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Baja California

“Ya no tenemos vida, ya no tenemos paz”; su bebé murió en el IMSS

Por: Dianeth Pérez Arreola/ La Jornada Baja California

Mexicali, 15 de febrero.- El día 21 de este mes se realizará una protesta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para pedir justicia por la muerte de Keren Vallejo en las instalaciones de la institución, pero también por los casos de negligencia médicas que no salieron a la luz. Esta sería una de ellas.

María José nació el 17 de noviembre del 2020 tras 37 semanas de gestación en la Clínica 31 del IMSS en Mexicali. Ese día, a Karina Mendoza Rosas, madre de la pequeña le practicaron una cesárea. Sufrió hemorragias que le controlaron tras cuatro horas de cirugía.

Karina cuenta su historia en el área del comedor de un supermercado. No quiere hacerlo en su casa porque ahí están sus hijos y no quiere que la vean llorar, explica.

“Se llevan a mi hija cuando nace, traían a la niña de un lado al otro, no sabían qué hacer, eran puros practicantes; no me la enseñan, estaban nerviosos y ellos no me decían nada porque yo estaba grave. La anestesióloga me dijo que me iba a dormir porque tenía pegada la placenta y al final me quitaron la matriz”.

El doctor le dijo que era un milagro que haya sobrevivido a esa cirugía, porque no cualquiera vive después de una cuarta cesárea y teniendo placenta accreta, que es cuando esta se adhiere fuertemente a las paredes uterinas.

De la bebé no dijeron nada

“Entraron varios especialistas a verme. La jefa de ginecología, Gabriela se llama la doctora, le dice a mi esposo que estaba yo muy grave, que me habían quitado el útero, pero nunca dicen nada de la bebé. La tenían en cuneros patológicos porque cuando nació batalló para respirar, nació con una cardiopatía”, recuerda.

Por fin le dan informes sobre la niña. Dicen que el vientre se le estaba inflamando. Cuatro días después la llaman por la noche para decirle que el doctor Héctor Manuel Fernández Yáñez necesitaba hablar urgentemente con ella.

“Me pide ir urgentemente. Vamos yo y mi esposo. Me dice que no sabe qué pasa con la niña, que no ha evacuado y que necesita una cirugía para revisarle los intestinos. Firmamos lo que nos pidió. Le sacaron los intestinos, le pusieron una estoma, pero no me da un diagnóstico”.

Primer diagnóstico

Después el médico le dice que María José tiene enterocolitis necrosante, que es la muerte del tejido intestinal generalmente en bebés prematuros o enfermos. Le entregan a su hija después de 21 días, con la estoma y los intestinos de fuera, lo cual es el tratamiento correcto al no poder evacuar.  

Ella busca la opinión de especialistas vía internet. Una de esas doctoras le dice que lo que tiene su hija se llama la enfermedad de Hirschsprung, que es un trastorno que afecta el intestino grueso y causa problemas para poder evacuar.

El diagnóstico se debe realizar mediante colon por enema y biopsia rectal. El tratamiento es quirúrgico. La incidencia de esta enfermedad es de uno en cada 5 mil recién nacidos. Con un diagnóstico adecuado y oportuno, y la operación necesaria para corregir esta condición, la tasa de mortalidad es de apenas el 1 por ciento.

“La doctora que consulté me dice que no deje que cierren a la niña, porque si no le daría peritonitis. Tengo todas las conversaciones con ella, tengo la biopsia”, dice.

Pasan un par de meses y Karina sigue investigando sobre la extraña enfermedad de María José, Busca doctores en Mexicali que quisieran hacerle una biopsia a la niña y nadie quiso hacerlo. No hay especialistas en la ciudad en esa enfermedad.

“El doctor Fernández Yáñez me pide volver a operarla y yo hablo con él y le digo que de acuerdo con lo que he investigado mi hija tiene la enfermedad de Hirschsprung, y que en ese caso sería peligroso cerrarla. Me contesta el doctor, déspota, enojado, que yo no sé más que él. Que él sabe que mi hija no cumple con la sintomatología para tener esa enfermedad, que no es la primera mamá que le dice diagnósticos y reclama que esté consultando a otros médicos”.

Otro doctor del IMSS le comenta el caso de María José a Fernández Yáñez, quien se enoja y le dice al esposo de Karina que no tiene por qué enviarles fotos a los demás cirujanos, que eso no le gusta. El doctor se molesta con Karina.

Otra doctora le dice que no deje que cierren a la niña porque no le habían hecho los estudios pertinentes, y de hacerlo su condición se agravaría, pues es contraproducente en niños con la Enfermedad de Hirschsprung.

Mi hija estuviera viva

“Yo lo que quería era que el doctor le hiciera una biopsia, no que le cerrara la abertura por donde ella drenaba el intestino. Pero como me dijo que yo no sabía más que él, cedemos y la cierra para quitarle la estoma. El doctor Fernández Yáñez debió hablarle a la doctora Maciel, que era la cardióloga de los bebés. Se suponía que no podía ser operada sin su autorización, ella nunca se enteró”, señala.

A la niña le regresan los intestinos al abdomen y le colocan un drenaje Penrose, que es un instrumento que se pone en una herida para drenar fluidos. La pequeña empieza a drenar excremento. Para agravar las cosas, un practicante en una curación le arranca el drenaje. Nunca le quisieron dar su nombre.

“A los días que mi hija empeora. La vuelve a operar el doctor de emergencia para volver a sacarle los intestinos, pero no se los limpia. Me dice nervioso que ahora sí sospecha que tiene la enfermedad de Hirschsprung. Me dice ‘si su hija logra sobrevivir, después vemos lo del cierre’, pero él sabía que mi hija ya no iba a vivir. Si no la hubiera cerrado, mi hija estuviera viva”, dice Karina sin poder evitar las lágrimas.

La niña muere por una sepsis el 10 de marzo de 2021, aunque en el acta de defunción dice que fue por paro cardio-respiratorio.

Se echan la bolita entre ellos

Después de fallecida, finalmente le hacen una biopsia a María José. Cuando Karina va a pedirla, le dicen que no está y que nunca se hizo. “Yo sabía que había algo raro. Un conocido me ayuda a llegar con el patólogo, quien me confirma que mi hija tenía la enfermedad de Hirschsprung y que solo la tenía en el recto” (la condición más fácil de corregir con una operación).

“Lo que me enoja es que el doctor no sabía los protocolos, no sabía qué era la enfermedad, no le hizo la biopsia a tiempo y al tumbarle el drenaje, la niña se agravó más. Los doctores se echaban la bolita entre ellos. Se lavaron las manos”.

“Nosotros no pensamos en hacerle la autopsia. Nos sentíamos tan mal que no sabíamos ni qué hacer. Su tumba es como una casa de muñecas, mi esposo se la construyó”, cuenta Karina mientras me enseña una fotografía.

En la imagen se observa la casita decorada con un arco de globos, una piñata de Pepa Pig y un pastel rosa. Karina platica que le hicieron una fiesta cuando hubiera celebrado su primer año de vida.

No queremos que el doctor siga operando más niños

“Una licenciada me dijo que hablara a derechos humanos, pero me mandaban a Tijuana. Yo ya tenía muchas faltas en mi trabajo, y no tenía recursos para estar yendo. Estamos muy mal emocionalmente, pero ahora que miré el caso de Keren estamos pensando interponer una demanda. No queremos dinero, no nos interesa. Lo que queremos es que ese doctor no siga operando más niños”, remarca.

Karina tiene un hijo de 18 años y dos niñas de 13 y 11. Cuenta que estuvo yendo a terapia al DIF, al igual que su hija pequeña porque dejó de comer y se empezó a hacer rebelde. Cuando murió su hermanita no pudo llorar, todo lo guardó dentro. Hasta ahora está asimilando lo que pasó.

Otro nacimiento, otra negligencia

Al preguntarle a Karina si sus otros embarazos trascurrieron sin ningún problema, recuerda que al final de su tercer embarazo la dejaron con la fuente rota un mes, también en la Clínica 31 del IMSS.

Cuando nace finalmente, ambas tenían una infección que las dejó muy graves. “Mi hija nace a las 29 semanas, y ya les había informado que desechaba líquido y no me hicieron caso. Por fin se dieron cuenta de lo grave de mi caso y me mandan al quirófano de urgencia. Mi hija pesó 1 kilo 250 gramos y fue un milagro que viviera. Duró tres meses y medio en el hospital”, narra.

Así como hay cosas malas, hay cosas buenas, dice. Por fin una doctora le receta a su hija una leche que sí le cae bien y empieza a mejorar. “Gracias a ella mi hija está viva. También recuerdo a una enfermera que cuidaba a los bebés como si fueran suyos. Cuando María José nace y dura 21 días internada, ella la cuidó. Tenía una semana esa misma enfermera en Cuidados Intensivos cuando le toca tratar de revivir a mi hija. También estaba destrozada”.

Al preguntarle a Karina sobre si realizó alguna denuncia, cuenta que metió tras la muerte de su hija un escrito de queja en el buzón de sugerencias del IMSS, pues le dijeron que eso llegaba directamente a la delegación del Seguro Social, pero ya no supo si le dieron seguimiento.

“Queríamos una explicación, ya no tenemos vida; la vida de nosotros se acabó. Ya no tenemos paz. Cada que se enferma uno de mis hijos me pongo muy mal. No me imagino volver a esa clínica donde se que ha habido muchas negligencias, pero volveré el día 21 para pedir justicia en el caso de Keren y por todas las negligencias médicas, a donde estoy considerando llevar fotos de María José”, concluye.

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