Fallece Fernando Botero, el artista colombiano conocido por sus figuras robustas
El ilustre artista colombiano Fernando Botero, reconocido como el pintor y escultor más destacado de su nación, falleció este viernes a los 91 años debido a complicaciones de salud, según anunció su familia.
Botero nació en Medellín el 19 de abril de 1932 y sus obras y pinturas lo llevaron a ser exhibido en los principales museos de todo el mundo.
Pese a que Botero vivió la mayor parte de su vida en Europa y Estados Unidos, en sus obras siempre aparecieron personajes que evocaban a su natal Medellín, entre los que destacan rollizos toreros, prostitutas y caudillos.
Botero se distinguió por la sensualidad y las formas generosas de sus pinturas y esculturas, pero su arte también sirvió como un vehículo para denunciar la violencia que afligió a Colombia a lo largo de su historia, incluyendo la era del narcotraficante Pablo Escobar.
Hace tan solo cuatro meses, su esposa, la destacada escultora de origen griego Sophia Vari, falleció a causa de un cáncer, tras 45 años de matrimonio.
«Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono», dijo el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en su cuenta de ‘X’.
Viacrucis, exposición de Botero en Tijuana
En abril de 2017, los tijuanenses pudieron disfrutar de 27 óleos y 34 dibujos de Fernando Botero, en la exposición Viacrucis: la pasión de Cristo que se exhibió en El Cubo del Centro Cultural Tijuana (Cecut).
Esta muestra reunió obras de 2010 y 2011 propiedad del Museo de Antioquia, al que Fernando Botero la donó como una celebración por sus 80 años, en 2012.
Visitar Viacrucis, no fue precisamente estar frente a la pasión de Cristo según el pintor colombiano. No cuando menos ante ese elemento bíblico tan importante de la cultura occidental.
Esta pasión contemporánea de cuerpos voluminosos y óleos de gran formato y mucho color estuvo compuesta por El beso de Judas, de soldados romanos repartiendo azotes y de cristos cargando una cruz o crucificados, pero el Judas es un hombre bien fajado con reloj de pulsera, el romano es un policía de uniforme verde y macana y el fondo de la escena es muchas veces la calle de un pueblo latinoamericano con sus casas de teja.
En cada uno de los 27 óleos se observó un elemento que remite a nuestros días. El mismo pintor vestido de saco y corbata es espectador en El beso de Judas; y ahí está Verónica, de vestido rojo a la rodilla y listón en el cabello o los hombres que en algunas de las caídas auxilian a Jesús. A veces es sólo una mano que se adivina propia de un hombre que viste camisa blanca y saco negro. El catálogo de la exposición nos recordó que en el artista es habitual integrar la tradición de la historia del arte occidental con elementos contemporáneos.