El último lector | Largos retornos a Ítaca / Rael Salvador
De vuelta de todo, o casi todo: de regreso a Ítaca –a donde retorna Ulises (y todo aventurero)–, viaje que el poeta griego Constantino Cavafis recomienda sea largo, pleno de aventuras y lleno de conocimientos: “No temas a los Lestrigones, ni a los Cíclopes ni al colérico Poseidón, tales seres nunca hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo”, insistirá más de una vez.
Esta bella metáfora sobre el regreso y la fidelidad, el reencuentro y el pasado, aplica a las circunstancias de enfrentar retos que nunca deberíamos afrontar solos: en situaciones de cambio, para avanzar se necesita hasta de los contrarios.
Al estar de vuelta de todo, o casi todo, después de haber conocido y saboreado el fracaso y el éxito, veleidades de lo humano que sólo duran una noche y un día, puedo manifestar que el compromiso del escritor –sin complicidad pactada– no se encuentra hecho para eclipsar la verdad, porque escribir es ayudar a hablar tanto a los vivos como a los muerto: a los que poco dicen y debemos oír, a los que todo lo han dicho y poco escuchamos, en contraposición de aquellos que sólo lo hacen para agredir o agradar.
Pero tampoco es el caso, por lo menos a lo que corresponde al reconocimiento de amistades gratificantes –compañeros de clase, maestros, ejemplos a seguir– que he cultivado, disfrutado y admirado a lo largo de todos estos años y que, a partir de su espíritu gentil y trabajo físico, son quienes conforman, impulsan y mantienen la vida editorial.
En el mejor de los lances, el regreso se ha dado.
Resueltos los conflictos de interés –ideológicos, sobre todo: un caso banal, transformado en afrenta subversiva–, observando que el periodismo no pertenece a un territorio ni es exclusivo de un color o una manía, sino que se debe a todos y cada uno de los ciudadanos –a su interés, inteligencia y preocupación–, tal como reza todo frontispicio que es enaltecido del dicho al hecho.
Hay mucho por hacer. El periodismo cultural también se lee dentro de un clima y una posibilidad. Si el estado del tiempo no es favorable, el tipo de cambio que deseamos es más una construcción que un cortejo de frases hechas y lugares comunes: para vivir mejor, hay que ser mejores.
Un medio informativo no puede reducir su grandeza a un simple empeño político, mucho menos al capricho y abuso de un grupo que se beneficia del tráfico de poder (sobre todo, gubernamental) con la obsesión de someter a sus contrincantes a cualquier precio, porque es hora de entender que la libertad ideológica –cualquiera que esta sea– no se encuentra sujeta a los términos capitalistas de oferta y demanda, sino a los conceptos democráticos de dignidad y esperanza.
Dicho lo anterior, refrendo que la obligada desavenencia me ha ofrecido el más maravilloso de los viajes, sin ella nunca hubiera emprendido el camino y el retorno, jamás me habría detenido en otros medios, adquirido finas mercancías: manuales y tratados, libros y revistas, plumas y tintas sensuales de toda clase, cuadernos que pueblo de apuntes, enunciaciones, versos y aforismos, investigaciones, destellos de una mente hecha para el periodismo y la literatura, tal como en el emblemático poema de Cavafis se recrean las vagancias de Homero.
raelart@hotmail.com