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Opinión

Neruda y su cartero / Abraham Kato

Por: Abraham Kato

Existen muchas formas de rendirle homenaje a un ser querido, son muchas las maneras de expresar todo lo que sentimos por alguien a quien queremos y admiramos. Desde componer una canción, pintar un retrato, grabar un video, hacer un documental hasta tatuarse su nombre. Cada quien busca cómo enaltecer a esa persona o figura especial.

El escritor chileno Antonio Skármeta decidió homenajear al gran poeta del amor, del pueblo y el mar, y compatriota suyo, Pablo Neruda. El joven escritor convirtió al veterano poeta en el protagonista de su obra Ardiente paciencia, publicada primero como película en 1983 y luego como libro en 1985, y cuyo título toma del discurso de aceptación de Neruda al recibir el premio Nobel de Literatura en 1971. A manera de deuda y compromiso personal, Skármeta centra toda su atención en la figura del poeta para enaltecerlo y convertirlo en casi una figura mítica.

Primeramente, Skármeta dedica su libro a Matilde Urrutia, la tercera y última esposa de Neruda, que había fallecido en enero de 1985, mismo año de la publicación del libro, y que inspiró muchos de los versos de Neruda; en especial los de los libros Los versos del capitán, que fueron inicialmente publicados de forma anónima para no levantar sospechas de su segunda esposa Delia del Carril, y Cien sonetos de amor, que el mismo poeta en su autobiografía, Confieso que he vivido, asegura que en él define todo lo que Matilde significaba para él.

La novela se desarrolla en el pueblo pesquero de El Quisco, en la región de Valparaíso, Chile, que por momentos me recordó a la Habana de Ernest Hemingway en El viejo y el mar. Inclusive el protagonista, Mario Jiménez, es como el pequeño Manolín que acompaña y admira tanto al viejo Santiago, un veterano pescador, que al igual que Neruda está enamorado del mar. En el prólogo Antonio Skármeta asegura haber conocido a los personajes del libro merodeando la casa del poeta en Isla Negra y fue la misma Beatriz González, interés romántico del protagonista, quien le dio y pidió que escribiera la historia de Mario.

La poesía no es de quien la escribe…

Si por algo es recordada esta novela, si algo dejó en la memoria colectiva no solo de quienes la leyeron, sino de quienes han escuchado hablar de ella, es la frase: ‘‘¡la poesía no es de quien la escribe, sino de quien la usa!’’. La idea detrás de esa oración prácticamente resume la trama del libro: un joven cartero logra hacerse amigo de Pablo Neruda y utiliza su poesía para conquistar a una muchacha. De esta forma, la joven Beatriz González queda encantada cuando el intencionado cartero le decía que su sonrisa se extendía como una mariposa en su rostro, que le gustaba cuando callaba porque estaba como ausente, que le faltaba tiempo para celebrar sus cabellos y uno por uno contarlos y alabarlos. Al enterarse Neruda sobre el uso que Mario le está dando a su poesía y cuestionarle al respecto, este le responde con la frase ya mencionada que no solo inmortaliza la novela, sino también a su autor.  

En su libro Neruda por Skármeta, publicado en el 2004 a manera de homenaje por el centenario del poeta, Antonio Skármeta explica cómo los jóvenes de su época utilizaban la poesía de Veinte poemas de amor y una canción desesperada para seducir mujeres, incluyéndolo a él. Esto fue precisamente lo que lo inspiró a componer la famosa frase.  

Odas elementales

La excusa de Mario Jiménez para abordar al premio Nobel de Literatura y poder conversar con él era que le autografiara su copia de Odas elementales; libro que compró con su primer sueldo como cartero. Esta idea Skármeta la toma de su propia experiencia cuando fue comisionado por el diario para el que trabajaba con la misión de entrevistar al poeta; solo que en este caso se trataba de un posible prólogo para un libro que aún no escribía. Motivo por el cual Neruda le contesta: ‘‘con todo gusto, cuando lo escriba’’.  

En una parte de la novela se nos informa que en la casa de Mario todos son analfabetas y solo hay un libro, por supuesto, ese libro es de Pablo Neruda. Lo que nos da una idea de la magnitud de la figura del gran poeta en su país. Más que un escritor era un símbolo de amor, libertad, imaginación y talento. Su popularidad era como la que gozaron en vida figuras como Lope de Vega en España, Goethe en Alemania, León Tolstoi en Rusia y Walt Whitman en Estados Unidos. Solo ahí se le puede colocar a Neruda, entre los grandes, entre los colosos, entre los inmortales.

La casa de Neruda

Pablo Neruda era un coleccionista incurable. En su famosa casa de Isla Negra acumuló toda clase de objetos que recolectó de diversas partes del mundo; entre ellos están los famosos mascarones de proa, toda una flota de veleros y barcos embotellados, máscaras africanas, sillas artesanales, mariposas, escarabajos, pipas y zapatos antiguos, cerámicas de Quinchamalí, mapas, botellas de vidrio, llaves, caracolas de mar, vigas enormes de madera con los nombres de sus amigos escritos con tiza entre otras cosas sin dejar de mencionar por supuesto sus libros.

‘‘En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre el niño que vivía en él y que le hará mucha falta. He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche. Son mis propios juguetes. Los he juntado a través de toda mi vida con el científico propósito de entretenerme solo’’, explica el mismo Neruda en su autobiografía. En 1990 la casa fue declarada monumento nacional en Chile y actualmente es un museo administrado por la Fundación Neruda y tanto él como su mujer, Matilde Urrutia, están sepultados ahí.  

Lamentablemente tras la muerte del vate y del golpe militar de Augusto Pinochet en septiembre de 1973 la Casa en Isla Negra (junto con las otras dos que el poeta tenía) fue saqueada y vandalizada. Quemaron libros, rompieron ventanas, destruyeron paredes, robaron muchas de sus colecciones. Inclusive, los destrozos de ‘‘La Chascona’’, como se le conocía a la casa ubicada a las faldas del Cerro San Cristóbal, en la capital chilena, dañaron la tubería y se produjo una inundación. Ahí el gran poeta de América latina, y probablemente el más famoso del siglo XX, tuvo el primero de cuatro funerales en medio de escombros y humedad. En el libro El cartero de Neruda, Skármeta lo menciona brevemente al final de la novela, cuando esta se convierte más en una biografía narrando los últimos días del vate.

Il Postino

En 1994 se publica la película Il Postino, dirigida por Michael Radford, basada en el libro Ardiente paciencia, pero debido a su éxito a la novela se le empezó a llamar El cartero de Neruda y es así como actualmente se le conoce. El proyecto en un principio fue ideado por el actor italiano Massimo Troisi, que colaboró en el guión, y que después de leer el libro quedó cautivado con él e hizo todo lo necesario para que se llevará a cabo. El filme obviamente se toma ciertas libertades y como en toda adaptación de un medio a otro hace varias modificaciones. La primera, y más obvia de todas, es que la historia se desarrolla en Italia, en la isla de Salina, en lugar de Chile. La segunda es el tiempo, la novela tiene lugar entre 1969 y 1973, mientras que la película está ambientada en los años 50. Por tanto, en vez de tener a Neruda en sus últimos años de vida, lo vemos en sus años de exilio.

La película es excelente y le hace justicia a la novela que esencialmente trata ‘‘del poder de la poesía en la amistad y el amor’’, como asegura el mismo Skármeta. Fue tanto el compromiso del actor Massimo Troisi que, a pesar de su enfermedad, pospuso una cirugía cardiaca para poder terminar el rodaje. Inclusive, el director Michael Radford le comentó que una película no valía una vida e intentó persuadirlo para detener un tiempo la filmación, a lo que Troisi negándose le contestó: ‘‘Estamos haciendo un film para que nuestros hijos sientan orgullo de nosotros, ¿cierto?’’. Lamentablemente el actor italiano murió un día después de terminar la película el 4 de junio de 1994.

En cuanto a la película Ardiente paciencia, publicada en 1983 y que el mismo Antonio Skármeta dirigió, es en verdad el trabajo de un aficionado. Fue la primera vez que dirigía una película y eso es evidente en cada minuto del filme. ‘‘Mi versión fílmica (…) tiene todos los defectos de un trabajo inexperto, pero como pronosticara el productor, tiene también la frescura, o acaso la inocencia, de alguien que no se enreda en la búsqueda de una retórica cinematográfica, y confía ciegamente en la historia que tiene para contar y en la ternura y gracia de sus actores’’, explica el escritor chileno en su libro Neruda por Skármeta.

El cartero de Neruda es una amena e imprescindible novela que cualquiera puede leer y disfrutar. Refleja todo el cariño y admiración que Antonio Skármeta sentía por Pablo Neruda y es algo con lo que todos nos podemos identificar. En ella vemos a un Neruda romántico, creativo y, sobre todo, accesible. ‘‘Neruda no es chileno, Chile es nerudiano’’, dice el famoso graffiti de su casa en Isla Negra. Con un lenguaje sencillo, con frases memorables, la historia, y aunque muy chilena, es accesible e invita a las múltiples relecturas. Llena de humor y picardía es una obra de amor, pasión y poesía.

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