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Furia de argentinos ante las privatizaciones de Milei

Por: Stella Calloni / La Jornada

Buenos Aires, 21 de diciembre.- El gran desafío que enfrentaron los manifestantes de la marcha que se realiza pacíficamente desde hace 22 años para recordar a las víctimas de la represión del estallido social del 20 de diciembre de 2001, cumplió su objetivo: a pesar del más grande operativo –de cuatro fuerzas de seguridad– que se haya visto en esta capital, con momentos en los que estuvo a punto de estallar la situación ante la agresividad policial del gobierno de Milei, que incluso golpeó a la prensa y lanzó gas lacrimógeno, no se logró intimidar a nadie.

Los manifestantes con los dirigentes del Partido Obrero, diputados y otros que conforman un Frente de Izquierda trostkista, además organizaciones sociales y algunos sindicales a la cabeza, llegaron por distintos medios al lugar del encuentro cambiado a último momento.

Surgieron las nuevas estrategias de esta marcha, que no era de las comunes piqueteras, donde además se reclamó por el brutal ajuste decidido por decreto por el gobierno del presidente ultraliberal Javier Milei.

Si algo faltara era la presencia del mandatario en el departamento central de la Policía Federal, junto a su hermana Karina y las ministras de Seguridad y Capital Humano, Patricia Bullrich y Sandra Bittobello, respectivamente, acompañados por asesores de inteligencia, donde se mantuvo más de una hora vigilando el operativo.

Bullrich consideró un triunfo la presencia policial, parte del protocolo que presentó hace una semana, y que ha sido denunciado ante la Organización de Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo por solicitud de todas las centrales sindicales.

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Lo que bloqueó las calles fue la excesiva movilización de las fuerzas de seguridad, ya que los manifestantes se subieron a las banquetas, ocupando decenas de cuadras para seguir andando y, luego en medio de un avance rápido, se hizo por una avenida que los llevó hasta Plaza de Mayo y calles adyacentes.

La periodista Diana Deglaui, del Canal C5N, fue golpeada por la policía. «Había necesidad de las fuerzas de seguridad de demostrar la agresión, y una vez lanzaron gas lacrimógeno. No tiene justificación la agresión a la prensa. Estábamos trabajando y nos empujaban. Dispararon gases al aire», relató al destacar que fue la propia policía la que bloqueó las calles.

El periodista Gustavo Silvestre, del programa Minuto Uno, advirtió anoche, que todo había sido un montaje, y y aseveró que Bullrich mintió al sostener que fue «una operación exitosa», aunque violó todas la leyes y normas constitucionales, requisando los microbuses, uno de los cuales fue decomisado sin ninguna razón.

Las dos columnas principales de la marcha se desplegaron desde Diagonal Sur y avenida Belgrano, y desde Florida y Diagonal Norte para confluir en Plaza de Mayo, según lo dispuesto por el Ministerio de Seguridad de la Ciudad e informado por los organizadores de la movilización.

«Lo que se está jugando es nuestro derecho a la protesta», sostuvo la diputada de izquierda y ex candidata presidencial Myriam Bregman. Y añadió que las medidas anunciadas por el presidente son impopulares «porque atacan el bolsillo de la clase trabajadora».

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Hubo falta de coordinación y se pudo ver con la presencia del secretario de Seguridad y jefe de la policía de la ciudad, Diego Kravetz (un civil), quien llegó hasta un lugar donde había bloqueos y escuchó a los dirigentes. Eso, mientras la policía federal intentaba amedrentar a los manifestantes. «Está desordenado, ahora vamos a ordenar todo, en breve», dijo también a la agencia de noticias Télam.

Muchos siguieron la marcha por la televisión, y había emocionados vecinos ante el hecho de que los manifestantes y sus líderes, que cantaban sus consignas, no cedieron ante la impresionante presencia de fuerzas de seguridad, como si se estuviera en una situación de guerra.

Llegaron a la Plaza, hicieron su acto y luego se desoncentraron como lo hicieron desde hace 22 años. «Los derrotamos moral y políticamente», fue una de las frases finales. Cabe mencionar que ni la extorsión ni el miedo pudieron vencer su objetivo central, que era rendir homenaje a las víctimas y al valor del pueblo que en aquel 20 de diciembre salió con cacerolas a las calles, lo que terminó con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa.

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