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Región

Nos botaron de la Basílica y vamos a la deriva: migrantes

Por: Jared Laureles y Jessica Xantomila / La Jornada

Estamos solos y prácticamente botados, expresó con preocupación Yezzi, hondureña que forma parte del grupo de la caravana migrante que ayer fue retirado de la Basílica de Guadalupe y trasladados a la caseta de Ojo de Agua, en la carretera México-Pachuca.

En una comunicación breve, vía telefónica, comentó que su última ubicación era en Tepeji del Río, en Querétaro; a ese lugar llegó el grupo de unos 300 migrantes originarios de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Colombia, tras ser llevados por policías en camionetas, nos dieron un jalón (aventón) desde la carretera México-Pachuca, dijo.

Las personas procedentes de Centroamérica habían sido llevadas a esa caseta, al norte de la Ciudad de México, la tarde del viernes en cinco autobuses y tres vagonetas ante la insistencia de personal del gobierno capitalino y de la alcaldía Gustavo A. Madero de retirarlos de las inmediaciones del templo del Tepeyac.

En los rostros y cuerpos de los viajeros que buscan mejores condiciones de vida, fue evidente la factura que cobra los miles de kilómetros recorridos desde sus países de origen. Desde la mañana del viernes, la Basílica de Guadalupe sería su punto de reposo, pues ya estaban en malas condiciones, pero no fue así.

Yezzi, quien desde enero salió de Honduras y vivió dos meses más en Tapachula, Chiapas, de donde partió la caravana el pasado 25 de marzo, expresó sentirse confundida y con temor porque viaja con sus dos hijas y viven sin localización, ni reposo.

Prácticamente aquí no hay policías, no hay nada, estamos a la deriva. No sé qué hacer porque llevo dos infantes, estoy asustada y no sabemos lo que haremos, compartió en su testimonio.

Durante la breve conversación, dijo que los integrantes de la caravana estaban confundidos y no definían qué rumbo tomar, estamos viendo si seguimos más arriba (al norte del país) o nos regresamos; desearían, comentó, dejar atrás esas horas de incertidumbre y zozobra.

En lo personal, ella pensaba en regresar a la Ciudad de México porque no quiere poner en riesgo a sus hijas. Necesito saber en qué parque me puedo quedar, me duelen mucho mis pies, los traigo maltratados y sólo quiero descansar.

Los migrantes han padecido penurias durante su recorrido por el país: han dormido en bajo puentes, en camellones, parques y banquetas a la intemperie; han sido víctimas de abusos por parte de agentes migratorios. El acoso ha sido tal, que cuando la caravana inició su ruta hace dos meses con más de 5 mil personas, el número se redujo a cerca de 400 en su arribo a la ciudad, dijeron.

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