Astillero | Manipulación mediática contra Petro
Fue apabullante la sentencia de muchos medios de comunicación, por sí mismos o en reproducción de sus servicios de agencias informativas: Trump dobló a Petro
; otras interpretaciones trataron de mostrar al presidente de Colombia en situación de ridículo, de un recular vergonzoso ante los dictados del desbordado primer presidente de Estados Unidos judicialmente declarado delincuente por su propio sistema jurídico.
El veredicto de esos medios ( La Jornada, una de las excepciones: goo.su/lbzlUyK) se produjo sólo a partir de la versión difundida por una de las partes en conflicto, la dominante: la Casa Blanca manejó la información obviamente a su conveniencia y los encabezados periodísticos no establecieron el sesgo evidente. Tampoco se destacó el hecho de que el presidente Petro no se había opuesto a recibir a colombianos deportados, sino a recibirlos en las condiciones de maltrato y violación de derechos que había establecido Estados Unidos. Dándose garantía de que no se repetirían tales condiciones, Colombia estaría dispuesta a reanudar la aceptación de las deportaciones, para lo cual una delegación de alto nivel de este país estará en Washington.
En realidad, incluso sin considerar la evidente asimetría entre los dos países y el constante golpeteo mediático y corporativo contra Gustavo Petro en la misma Colombia, el resultado del tenso diferendo dominical ha significado un notable logro de la parte sudamericana, al frenar las pretensiones impositivas del ogro naranja y conseguir que los deportados colombianos de los vuelos gringos frenados por decisión de Bogotá ahora puedan regresar a su patria en avión de su país, sin esposar y sin maltrato (a la hora de redactar esta columna sólo se había anunciado el envío de un avión colombiano a Estados Unidos, pendiente el desenlace de dicho viaje).
Además, la propia Organización de las Naciones Unidas, por medio de su vocero, expresó respecto al diferendo: los migrantes y refugiados deben ser tratados con dignidady sus derechos respetarse. Los países tienen derecho a controlar sus fronteras y fijar sus políticas, pero hay estándares que cumplir
.
Como puede verse, no hubo aplastamiento de un presidente, Petro, ni de una nación, Colombia (aunque los incidentes sirven a los opositores al presidente de este país para alimentar hogueras golpistas o cuando menos asfixiantes). Es posible, incluso, que el lance de Petro haya creado un antecedente que pueda ser esgrimido, en sus circunstancias, por los países que recibirán deportaciones desde Estados Unidos.
Pero, en obvio seguimiento de esa interpretación sembrada, y conforme al conocido estilo fullero del multimillonario expansivo, el mismo Donald Trump se ha apresurado en busca de convertir el episodio más o menos parejo en una supuesta victoria mayúscula y, peor, en materia para más amenazas a países y gobiernos. Como vieron ayer, hemos dejado en claro a todos los países que deben de aceptar de regreso a su gente. Estamos enviando de vuelta a los criminales, a los inmigrantes ilegales que vienen de sus países
.
Trump necesita apretar el puño retórico y seguir manejando los aranceles como arma ofensiva y defensiva, pero es probable que el domingo del conflicto con Colombia hayan quedado establecidos de manera muy temprana los verdaderos límites de los amagos y los malabares del aspirante a dictador mundial. La Casa Blanca insistirá en cobrar agravios a Petro y es muy probable que se incremente el ataque político y mediático al interior de ese país y desde el extranjero, pero, más que doblegar Trump al colombiano, lo que hubo fue una necesaria contención del presunto coloso naranja ante la resistencia y el posicionamiento histórico y ético de un gobernante sudamericano.
De lo sucedido, cada país con procesos de deportaciones en curso habrá de tomar lectura y hacer adaptaciones conforme a sus circunstancias. México tiene un aherrojamiento geopolítico que impide o condiciona experimentaciones riesgosas, pero también debe aprovechar las lecciones derivadas de este episodio. ¡Hasta mañana!
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