Primicia de la novela más esperanzadora de Jon Fosse
La novela Mañana y tarde del Nobel de Literatura noruego Jon Fosse, escrita en 2000, una coedición de Nórdica Libros y De Conatus, se publicará en castellano, en una traducción de Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun, el próximo lunes en España.
En México se comenzará a distribuir en la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Se trata de la obra más esperanzadora del reciente ganador, por su tono de reconciliación, opinó Anders Olsson, presidente del Comité Nobel de Literatura. Con autorización de la Editorial Nórdica presentamos a nuestros lectores como primicia las primeras páginas de esta obra.
1
Más agua caliente, Olai, dice la vieja matrona Anna
Venga, no te quedes ahí parado en la puerta de la cocina, dice
Ya, ya, dice Olai
y nota un frío y un calor extenderse por su piel y la piel se le eriza y una felicidad recorre todo lo suyo y se le sale por los ojos en forma de lágrimas cuando corre hacia el fogón y empieza a llenar una artesa con agua humeante, así que agua caliente, por agua no será, piensa, y echa agua en la artesa y oye a la vieja matrona Anna decir que con eso basta, será suficiente, dice, y Olai levanta la vista y ahí está la vieja matrona Anna, cogiendo la artesa
Ya la llevo yo, dice la vieja matrona Anna
y en ese momento suena un grito contenido en la alcoba y Olai mira a la matrona Anna a los ojos y sacude la cabeza ¿y no esbozará también una sonrisilla?
Paciencia, dice la vieja matrona Anna
Si es niño, se llamará Johannes, dice Olai
Ya veremos, dice la vieja matrona Anna
Pues sí, Johannes, dice Olai
Por mi padre, dice
No le veo inconveniente al nombre, dice la vieja matrona Anna
y suena otro grito, ya más abierto
Paciencia, Olai, dice la vieja matrona Anna
Paciencia, dice
¿Me estás oyendo? dice
Paciencia, dice
Tú que eres pescador sabrás que en un barco no caben mujeres, dice
Ya, ya, dice Olai
Pues aquí pasa lo mismo con los hombres, sabes lo que traen ¿no? dice la vieja matrona Anna
Sí, ya, traen desgracias, dice Olai
Eso, desgracias, dice la vieja matrona Anna
y Olai ve a la matrona Anna enfilar hacia la puerta de la alcoba con la artesa con agua caliente por delante, con los brazos estirados, y de pronto la matrona Anna se para en la puerta de la alcoba y se vuelve hacia Olai
No te quedes ahí parado, dice la vieja matrona Anna
y Olai se estremece ¿estará él trayendo desgracias sin pretenderlo? es lo último que quiere ¿no irá a perder a su Marta, a su querida, amada y respetada Marta, a su novia, a su mujer? no la irá a perder ¿no? no, no puede ser
Anda, cierra la puerta de la cocina y siéntate en tu silla, dice la vieja matrona Anna
y Olai se sienta ante la mesa de la cocina, hinca los codos sobre el tablero y apoya la cabeza en las manos y menos mal que llevó a Magda a casa de su hermano, piensa Olai, cuando salió a buscar a la vieja matrona Anna llevó primero a Magda a casa de su hermano, y no estaba seguro de si hacía bien porque Magda ya es casi una mujer, los años pasan volando, pero Marta le pidió que lo hiciera, cuando se puso de parto y lo mandó con la barca a buscar a la vieja matrona Anna, le pidió que se llevara a Magda a casa de su hermano para el parto, era demasiado joven para enterarse de lo que le esperaba de adulta, dijo, y Olai le hizo caso, claro, aunque ahora preferiría tener a Magda consigo, siempre ha sido una chica inteligente y sensata, buena en toda su conducta, la hija le salió buena, piensa Olai, aunque luego dio la impresión de que Dios nuestro Señor no iba a darles más hijos, Marta no volvió a quedarse preñada y pasaron los años y poco a poco se fueron haciendo a la idea de que no tendrían más hijos, así es la cosa, es lo que nos ha tocado, se decían, y daban gracias a Dios nuestro Señor por haberles dado a Magda, porque sin ella la vida habría resultado algo triste allí en el Islote al que se fueron a vivir, y fue el propio Olai quien construyó las casas, con ayuda de sus hermanos y sus vecinos, desde luego, pero la mayoría la hizo él y cuando le pidió a Marta que se casara con él, ya había comprado el Islote, lo consiguió a buen precio, y luego se lo pensó todo muy bien, se pensó dónde construir la casa, que tenía que estar abrigada del viento y el temporal, y se pensó dónde poner el muelle y el cobertizo para el barco, no fueran a venirle luego diciendo, y lo primero que construyó fue el muelle, y lo hizo en una cala tranquila encarada hacia tierra, bien abrigada del viento y el temporal que acechan el Islote por el oeste, y luego construyó la vivienda, y quizá no le saliera muy grande ni muy bonita, pero sí lo suficiente, y ahora, ahora Marta por fin estaba pariéndole un hijo ahí en la alcoba, por fin iba a nacer el niño Johannes, porque eso era seguro, pensaba Olai ante la mesa de la cocina, sentado en su silla con la cabeza entre las manos, y ojalá la cosa fuera bien, ojalá Marta pudiera parir al niño, traerlo al mundo, ojalá el niño Johannes no se atascara en el vientre de Marta y ojalá sobrevivieran tanto ella como el niño, ojalá no le pasara a Marta lo mismo que le pasó a su madre aquel día tan espantoso, no, eso no se puede ni pensar, piensa Olai, porque ¿acaso no han estado bien, Marta y Olai? quererse se quieren desde el primer día, piensa, pero ¿y ahora? ¿ahora va a perder a Marta? ¿tan mal le quiere Dios? no, claro que no, pero Olai siempre ha pensado que en este mundo manda Satanás tanto como manda el buen Dios, este mundo tiene que gobernarlo en gran medida un dios inferior, o el mismísimo Maligno, aunque tampoco del todo, porque el buen Dios anda también por aquí, así es la cosa, piensa Olai ante la mesa de la cocina, sentado en su silla con la cabeza entre las manos, hasta ahora el buen Dios había venido a él, Olai tenía una buena vida, y con lo que él quería a su mujer y a su hija Magda, no tenía derecho a quejarse, claro que no, mientras tuvieran a Magda no podían quejarse de su suerte, más bien debían dar gracias a Dios nuestro Señor por habérsela concedido, así pensaban ellos, tanto Marta como él, pero resulta que un día a Marta empezó a crecerle el vientre y entonces vieron claro que Dios nuestro Señor iba a darles otro hijo y cuando ya no cabía ninguna duda, dieron gracias a Dios nuestro Señor por bendecirles con otro hijo y esta vez sería un varón, ahora nacería el pequeño Johannes, de eso Olai estaba bastante seguro, y ya habían llegado el día y el momento, solo que la cosa se alargaba y se alargaba, pensaba Olai, ante la mesa de la cocina con la cabeza entre las manos, ahora nacería un varón, eso seguro, lo que no estaba claro era si conseguiría llegar con vida a este mundo cruel, pues sí, eso era lo que se estaban jugando, pensaba Olai, pero si el niño naciera con vida, no cabría duda de cómo se llamaría, hacía ya mucho que Olai le había dicho a Marta que el niño que llevaba en el vientre se llamaría Johannes, por su padre, y ella no había puesto objeciones, porque era lo suyo, dijo Marta, que el niño se llamara Johannes como el padre de Olai, piensa Olai ¿y por qué estarán ahora tan calladas ahí en la alcoba? ¿se estará complicando la cosa? pero todo parecía ir bien cuando la vieja matrona Anna pasó por la cocina para coger más agua caliente, no, él no le notó a la vieja matrona Anna que la cosa fuera mal, no, piensa Olai, y enseguida se siente más sereno, la verdad es que de pronto se siente casi feliz, vaya, hay que ver cómo cambian las cosas, increíble, piensa Olai, y ahora un niño chico, el niño Johannes, verá la luz del mundo, porque el niño se ha hecho grande y fuerte en la oscuridad del cálido vientre de Marta, ha pasado de no ser nada de nada a ser una persona, una personita, pues sí, en el vientre de Marta le han salido dedos en las manos y dedos en los pies, y le ha salido cara, le han salido ojos y cerebro y quizá hasta algo de pelo, y ahora, mientras su madre Marta grita de dolor, el niño vendrá al frío de este mundo y aquí estará solo, separado de Marta, separado de todos los demás, estará solo aquí, siempre solo, y luego, cuando todo haya acabado, cuando llegue su hora, se descompondrá y volverá a la nada de la que salió, de la nada a la nada, ese es el curso de la vida, para las personas, los animales, los pájaros, los peces, las casas, las herramientas, para todo lo que existe, piensa Olai, aunque también es mucho más, piensa, porque aunque pueda pensarse así, de la nada a la nada, tampoco es que sea así, es mucho más que eso, pero ¿qué es todo lo demás? ¿el cielo azul? ¿los árboles que brotan? ¿el verbo que fue lo primero, como dicen las Escrituras, y que por la gracia nos da un entendimiento profundo? ¿qué es lo demás? ¿qué será? ¿quién puede decirlo? porque tiene que haber un espíritu de Dios que esté en todo y haga que las cosas sean algo más que una nada, que las transforme en sentido y en colores, y por tanto, piensa Olai, también las palabras y el espíritu de Dios deben de estar en todo, pues sí, seguro que es así, piensa Olai, aunque también está seguro de la existencia de una voluntad activa de Satanás, y lo que no tiene nada claro es si habrá más de lo uno o de lo otro, piensa Olai, porque seguro que luchan entre ellos, esos dos, para ver quién se impone, y seguro que estaban ya luchando en el momento en que se creó todo, piensa Olai, que Dios creara un mundo bueno y sea omnisciente y omnipotente, como dicen los beatos, eso no se lo ha creído él nunca del todo, pero que Dios existe, eso lo tiene claro, porque Dios existe, aunque esté muy muy lejos y muy muy cerca, porque Dios está en el individuo, y de que la distancia entre el Dios lejano y para nada omnipotente y el individuo humano y para nada omnipotente menguó cuando Dios se hizo hombre y vivió entre nosotros, en los tiempos en que Jesús anduvo por la tierra, de eso tampoco ha dudado nunca Olai, pero que Dios lo decida todo y que todo lo que ocurre tenga un sentido divino, eso no se lo traga, la verdad, tan verdad como que se llama Olai y es pescador y está casado con Marta y es hijo de Johannes y como que ahora, en este mismo instante, va a ser padre de un niño chico que se llamará Johannes por su abuelo. Existe un Dios, sin duda, piensa Olai. Pero está muy lejos, y muy cerca, aquí mismo está. Y no es ni omnisciente ni omnipotente. Y este Dios no es el único que gobierna el mundo y a las personas, desde luego que también está aquí, pero no cabe duda de que se despistó mientras creaba el mundo, piensa Olai, y dado que piensa así habrá que considerarlo un pagano, porque él no puede responder del credo, no puede, no está en sus manos, porque tampoco puede fingir no saber lo que sabe, y no haber visto lo que ha visto, y no haber entendido lo que ha entendido, y tampoco es que le resulte fácil ponerle palabras a lo que sabe, porque lo que él tiene es una especie de certeza inexpresable, que tiene tanto de dolor como tiene de palabra, y si le aprietas diría que su Dios es más bien de afuera de este mundo, es un Dios que solo se intuye al negar el mundo, solo entonces se muestra, curiosamente, tanto en el individuo como en el mundo, piensa Olai, y algo de lo que este Dios quiere decirle logra oírlo siempre que un músico toca bien, pues mira, sí, en esos momentos aparece Dios, porque al fin y al cabo la música buena rechaza el mundo, solo que eso no le gusta a Satanás y por eso Satanás monta siempre tanto jaleo y da tantos problemas cuando toca un músico bueno de verdad, y eso es una lástima, piensa Olai, y ahora, ahora ahí en la alcoba, el niño Johannes está luchando por su vida, el niño Johannes, su hijo, está llegando a este mundo de dolor y este probablemente sea uno de los mayores esfuerzos que tiene que hacer una persona en su vida, el de salir de su origen en el vientre de su madre y entrar en su propia vida en este mundo del dolor, porque desde ese mismo momento entra en contacto tanto con la bondad de Dios como con ese dios más bajo, quizá Satanás, uy, no, qué hace él pensando estas cosas en este momento, es que hace falta, esto, el qué, en fin, piensa Olai, y se levanta y oye a Marta gritar y oye a la vieja matrona Anna decir ea, empuja otro poco, muy bien, Marta, y la vieja matrona dice ea, empuja otro poco, y algo le presiona la cabeza y la oscuridad ya no es suave y roja y tantos ruidos y un ritmo constante a a da da a a a da a y a o ea e a e a arrulla a susurra a y al río viejo y o acuna u a u agua a u a e a ea todo es a constante y voces y ruidos y ea empuja ea ya e frío corta y afila piedra ea atrás ea adelante ea cortante ea duelen brazos duelen piernas duele todo ea dedos ea acurruca corta ea todo ea agua aua calma e a o a ruge ue voces e a e ya e así ya y luz de allá sí de allí sí de otro lugar ua ya no está y ruge u e a ya ruido y sale a lanzado y ahora manos y ahora dedos curvos dedos y los viejos y ya no está todo en una vieja casa de agua en un viejo mar de musgo y estrellas luminosas que se acercan y se alejan y ya llegan y claro no está nada pero todo atravesado por una claridad como de una estrella y frío y suave limitado línea a tierra y ya el silencio en un silencio grande y viejo de aquí y no de adentro sino que algo iba y no volvía y se pierde y la pérdida es vieja y nunca es la misma y ahora el grito alto y claro grito claro como una estrella un recado un sentido un viento este aliento aliento calmo y calma queda calmo meneo y tela suave blancura nueva del mar y una prenda ni roja ni oscura sino seca y silenciosa y ahora una mano y el grito que se pierde y tan suave suave como lo rojo y oscuro suave y caloroso y tan blanco suave y caloroso entre los labios y tan firme y blanco y todo es calmo y ay qué bonito qué bonito eres qué lindo qué lindo eres qué lindo es este niño más lindo no lo hay no lo hay más lindo Ay, qué lindo es este niño Precioso es el niño Madre mía Ha sido niño y suave y húmedo y una extraña calma y calma y ahora a o a y lo blanco ao y suave e a y firme e a ea ea e a blanco y caloroso ea ea y tan calmo Y se llamará Johannes Sí y ahora cae y ahora se pierde y no ser y Ay, qué bonito es Johannes y quedarse y quedarse donde no hay otra cosa y Johannes será pescador como su padre Eso será y ahora calma calma queda y quedarse ahí y ahí y ea ea y Olai ahí, junto a la cama de la alcoba y ve al niño Johannes descansando al pecho de su madre y en la frente el fino pelo aplastado y Marta con los ojos cerrados y respira con calma y el niño Johannes descansa en su pecho y mama y mama
Qué bonito eres, dice Olai
Sí que es bonito, y está bien formado, dice la vieja matrona Anna
Y todo ha salido bien, dice
Ha ido todo bien para la madre y para el niño, dice
Y ahora tienen que descansar, están los dos agotados, ahora tienen que descansar, dice
Sí, y gracias por ayudarnos tanto y tan bien, dice Olai
Las gracias dáselas a Dios, dice la vieja matrona Anna
Pero ya casi vas a tener que llevarme a casa, dice
Sí, lo haré, sí, dice Olai
y Olai está ahí parado mirando a Marta y al niño Johannes que descansa en su pecho, y el pecho está grande, enorme, no recuerda haberlo visto nunca tan grande, grande y blanco está, lleno de venitas azules, y Marta está ahí y parece sana y salva solo que enormemente cansada y extraordinariamente tranquila también parece ahí tumbada con los ojos cerrados y respira despacio y hondo como desde una calma de más allá de la vida, piensa Johannes, de pie junto a la cama de la alcoba, mirando a Marta y al niño Johannes que descansa sobre su pecho
¿Estás bien, Marta? dice Olai
y piensa que algo tenía que decir, no podía quedarse ahí callado, titubeando, en un momento como este, piensa Olai, de pie junto a la cama en la que descansa Marta con el pequeño Johannes al pecho y Marta no contesta y Olai ve a Marta abrir los ojos y mirarlo y Olai no entiende esos ojos, es como si lo miraran desde algún lugar remoto y parecen saber algo que él no sabe, y la verdad es que él nunca ha entendido a las mujeres, ellas saben cosas, cosas que él no entiende, cosas que no dicen y seguramente tampoco puedan decir, porque decirse no pueden
Sí, dice Marta a media voz
Qué bien, dice Olai
Solo que está cansada, como entenderás, dice la vieja matrona Anna
Cansada, repite
y Johannes ve que Marta asiente con la cabeza y ve que cierra de nuevo los ojos y luego vuelve a oír su respiración, tranquila, lenta
Tienes que traerte a Magda a casa, dice Marta desde el fondo de sí misma
Sí, claro, dice Olai
y no entiende por qué la voz de Marta viene de tan lejos, es como si al hablar no estuviera aquí en la alcoba, con él, sino en algún otro lugar donde solo está ella, en una gran calma
Para que salude a su hermano, dice Marta
y sigue hablando con los ojos cerrados y desde una respiración lenta y honda y calma
Mientras aún sea nuevo en la vida, dice Marta
y Johannes ve una leve sonrisa extenderse por los labios de Marta y ahora ve lo pálidos que tiene los labios y al momento es como si el niño Johannes encogiera las piernas y entonces rompe a chillar y mira que tiene poderío el niño, quién lo diría, que un granujilla tan chico pueda tener tanto poderío en la voz, piensa Olai, qué cosas, qué cosas
Es bueno que chille, dice la vieja matrona Anna
Le viene bien, demuestra que vive y respira como debe, dice
No me digas, dice Olai
Así es, sí, dice la vieja matrona Anna
y Olai ve que Marta le acaricia y le acaricia la espalda al niño Johannes y dice ea ea, calma, no grites tanto, todo irá bien, dice Marta, y lo dice con esa respiración honda y lenta, una respiración procedente de algún lugar en calma, fuera del mundo, piensa Olai, junto a la cama en la que Marta descansa y el niño Johannes chilla y chilla y el niño Johannes oye su voz entrar poderosa en el mundo y su chillido llena el mundo en el que se encuentra y ya nada es caloroso y negro y rojizo y húmedo y entero, ya no hay más que su propio movimiento, ahora es él quien llena lo que hay y su voz y él están separados pero a la vez no lo están y también hay algo más, algo de lo que forma parte pero que no es él, porque ahí afuera su voz se separa y viene a su encuentro y suena más fuerte y más fuerte y
Todo saldrá bien, dice Olai
y ahí afuera hay también otras voces otras alas otras luces y se parecen y es todo distinto y es como si él formara parte de todo el asunto y ahora
Ea ea, dice Marta
y luego estos timbres calmos ea ea ya e ya e ea ea ya e y sentirse ea ea y calma ea y calor y ruidos ea ea calor calma y luego este miedo, separado, separado, y ahora, ahora las voces ahí afuera, ahí afuera, todas las voces y ya nada está unido y ea ea niño Johannes chilla y chilla y ya nada parece estar unido y está todo separado y disperso y el chillido y es todo un calmo jaleo
Niño Johannes, todo irá bien, dice Olai
Se llamará Johannes, sí, dice la vieja matrona Anna
y ya nada está calmo todo es movimiento cortante corta y se abre se cierra y ea ea y así será movimientos lentos más rápidos contra otros con otros y ya nada es para nada claro todo es movimiento sin colores sin compás ya nada se mueve calmo calma hacia delante todo se destaca todo el rato y nada puede separarse y el niño Johannes rompe a chillar y la voz crece y él está en su interior y está separado de ella y está tan tan solo sin colores ni ruidos ni luz y siente dolor no ya en los brazos las piernas la tripa le duele esta luz esto estos movimientos esto esta respiración esto todo entra y sale y ea ea ha de ser ha de ser ha de ser y lo suave y blanco lo firme en la boca y sentir
Ea ea, dice Marta
Pues sí, se llamará Johannes como mi padre, dice Olai Sí, se llamará Johannes, dice Marta
y abre los ojos y ahora parece mirarlos, tanto a Olai como a la vieja matrona Anna
Es un nombre tan bueno como cualquier otro, dice la vieja matrona Anna
Podrá vivir bien con él, dice
Eso pienso yo, dice Olai
Y Johannes será pescador, como su padre, dice Olai
Eso está bien, dice la vieja matrona Anna
En fin, dice Olai
Has tenido un niño bien formado, y todo ha salido bien, dice la vieja matrona Anna
Y será pescador, dice Olai
Así será, sí, dice la vieja matrona Anna
Mira qué a gusto está ahora, el granujilla, dice Olai
Pues sí, ya se ha colocado en la vida, supongo, dice la matrona Anna
y luego dice que tendrá que ir pensando en irse a su casa, en este país hay más mujeres preñadas de niño, dice, así que será mejor que espere en su casa a que la llamen, es lo más seguro, dice, así que quizá deberían ir pensando en irse ¿no? y además es un buen trecho para hacerlo a remo, dice la vieja matrona Anna, y Olai asiente con la cabeza y dice que tendrán que irse, sí, y la matrona Anna dice que Marta y el niño ahora están bien y en caso de que algo no fuera bien, no tiene más que llamarla, dice la vieja matrona Anna, pero ahora está todo bien, eso puede decirlo y sabe lo que se dice, dice la vieja matrona Anna, y Olai mira a Marta ahí tendida con los ojos cerrados y el niño Johannes al pecho
Pues me llevo a la vieja matrona Anna a su casa en la barca, dice Olai
y Marta está ahí tendida como si no oyera lo que dice, está ahí tan tranquila, casi como si durmiera, con el niño Johannes al pecho
Bueno, Marta, dice Olai
Está cansada, tiene sueño, dice la vieja matrona Anna
Sí, marchaos, dice Marta
y Olai ve que Marta no abre los ojos
Ahora tienes que descansar, dice la vieja matrona Anna y acaricia levemente la frente de Marta
Y luego tienes que traerte a Magda a casa, dice Marta y mira a Olai de frente
Eso haré, dice Olai
y entonces Marta le sonríe con delicadeza y Olai levanta la mano y acaricia la frente de Marta con sus dedos ásperos flacos y largos y nota que la frente está húmeda y luego acaricia con delicadeza la mandíbula del niño Johannes y nota lo extrañamente suave que le resulta tocarle la mejilla
Tenemos que irnos, dice la vieja matrona Anna
Tendremos que irnos, sí, dice Olai