Riña de Padilla y Alfaro empaña arranque de la FIL Guadalajara
Guadalajara, 27 de noviembre.- La edición 36 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara se inauguró ayer en medio de la disputa política y presupuestal que protagonizan la Universidad de Guadalajara (UdeG), organizadora del encuentro, y el gobierno de Jalisco.
Minutos antes de la ceremonia de apertura, diputados locales, regidores y miembros del gabinete estatal, todos del partido Movimiento Ciudadano, acudieron, junto con docentes y funcionarios públicos estatales y municipales convocados por sus respectivos jefes, a realizar una protesta frente a la sede de la FIL, sobre la avenida Mariano Otero.
Al mismo tiempo, trabajadores universitarios y muchos jóvenes voluntarios hicieron una valla humana y rodearon el edificio de la Expo Guadalajara al grito de: “¡No se metan con la FIL!” La tensión entre ambos grupos sorprendió a los invitados a la inauguración, los cuales tuvieron que sortear varios filtros de seguridad para ingresar al recinto.
El rector de la UdeG, Ricardo Villanueva, ya en el acto de inicio de la feria, en punto de las 11 de la mañana, empezó su discurso de manera directa: “Aquí no hace falta nadie, estamos los que tenemos cariño y lealtad a la FIL”.
“La defendemos todos”
En ninguna de las 36 ediciones del considerado encuentro editorial más importante en idioma español nunca habían faltado autoridades culturales federales ni estatales.
En cambio, en el presidium, acompañaron al rector Villanueva y a Raúl Padilla, presidente de la FIL, el titular del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdoba y el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Graue, además de los representantes de Sharjah, país invitado de honor, y los escritores Sergio Ramírez y Mircea Cartarescu, premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022.
“La FIL es más grande que los delirios de grandeza de cualquier individuo, es más grande que cualquier gobernante que utiliza el poder público para intentar mancharla. Nadie puede someter ni boicotear a la FIL, porque es patrimonio de todos los jaliscienses, incluso es patrimonio de la humanidad. Por eso, cuando el poder amenaza a la FIL, la defendemos todos” Ricardo Villanueva, rector UdeG
Según cifras oficiales del gobierno estatal, por conducto de Protección Civil, unas 19 mil personas cercaron la sede de la FIL para exigir la salida del presidente de la feria, Raúl Padilla, ex rector de la UdeG, que desde 1989 encabeza el grupo político que dirige esa casa de estudios.
El funcionario criticó las medidas “autoritarias” del gobierno estatal, “que está llevando su intolerancia a la libertad de expresión, de crítica y de manifestación a niveles sin precedente. Los libros, la prensa y las universidades suelen ser incómodos para el poder, por eso cuentan con leyes que las protegen.
La autonomía
“La autonomía universitaria, la libertad de imprenta y de expresión no son dádivas de gobernantes benévolos. Son instituciones que han hecho posible el desarrollo de la ciencia, la cultura y las artes, el surgimiento de sociedades libres y el ascenso de la democracia.” Ricardo Villanueva, rector UdeG
En su turno, la editora árabe Bodour Bint Sultan al Qasimi, en representación de la comitiva de Sharjah, resaltó que en el ámbito editorial debe prevalecer “el espíritu de diversidad, pues el fantástico mundo de los libros está experimentando un cambio tremendo.
“La tecnología, la política, el cambio climático, los cambios en las preferencias y gustos de los lectores son los desafíos que están llevando a los editores a pensar de una manera distinta.
“Necesitamos colaborar más, no sólo entre editores, sino también entre editoriales, ferias del libro, librerías, bibliotecas, escritores, empresas tecnológicas, organizaciones internacionales, pues cuando colaboramos de forma creativa y más allá de nuestros mercados y métodos tradicionales, podemos hacer muchas más cosas por nuestras empresas y nuestros lectores”, puntualizó Bodour Bint Sultan al Qasimi.
El encuentro otorgó su premio en Lenguas Romances al escritor Mircea Cartarescu
Guadalajara, Jal. El escritor rumano Mircea Cartarescu recibió ayer el premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022 en la apertura de la edición 36 de la FIL de Guadalajara con un discurso que le valió una ovación de pie.
“Si la música tiene potencial subversivo y es capaz de trastornar el orden social, la poesía es más temible aún”, dijo al describir la diferencia entre los poetas oficiales y laureados, “que cantan himnos a la grandeza de la ciudad”, y los libres, “con un discurso plural, ese que imita todas las voces de la ciudad y no encuentra hueco en el orden prestablecido”.
En las ciudades-estado de la época platónica, recordó el autor, esos poetas libres son los llamados ante los gobernantes, los cuales “se inclinan ante él y reconocen su genio, pero le ruegan que abandone la ciudad, porque no resulta útil en ella.
“No son genios lo que necesita la sociedad ideal, sino conformistas. El genio es incontrolable y, por ello, subversivo. Él provoca el cambio que más temen los legisladores. Él introduce en la ciudad el desasosiego, la duda, la ironía, el sarcasmo, la sublevación, a fin de cuentas. Él expresa, como decía Kafka sobre su propio arte, la ‘negatividad’ en un mundo de sonrisas felices dibujadas en globos.”
Por eso, puntualizó Cartarescu, “la literatura, como escribía también el autor praguense, no tiene que consolar ni alegrar, sino que debe despertar las conciencias. Debe ser un hacha que rompa el hielo de la mente de las personas”.
La poesía
El arte de la poesía, insistió el escritor, siempre está a la búsqueda de la belleza, “siempre agonizante y siempre resucitada, y se ha encontrado invariablemente entre los medios más eficaces para reavivar las conciencias, para despertar la dignidad humana, para preservar la libertad siempre amenazada en nuestro mundo hobbesiano. La poesía es, de hecho, otro nombre para la libertad”.
Por ello, recalcó, “el poeta es temido y acosado, desde hace miles de años, no sólo por su subversión fundamental. Pues el poeta no es tan sólo un revolucionario, es también un profeta. Es un médium a través del cual habla una criatura inapelable y extraña. Es un portal a través del cual lo milagroso, lo sagrado, lo demoniaco, lo extático, lo obsceno, lo divino y lo terrible penetran en nuestro mundo.
“Él no habla tan sólo con sus palabras para sus semejantes, sino con las enigmáticas palatales y las fricativas de la voz del más allá. Él no es perseguido y asesinado únicamente como un simple contestatario de cualquier orden y de cualquier sistema social, sino también como una voz de lo incognoscible y de lo indomable que el filisteo, el burgués, el hombre materialista teme más que cualquier otra cosa.”
Sin embargo,continuó, “la poesía es el gato muerto del mundo consumista, hedonista y mediático en el que vivimos. No se puede imaginar una presencia más ausente, una grandeza más humilde, un terror más dulce. Nadie parece ponerle precio y, sin embargo, no existe nada más valioso. Sólo la encontramos en las librerías si tenemos la paciencia de llegar hasta las últimas filas de las estanterías.”
Cartarescu criticó que la descentralización posmoderna “ha producido una civilización sin cultura, sin arte; un arte sin literatura y una literatura sin poesía. En cierto modo, los polos de la vida humana se han invertido de manera brusca y las primeras víctimas han sido los poetas”. Y, sin embargo, “humillada y disuelta en el tejido social, casi desaparecida como profesión y como arte, la poesía sigue siendo omnipresente y ubicua como el aire que nos envuelve.
“Pues, antes que una fórmula y una técnica literaria, la poesía es un modo de vida y una forma de mirar el mundo”, concluyó al reconocer que no ha sido nunca otra cosa que poeta, “incluso mis novelas son, de hecho, poemas. He escrito siempre poesía como una forma de libertad, de solidaridad, de empatía para con todos los hombres. He escrito en contra de las guerras y las discriminaciones de toda índole. He escrito para los que leen poesía y para los que jamás leen poesía”. Mircea Cartarescu