Lluvias en Tijuana, viejo fenómeno y nuevos desastres
Tijuana, enero. En pleno fenómeno de «la niña», que supone ausencia de lluvia y sequía en esta parte del país, Tijuana ha registrado precipitaciones intensas que en un solo día -entre el 15 y 16 de enero- rebasaron la cuarta parte de los registros anuales promedio de las dos últimas décadas, y fueron superiores al agua que cayó con la tormenta del 6 de enero de 1993, una de las más copiosas en el siglo pasado, que generó muertes y desastre en el municipio y que ocurrió durante el periodo del «niño».
La estación lluviosa, que inició desde noviembre de 2022, ya ha cobrado la vida de cinco personas: tres arrastradas por la corriente y otras dos sepultadas por un un talud que se deslizó sobre su hogar; cuatro de las muertes ocurrieron en Tijuana y una en Playas de Rosarito, demarcación que comparte características topográficas con este municipio.
Además ha causado afectaciones materiales en la infraestructura urbana y propiedades privadas: múltiples baches y daños viales, encharcamientos, interrupciones de servicio eléctrico y de agua potable y deslizamientos de tierra, como el que ocurrió en una ladera en Infonavit Latinos donde 29 viviendas resultaron afectadas, una casa habitación de la colonia Colinas de la Cruz y la caída de bardas, sin contar con que el suelo saturado de humedad pesa más e implica riesgo de desplome, y que aún hay pronóstico de lluvias.
16 de enero, más lluvioso que hace 30 años
De acuerdo con los registros de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), del 15 al 16 de enero la presa Abelardo L. Rodríguez captó 65.2 milímetros –53.8 milímetros o 2.11 pulgadas solo durante el día 16 -, contra los 50 milímetros -1.98 pulgadas- que cayeron el 6 de enero de 1993.
A las 8 de la mañana el vaso ya estaba a 18.52 por ciento de su capacidad, que es de 138 millones de metros cúbicos; la Dirección de Bomberos de Tijuana informó que las lluvias de los días mencionados incrementaron 23 centímetros el nivel de agua con 423 mil 209 metros cúbicos respecto a las 8 horas del 15 de enero, y 35 centímetros o 638 mil 989 metros cúbicos en comparación con el mismo horario del día anterior, el 14 de este mes.
El titular de Protección Civil de Tijuana, Aldo Rentería, explicó a medios de comunicación que hace 30 años no se registraban lluvias tan intensas como las de esta temporada. Investigadores de El Colef expusieron en un reporte sobre el desastre de 1993 que los 50 milímetros del 6 de enero dejó un saldo de 40 personas muertas y daños millonarios por pérdidas materiales. El promedio anual en esta parte del mundo es de 200 milímetros o 7.8 pulgadas.
En la temporada actual, las lluvias iniciaron desde noviembre de 2022 con consecuencias graves como la muerte de dos hermanos -Rebeca y Hugo, de 16 y 23 años- en el Cañón del Pato: una fuerte corriente arrastró su auto cuando estaban frente a su domicilio; también hubo inundaciones, caída de árboles, cortes de energía, deslizamientos de tierra y accidentes vehiculares, además de calles intransitables por la acumulación de lodo por diferentes rumbos, incluso en áreas totalmente urbanizadas.
La madrugada del pasado 16 de enero la tragedia enlutó a otra familia: las precipitaciones cobraron la vida de dos niñas de 7 y 14 años, también hermanas, quienes murieron dentro de su vivienda ubicada en la colonia Tejamen que quedó sepultada por el deslizamiento de un talud; ahí mismo se logró rescatar a los padres y otro hermanito de las menores.
Más tarde, en Playas de Rosarito se rescató el cuerpo de un hombre que falleció el día anterior al ser arrastrado por la corriente en su vehículo. El secretario de Seguridad Ciudadana, Francisco Javier Arellano Ortiz, mencionó que la víctima, de unos 50 años, había logrado subir al techo del vehículo y un vecino le lanzó una cuerda, pero no pudo salir.
Riesgo latente
Y aunque es común que los pronósticos cambien y es latente la posibilidad de que se repitan desastres como el de 1993 y otros años, las lluvias en Tijuana, copiosas o no, son sinónimo de afectaciones y hasta pérdidas de vidas, como las ocurridas en este invierno.
Han transcurrido 30 años de aquella tormenta del 6 de enero de 1993 que cobró la vida de 40 personas y pérdidas de millones de dólares por daños materiales, que además paralizó la vida de Tijuana durante casi un mes, según la Evaluación del impacto de las inundaciones en Tijuana que realizaron los investigadores del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte Gerardo Bocco, Roberto A. Sánchez y Hugo Riemann.
El trabajo publicado ese mismo año señala que el desastre ocurrió debido a que «la mayor parte de la ciudad se desarrolló sobre terrenos no aptos para la urbanización. Familias de muy bajos recursos ocupan laderas muy empinadas y fondos de valles expuestos a inundaciones repentinas.
El drenaje pluvial es inapropiado o inexistente, incluso en zonas de mayores recursos económicos la tala de laderas forestadas ocurre sin control, sumado a la microsismicidad asociada a fallas geológicas que provoca deslizamientos y movimientos de terrenos en varios sectores».
Los investigadores señalaron que «las inundaciones de enero del 93 fueron una muestra brutal y repentina del elevado costo social, económico y ambiental que implica el crecimiento desordenado y la alta vulnerabilidad a emergencias naturales que este genera», y sobre las características del municipio, destacaron hace tres décadas que 20 por ciento de la ciudad se asentaba sobre depósitos fluviales recientes y 65 por ciento del área urbana sobre materiales fluvio-marinos pre-holocénicos (terrazas de areniscas y conglomerados) y 15 por ciento sobre rocas volcánicas con suelos más arcillosos.