En mis murales capto lo que me tocó vivir: Arturo Estrada
A sus 98 años, cumplidos el 30 de julio, el pintor michoacano Arturo Estrada Hernández, alumno de Diego Rivera y Frida Kahlo, refrendó la importancia de la pintura mural como medio de expresión, educación y dirección social.
Aseguró que desde su época de estudiante en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y hasta la fecha, captar la situación social del momento ha sido la principal motivación y guía
de su trabajo en los muros de los edificios públicos.
¡Claro, he dado mi punto de vista, algunos se lograron, otros no!, pero así empecé mi vida en este asunto de la pintura mural, tratando de captar el momento que me tocó vivir y plasmarlo por medio de imágenes gráficas.
Nacido en Panindícuaro, en 1925, el maestro recibió ayer un homenaje del Salón de la Plástica Mexicana con motivo de su onomástico, el cual consistió en la proyección del documental Arturo Estrada, vida y color, de los cineastas Lydia Leija, Rodrigo Ortega y Fernando Montes de Oca, integrantes del colectivo Tliltototl.
Al concluir, el pintor y muralista, integrante del grupo de Los Fridos, recordó que con la llegada de Diego Rivera a La Esmeralda comenzaron a hacerse murales, y fue el motivo para que ya no sólo se tratara de pintura decorativa.
La indicación fue que viéramos cómo estaba el país y empezáramos a hacer intentos de pintura mural social. Estaba de moda el Partido Comunista; ingresé a él y tuve muchas orientaciones para saber qué temas o qué elementos podían realizarse
, refirió.
Así empecé a hacer los primeros murales, algunos existen, otros no sé. El primero fue en Cuautla, en un cine particular; luego vinieron otros, por ejemplo, en San Luis Potosía y Aguascalientes. Era la onda, todavía vivía Diego, y por eso se seguía tomando a la pintura mural como un medio de expresión, de educación y de dirección social.
Arturo Estrada contó que en ese entonces “las enseñanzas eran observar cómo el gobierno manejaba el país, y había que pintar si quienes llegaban al poder realmente hacían bien las cosas, en beneficio del pueblo.
Así me empezaron a interesar esos motivos plásticos, pero no era tan fácil, porque se requiere tener mucho conocimiento social y vivirlo para tomar esos temas en el arte. Ingresé en el Partido Comunista y tuve buenas orientaciones para salir a captar esos ambientes. Empecé a hacer mis primeros ensayos de pintura tratando de motivar a que la gente viera que estaba señalando ciertos errores del momento de los dirigentes del país.
Aclaró que no todo el mundo se inclinó por ese tipo de arte, porque había a quienes les gustaba la pintura de temas decorativos. Otros compañeros alumnos de Frida eran también partidarios de hacer pintura del momento, el asunto era cómo hacerlo
.
Arturo Estrada puso en duda que a la fecha se mantenga la enseñanza de pintura mural: “Creo que no existe, ya ni pintores se ven presentes en la vida de este momento. Ese era el propósito de la práctica de esta manifestación plástica. La prueba está en que cuando comencé en ella, lo hice planteando el tema actual de cada lugar donde tuve oportunidad de pintar.
Así lo hice en mi primer mural, en Cuautla, sobre la historia del lugar, donde al terminar me pidieron que cambiara el rostro de los integrantes del Santo Oficio, porque los había hecho con cara de asesinos.
De cerca de 50 minutos, Arturo Estrada, vida y color recoge una extensa serie de entrevistas en las que el artista michoacano relata su vida, desde su infancia en su tierra natal hasta su cumpleaños 97.
Es una inmersión en el tiempo en la que el pintor habla de su llegada a la Ciudad de México, en 1941, y de su ingreso en La Esmeralda, donde tuvo como maestros a Diego Rivera y Frida Kahlo; sus trabajos también con José Clemente Orozco y Juan O’Gorman, su militancia política, proyectos, viajes y experiencias más destacadas, en un recorrido por más de 80 años de creación.