “merecemos que nuestras historias se cuenten, que nuestro cuerpos se cuiden después de muertos, porque la muerte digna es un derecho. Muchas veces después de muertas y de ser asesinadas se nos sigue violentando con un reconocimiento de identidad que no nos corresponde. No nada más es que no reconozcan la identidad de género, sino que no reconocen nuestras vidas, nuestras identidades, nuestras luchas, nuestro sufrimiento, las desigualdades y, por supuesto, la falta de atención de las autoridades”, agregó.
Ser trans en México
De acuerdo con Kenya Cuevas, el panorama de visibilidad hacia la comunidad LGBT+ sí ha cambiado al día de hoy desde 2016 que inició su carrera como activista. No obstante, explicó que la población trans aún viven bajo señalamientos y críticas debido a que personas como ella, que “tienen expresiones distintas como el no binario, el drag queen, el trans, el trasvesti, el transgénero”, son más visibles que el resto de la comunidad.
“Debemos entender que en este planeta todos tenemos derecho de respirar, de transitar tal y como queremos expresarnos. Eso no debería importar o incomodar a nadie, a final de cuentas quien va a hacer una transición es solo una persona, no voy a ir a decirle a otra: ‘Oye, hazte una transición’. Estos son procesos individuales que solo afectan a la persona que los está llevando, y no a quienes solo observan y son ajenos a esta situación”, precisó.
Kenya Cuevas, activista por los derechos humanos, insistió en la importancia de concebir a las personas trans como sujetos de derechos, “ya que como personas diversas también tenemos los mismos derechos humanos que indica la Constitución Política Mexicana, ya que todas, todos y todes, no importa el género, pagamos impuestos en este país”. La activista concluyó que la violencia que afecta a este sector población ha sido provocado por la misma sociedad.