Juan Carlos es el nuevo rostro de los Hank
Tijuana. No se puede decir que sea un hombre que pase desapercibido porque su metro 93 centímetros de estatura lo delata siempre, pero su personalidad introvertida lo mantuvo –hasta hoy– fuera del ojo público. Nunca se le vio en las revistas del corazón con reseñas de casas, bodas o viajes, y solo ahora, cuando ha decidido entrar de lleno a la política, abrió sus redes sociales.
Juan Carlos Hank Krauss es (la) otra cara de los Hank. Las alusiones, porque su padre es un político y empresario controvertido, son inevitables, y ahora que aceptó ser el candidato del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) al Senado de la República, da entrevistas, comenta sus hobbies, negocios y outfit, quiere que lo conozcan, pero… como Hank Krauss, acota.
¿Por qué ser candidato a senador?
Le debo mucho a Baja California. Nací en una familia que tuvo posibilidades de mandar a sus hijos a estudiar al extranjero, visité muchas ciudades, también de México. Estando en Guadalajara me preguntaba por qué Tijuana no tenía metro, carril de bicicletas, un transporte público que permita ir a la universidad o al trabajo sin tener que esperar una hora en la fila… ¿Por qué Baja California no se encuentra en las condiciones que se merece? ¿Por qué Tijuana no tiene un buen sistema de transporte; Mexicali, energía eléctrica suficiente? ¿Por qué tanta falta de agua en Ensenada… miles de baches por todo el estado? ¿El por qué?
¿Por qué?
–Por eso la curiosidad. Por eso decidí entrar al servicio público, para entender si es un asunto estructural, de organización, de liderazgo político o de participación ciudadana, de qué depende que una ciudad o estado funcione bien o no, y creo por lo que he visto que es un problema de falta de voluntad y capacidad de ejecución del sistema político. Porque tenemos todo para hacerlo. También es cierto que Tijuana crece de manera desenfrenada y cuesta planear el desarrollo… pero ahorita hay ciudades que planean qué hacer durante los próximos 14 años y cómo estarán dentro de 20 o 30. Creo que aquí tenemos un problema de falta de visión.
Hay problemas con la movilidad, las carreteras, las aduanas… en todo el estado. Hay que ver cómo podemos interconectar mejor el estado. Pensamos en San Quintín como algo muy lejano a Tijuana porque son muchas horas de carretera en una vía de doble carril. Si quieres regresar de California por la garita de Tecate, nunca sabes si la vas a encontrar abierta; hay días que abren muy temprano y en la tarde ya está cerrada… Es necesario que quienes representen a Baja California en el centro del país lleven esa representación también a California.
¿Una especie de gestor también?
–Hay gestiones con la Federación que podrían ayudar a nuestras ciudades. Por ejemplo, el canal de Conagua en Tijuana: ya se hicieron estudios donde los taludes sí soportarían la carga de vehículos ligeros; entonces se podría generar un acceso desde la Macroplaza que bajara donde está la desviación a Playas. ¿Para qué?, para librar la vía rápida, que muchos días es un gigantesco estacionamiento que impacta todo el tráfico del centro de la ciudad.
¿Cuál sería tu misión más importante, de llegar al Senado?
–Por supuesto, legislar, pero también hay muchos temas a resolver y gestionar en el estado: Baja California tiene la particularidad de no estar interconectada al sistema eléctrico nacional, y tampoco tiene manera de que le llegue agua o gas del resto del país. Así que, cuando California, Nevada o Arizona se empiezan a quedar sin agua –esta región de Estados Unidos y México depende del agua del Río Colorado–, nos cierran la llave a nosotros. Se necesita resignificar la frontera como un territorio simbiótico y con un potencial extraordinario.
Una de las cosas que necesitamos resolver es la de los recursos, porque queremos atraer inversión extranjera y crecer con la inversión local, pero, si no hay energía eléctrica o agua, no tienes con qué alimentar el crecimiento de la ciudad, las escuelas, los hoteles, las naves industriales. Estamos topando la capacidad que tenemos de recursos para poder sobrevivir en el estado.
Necesitamos plantas tratadoras de agua, granjas solares para La Rumorosa o Mexicali, que abastezcan de energía: en plena Semana Santa no pudimos ir con nuestros hijos al mar. Por lo menos cinco de nuestras playas son las más contaminadas del país; hay un riesgo de salud para todos. ¿Por qué? Porque las plantas de tratamiento de agua estuvieron sin mantenimiento y no sirven. Hay que resolver ese problema, hay que proteger nuestros recursos naturales y planear su uso.
Hay que desarrollar proyectos sustentables de generación de energía eléctrica limpia eólica y solar, que se quede en el estado –los aerogeneradores de La Rumorosa son para vender energía a California-; estudiar qué es mejor: conectarnos al sistema nacional de energía o generar la propia; pensar en la seguridad hídrica y energética, tomar estrategias legislativas, pero también analizar lo que se hace en el plano internacional.
Heredero de la dinastía, con estrategia propia
Nieto del profesor Carlos Hank González, referencia histórica en el Estado de México y en su momento cabeza del grupo político Atlacomulco, uno de los más emblemáticos del viejo PRI. Hijo del empresario Jorge Hank, dueño de Xolos de Tijuana y del grupo Caliente, dos veces candidato a la gubernatura de Baja California y ex alcalde de Tijuana.
La pregunta obligada es si es o quiere ser el heredero político de la dinastía Hank.
Juan Carlos se queda pensando. Sumar en positivo al legado de mi abuelo y a la política social de mi padre pero siempre con una estrategia propia. Por lo pronto, hoy soy el candidato a senador del partido Verde y “el tiempo dirá”.
–¿Crees seriamente que le puedes ganar a Morena?
– Creo que la democracia solo es fuerte con la participación ciudadana y que es el electorado quien decide. Y solo la ciudadanía puede responderte esa pregunta. Yo estoy contendiendo para ganar y representar a Baja California en el poder legislativo.
Antes de la política ….
“Yo trabajé hasta consolidar mis propias empresas, me dediqué a generar un patrimonio económico familiar propio. Estuve en la empresa familiar 17 años, desde muy chavo. En el ínter hice mis propios emprendimientos a partir de un negocio que instalaba equipos para internet, cableados eléctricos, cámaras de vigilancia, aplicaciones…. trabajé con muchas maquiladoras”.
Ser Hank ¿suma o resta?
–Ser Hank a veces conlleva un prejuicio, el apellido genera ideas preconcebidas algunas positivas y otras negativas. Mi mayor reto es darme a conocer cómo Juan Carlos con la ciudadanía. Yo le pido a la gente que me dé la oportunidad, que me conozca, independientemente de si soy Hank o no. Aquí nací, de aquí soy. Las asociaciones las hace la gente.
Antes de 2021 no vas a encontrar nada de mí, no creo que me vayas a encontrar en alguna revista. Me encanta mi ciudad, me vas a ver comiendo tacos en las calles, disfruto ir por ahí como cualquiera. Reconozco que nací en una familia privilegiada, económicamente hablando, pero… también soy un ciudadano que ha experimentado la vida cotidiana y sus retos.
Nació en San Diego, como muchos fronterizos –“por las ventajas de la doble nacionalidad”– y casi siempre ha vivido en Tijuana. Cuando terminó la secundaría pasó una temporada en Florida, donde estudió la preparatoria; regresó para tomar un curso de ciencias computacionales en Los Ángeles. Y de vuelta en Tijuana se matriculó en ingeniería industrial, en el CETYS Universidad.
Era “medio vago” –platicó–, así que en distintas épocas lo pusieron a trabajar en las empresas familiares; a los 17 años en el primer pub de deportes, pegado a la línea. Ahí barrió, fue mesero, cantinero, estuvo en recursos humanos, desarrollo estratégico, alimentos y bebidas… y al final como gerente de desarrollo de negocios de apuestas. “Eso me dio otra visión de la vida”, dice.
“La inquietud de la política me nació después… yo de niño quería ser biólogo marino, veía los programas de National Geographic y los animales me parecían fantásticos. Después se me quitó la emoción pero no el amor por la naturaleza”.
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La entrevista con La Jornada Baja California fue en el jardín de la casa familiar. Merodean todo el tiempo aves entregadas por la Semarnat a la UMA (Unidad de manejo para la conservación de la vida silvestre) del grupo Caliente –cuando cerraron los circos del país, no hubo donde alojar a decenas de animales-.