Chile: firme rechazo a una Constitución de la ultraderecha
Santiago, 18 de diciembre. Los ciudadanos de Chile rechazaron ayer de manera contundente un proyecto de Constitución escrito sin contrapesos por el ultraconservador Partido Republicano, con el respaldo de la derecha tradicional, y que ahondaba la institucionalidad neoliberal vigente, un desenlace que en lo inmediato pone término al debate constitucional, tras el fracaso de dos procesos desde 2019.
Con 99.3 por ciento del escrutinio, el «a favor» obtenía 44.24 por ciento de sufragios (5 millones 443 mil 201), mientras la opción «en contra» alcanzaba 55.76 por ciento (6 millones 860 mil 719), con una participación de 81.4 por ciento. De las 15 regiones del país, solo en tres ganaba por mínima diferencia «a favor».
La victoria del «en contra» pareció clara apenas iniciado el escrutinio, estableciendo una ventaja de ocho puntos que fue progresivamente ampliándose al punto que, una hora después trascendió que el comando del a favor, desmontaba el escenario callejero que había preparado para celebrar una hipotética victoria.
Para la centroizquierda, incluida la presidencia de Gabriel Boric, se trata de un bálsamo y un alivio luego de la aplastante derrota que sufrió en septiembre de 2022, cuando el proyecto radical escrito por las fuerzas progresistas entonces mayoritarias fue rechazado por 68 por ciento de los electores. Se trata también de un respiro ante el avance arrollador de la ultraderecha y, sobre todo, una oportunidad para que el gobierno de Boric retome cierta iniciativa política.
Sabor a hiel
Pero la «victoria» de ayer tiene también sabor a hiel para el progresismo, porque a final de cuentas, tras la revuelta social de 2019 que pareció cavar su tumba, permanecerá vigente el texto escrito en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet, institucionalizando el neoliberalismo, la privatización de los derechos sociales y en general la mercantilización de toda la vida ciudadana.
Parece una ironía feroz que tras una desgastadora experiencia de cuatro años iniciada en octubre de 2019, cuando millones salieron a las calles a exigir cambios, con varias decenas de muertos y centenares de heridos, todo vuelve al punto de partida: no hay reformas estructurales, no hay ampliación de la democracia, no hay ajustes en los sistemas individualistas de pensiones y de salud, tampoco un alza de impuestos a la renta de los más ricos que se requiere para financiar aquellos.
La victoria del «en contra» por su amplia diferencia, suponen un certero golpe a las pretensiones presidenciales de José Antonio Kast, el líder de los ultraconservadores republicanos, que fueron la fuerza política mayoritaria en el Consejo Constitucional que redactó la propuesta derrotada. Kast, confeso admirador de Pinochet, ganó en diciembre de 2021 la primera vuelta presidencial a Boric y desde entonces ha seguido proyectando sus intenciones presidenciales.
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«Esta noche una gran mayoría de chilenos ha rechazado la propuesta constitucional que nosotros propusimos desde el Consejo Constitucional y reconocemos esa derrota con mucha claridad y también con mucha humildad», dijo.
Agregó que «no hay nada que celebrar, no solo nosotros no podemos celebrar, sino que el gobierno y la izquierda tampoco pueden hacerlo, porque el daño que ha sufrido Chile en los últimos cuatro años es gigantesco y costará muchas décadas repararlo«, añadió.
El líder republicano aseguró que «hoy los chilenos han dicho de manera clara que prefieren continuar con la Constitución actual, cerrando esta larga discusión. Esta voluntad de los chilenos nos permitirá terminar con la incertidumbre y comenzar a recuperar la esperanza, el orden, la paz y el progreso que hemos perdido».
Pasadas las 9 de la noche (hora local), el presidente Boric pronunció un discurso en televisión en el cual señaló: «durante nuestro mandato se cierra el tema constitucional, (porque) las urgencias son otras.
«Nuestro país seguirá con la Constitución vigente porque luego de dos propuestas constitucionales plebiscitadas, ninguna logró representar y unir a Chile en su diversidad. El país se polarizó, se dividió y, al margen de este contundente resultado, el proceso constitucional no logró canalizar las esperanzas de tener una nueva Constitución redactada para todos», reconoció.
La política quedó a deber
Aseguró que la política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile y esta deuda se paga logrando las soluciones que los chilenos y chilenas necesitan y nos exigen que alcancemos, aludiendo así a la imposibilidad de su administración para avanzar en reformas, por el empecinamiento opositor que las bloquea, aprovechando su mayoría parlamentaria.
Fue también una forma de proponer desbloquear el diálogo, al cual la oposición se muestra intransigente si no es a cambio de aceptar sus posiciones.
Al respecto, comentó: no me cabe ninguna duda de que lo que demanda la ciudadanía es mayor capacidad de diálogo, de consensos, pero sobre todo de acción y resolución, de abandonar las trincheras y la imposición de versiones parciales para concentrarnos en dar solución a los problemas más apremiantes que enfrentan chilenos y chilenas en su vida diaria y que siguen causando un legítimo malestar que está presente en nuestro pueblo y que no podemos obviar con visiones parciales.