Más de 9 mmdp, el costo de reconstruir las plantas tratadoras de aguas residuales en Tijuana
Tijuana, 22 de septiembre. – 9 mil millones de pesos serán destinados en un periodo de 5 años para restaurar el sistema de tratamiento de aguas de Tijuana, en muchos casos, como es el de la planta de San Antonio de Los Buenos, se espera que las instalaciones tengan que ser modificadas casi desde 0, aun cuando la ciudad no tiene en dónde utilizar los miles de litros de aguas moradas que se tendrán una vez que los proyectos finalicen en 2027.
“La planta de San Antonio de los Buenos no trabaja en condiciones óptimas. El tratamiento que da al agua no es el adecuado, tiene prácticamente más de 9 años no operando como debería”, reconoció Víctor Daniel Amador Barragán, director de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT).
Dicha planta debería procesar correctamente hasta 800 litros por segundo, pero no es así y el líquido se suelta al mar por la playa de Punta Bandera, convirtiéndose en el más grande desagüe de la ciudad que sale al mar.
A seis kilómetros del lugar se encuentra “Playa Blanca”, en el pasado una de las zonas de playa más demandadas para construir casas de descanso -pegada a Baja Malibú-, para muchos hoy debería llamarse “agua negra”. En lo que va de 2023, en febrero, abril y mayo fue enlistada como la playa más contaminada del país. Un reporte del PFEA informó que en febrero alcanzó los 10 mil 462 enterococos por cada 100 mililitros de agua, mientras que en los otros meses bajo a los 4 mil 950 enterococos por cada 100 mililitros, más de 200 veces lo permitido para que las personas puedan entrar en esas aguas sin sufrir daños.
Precisamente una mañana de marzo, en un grupo de Facebook de vecinos de Playas de Tijuana -donde entre muchas otras cosas se dan anuncios en materia de seguridad o ventas- se publicó la imagen de un barco pesquero que se movía a escasos kilómetros del desagüe de Punta Bandera y varias exclamaciones: ¿Alguien está pescando aquí? ¡Quién comería ese pescado! Medios de comunicación recuperaron la historia, hubo un breve revuelo en redes sociales, ninguna autoridad se posicionó al respecto.
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El barco pesquero siguió apareciendo los meses subsecuentes. ¿Ya le hablaron a la Marina? ¿A la PROFEPA?, insistían algunos vecinos. “Ninguno de sus números funciona”, respondió la administradora del grupo. Cuestionados sobre el tema, los gobiernos municipal y estatal se concretaron a responder que no les compete el tema de quién pesca en las costas de Baja California.
El titular de SEPROA, Armando Samaniego, informó que la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT) ha pagado en los últimos 10 años alrededor de 40 millones de pesos anuales a la CONAGUA como multa por soltar las aguas contaminadas de sus plantas de tratamiento que no funcionan correctamente.
México y Estados Unidos comparten una planta de tratamiento de aguas negras: PITAR (Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales Tijuana-San Diego), y según el acuerdo debería procesar 1,100 litros por segundo, “unos 25 millones de galones, pero realmente está recibiendo mucho más… llega a trabajar hasta con 45 millones de galones, procedentes de México”, detalló el representante de la sección mexicana de CILA.
En mayo pasado, el gobierno de Baja California firmó con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos -como parte del “Bono Verde” o préstamo a pagar en 30 años que le otorgó el Banco de Desarrollo de América del Norte- un paquete de “acciones a certificar” donde se comprometieron a invertir 500 millones de dólares para sanear los 3 mil 700 litros por segundo de aguas negras que el municipio de Tijuana vierte al Océano Pacífico.
México aportará 200 millones y 300 restantes el vecino del norte. En esa ocasión, el cónsul general de Estados Unidos en Tijuana, Thomas Reott, informó que reciben 25 millones de galones diarios de aguas residuales, lo que significa el 70 por ciento de lo que produce Tijuana. Y es que, por una parte, las corrientes marinas que empujan agua al norte no ayudan, pero el gran desagüe en que se ha convertido el río Tijuana, tiene su estuario en San Diego.
La inversión incluye la ampliación de la Planta Internacional de Tratamiento de Aguas Residuales (Pitar) que se ubica en Imperial Beach; para que procese 2 mil 200 litros por segundo y estaría lista en 2026; y según las estimaciones de la CESPT, la planta de San Antonio de los Buenos tendrá que reconstruirse con un costo de 660 millones de pesos, y deberá licitarse antes de que termine el año.
Las obras para mitigar la contaminación, y la modernización de las plantas de bombeo, Matadero, Laureles1 y Laureles2, la revisión de colectores y tuberías para llevar las aguas negras de la ciudad a las plantas, y evitar así que corran por el río y los cañones, no estarán terminadas antes de 2028 de acuerdo con el programa de trabajo de la CESPT.
“Si de algo le sirve el punto de comparación, cuando yo entré a CILA hace 37 años, estábamos en una situación muy semejante a la de ahora, y se hizo un proyecto integral de agua potable y alcantarillado… duró aproximadamente 30 años con relativa normalidad, siempre hay problemas puntuales, pero a gran escala como ahora sucede cada 30 años, está inversión que plantean los dos gobiernos, la rehabilitación será para una vida útil de 25 años”, señaló Roberto Espinoza.
¿Y qué se hará con el agua procesada? – en una ciudad que no tiene agua, le llega desde el Río Colorado, a través de un acueducto de 200 kilómetros y un costosísimo sistema de bombeo porque atraviesa La Rumorosa-. La tirará al mar, sólo que ahora más limpia porque Baja California no tiene como almacenarla una vez tratada. “Primero la vamos a limpiar y después vemos cómo la rehusamos”, dijo el titular de la CESPT.
Contaminada o no, la playa de Tijuana es el único espacio recreativo para algunos
Los fines de semana, familias de la zona este de la ciudad -concentra las colonias populares- atraviesan la vieja Tijuana para llegar a las playas. Del viejo coche “chocolate” bajan las hieleras, las sillas plegables y hasta la sombrilla. Los residentes de Playas -como todos dicen al fraccionamiento de la ciudad que está pegado a la costa- están acostumbrados a una rutina que los lleva a pasar sus días cerca del mar, pasean perros, corren o andan en bicicleta por la zona.
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Los desplazados de otros estados del país también llegan hasta la playa. “Es muy raro, pero cuando vengo a ver el mar me siento cerca de mi casa”, dice una mujer de Michoacán que abandonó todo, huyendo de la violencia. Sin distinción, aun cuando algunos letreros los alertan sobre la contaminación, muchos se siguen reuniendo sobre la arena.
“Nosotros hicimos campaña, (colocamos) anuncios ahí mismo en la playa, en medios de comunicación y yo no puedo coaccionar a la gente a que no se meta a la playa, en este momento con los elementos que tengo, con los incendios, con los derrumbes … mi personal es muy poco para estar coaccionando a cada ciudadano a no entrar a la playa”, señaló la alcaldesa cuando en plena Semana Santa pasada miles de personas se bañaban en las aguas contaminadas.
“Si quisiéramos que se hiciera un cierre más enérgico cada vez qué hay altos niveles de contaminación; un cierre más definitivo como el que se hace en Ensenada, se instaló una malla y se pusieron letreros y había policía patrullando” expresó Margarita Díaz.
La imagen de un mar dividido -si es que eso es posible- por barrotes de metal es quizá la más impactante de la ciudad. Cientos de personas se congregan ahí, cerca del pequeño faro, a veces sólo para ver el día pasar. Dos hombres se sientan a escasos metros del muro fronterizo (versión acuática) y acomodan una rosa en la arena. Son camioneros que vinieron a Baja California para traer el escenario de un festival de música.
La flor es el recuerdo de un camarada muerto en un accidente meses atrás. La playa de Tijuana “es como un hogar lejos del hogar” dice el que acomoda la rosa.
- Este trabajo contó con el apoyo de la Red de Periodismo del Mar (Repemar), impulsada por Causa Natura Media.