Opinión

El escuchón: Mamá Cuervo

Por: Enrique Camacho Beltrán*

Estaba comiéndome un taco tranquilamente frente a una escuela y unas mamás estaban chismeando sobre Mamá Cuervo. Según escuché su Juliancito era una fichita. Le quita el sándwich a un compañero para dárselo a la niña que le gusta. Extorsiona a otros compañeros para comprarle a la maestra regalos. Siempre que lo acusan, o miente descaradamente o se hace la víctima. Es muy popular entre muchos de sus compañeros porque es un líder natural, por lo que manipula a muchos para que solapen sus fechorías. Su conducta había vuelto el salón de clases 5B en un infiernito infantil. Mamá Cuervo había sido llamada varias veces por la directora, pero contestaba que su hijo era muy especial y eso lo hacía víctima de campañas en su contra y que nunca había visto a un niño tan injustamente hostigado.

Es muy triste el caso de las mamás Cuervo sobre todo porque derrotan ellas mismas su propio propósito. Creen proteger a sus hijos como ninguna, pero les producen graves trastornos de personalidad que les hace mucho daño a ellos y a las personas que los rodean. Pero lo que me puso más triste aún, es que relacioné ese fenómeno con lo que los politólogos llaman la base de un político o un partido; probablemente porque los partidos políticos mexicanos aún están en la infancia: constituyen un sistema cerrado, que rinde pocas cuentas, sin cuadros sólidos, sin orientación política definida y coherente, y sin reglas internas democráticas.

La base, es el núcleo duro de apoyo político. Se trata del segmento de votantes, militantes o simpatizantes que apoyan a esa persona o partido independientemente de los problemas de imagen pública o incluso de escándalos que se susciten. La base actúa entonces como Mamá Cuervo, porque sin importar los reportes de la prensa o los estudios académicos, La base siempre encontrará maneras de desestimar los datos, la información y los análisis. La base, como Mamá Cuervo siempre recurrirá al excepcionalísimo para justificar las críticas: dirá que es el mejor presidente de la historia, que nunca un político había sido tan atacado, que hay una conspiración en su contra. Las encuestas siempre están compradas, los medios siempre son tendenciosos, los académicos son todos elitistas y sesgados, los organismos internacionales siempre los condenan porque siempre están a punto de realizar el cambio verdadero en contra de los dueños del mundo; etc.

Identificar a La base no persigue un fin elitista. No se trata de descalificar un grupo de personas porque no entienden o porque no saben o porque no son racionales o por su situación económica o social. A todo mundo le interesa identificar a La base de la manera más precisa y objetiva posible. A los políticos les interesa para explotarla y cultivarla con desinformación y anti-intelectualismo, a los opositores para ponerla de su lado y a los académicos para entenderla y protegerla de la explotación de los primeros y los segundos.

Lo que caracteriza a la base es que no se relacionan con la política de manera mediada; sino de manera identitaria. Las personas que se relacionan con la política de manera mediada lo hacen a través de ideologías o teorías éticas o sociales mediante las cuales intentan participar objetivamente de la política. En cambio, para las personas que se relacionan de manera identitaria el ser obradorista o panista viene provisto de una fuerte carga emocional que forma parte de su concepción personal y del valor; o de la importancia que para ellos representa sentirse parte de ese grupo. Para los primeros una crítica a su apoyo político es una cuestión de deliberación, para los segundos es una cuestión personal.

Sospecho que, así como las obligaciones de cuidado requieren que Mamá Cuervo haga de tripas corazón, afronte la realidad, aprenda de sus errores y discipline a Juliancito; nuestros deberes ciudadanos requieren de La base que eviten por completo la política identitaria con respecto a una candidata o un partido. La base estaría obligada a revisar fuentes distintas a los medios propagandísticos, tratar con escepticismo metodológico todo lo dicho por su candidato o partido y desconfiar precisamente de eso que la o lo hace sentirse identificado con ese político o ese partido. Esto requiere de disciplina mental, entereza emocional, madurez y tiempo.

La política identitaria va bien para las causas: el feminismo, los derechos de la comunidad LGBT+, la visibilidad de las personas afrodescendientes, las madres buscadoras; etc. Pero ser Mamá Cuervo de un político, una política o un partido le hace un daño brutal a la vida pública. ¿Será que envalentonados por Mamá Cuervo nuestros políticos han comenzado a acumular autoritariamente el poder (plan A, B y C), a censurar a periodistas y personas ciudadanas (Layda Sansores, Abelina López, Dato Protegido), se han atrevido a cohabitar con el crimen organizado (presuntamente Hernán Bermúdez y La Barredora), cínicamente lucen en sus redes sociales varios millones en joyas, accesorios y ropa de diseñador (otra vez Dato Protegido y su esposo Sergio Gutiérrez) y se les ve sin disimulo en hoteles y restaurantes de alta gama en Europa y Asia (Delgado, Monreal y Andy)? ¿Hasta cuándo Mamá Cuervo les va a jalar las orejas?

*Investigador de la Estación Noroeste de Investigación y Docencia del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM
@KikeCamach

Related Posts