Una frase, que es ya de dominio público, nos acompaña desde aquellos maravillosos días de juventud: “En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habita un verano invencible”
El autor de “El extranjero”, que padecía tuberculosis, solía decir: “Morimos a los cincuenta años de una bala de nostalgia que nos disparamos al corazón a los veinte”
Las grandes obras nacen con frecuencia a la vuelta de una esquina o en la puerta de un restaurante. Lo mismo sucede con la absurdidad. El mundo absurdo más que ninguno es noble por ese nacimiento miserable»