La biblioteca Benito Juárez se queda donde estaba
Tijuana, 22 de junio.- La biblioteca municipal “Benito Juárez” permanecerá en el inmueble adyacente al antiguo centro de gobierno (hoy donado a la UABC), es decir, donde siempre ha estado, solo se realizarán obras de mantenimiento y reparación porque había muchas “goteras” informó esta mañana de manera muy escueta el titular de la Secretaría de Cultura, Pedro Ochoa.
Así, como un día la opinión pública se enteró que la biblioteca municipal iba a ser reubicada –sin un lugar ya asignado- porque sus instalaciones se iban a utilizar para alojar oficinas del gobierno del estado, hoy se conoció oficialmente que hay un proyecto para mantener los libros donde estaban. Durante la conferencia mañanera del gobernador Jaime Bonilla, lo comentó muy sucintamente con el secretario de Cultura.
“Cuando en febrero llegan personas a decir que nos teníamos que salir del espacio, los bibliotecarios me hicieron el comentario y hablé con el coordinador y le dije: nosotros no tenemos ningún oficio que nos indique eso”, recordó la directora del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC), Minerva Tapia.
Por ello llamó la atención que, mientras el 18 de marzo las autoridades estatales entregaron oficialmente a la UABC las oficinas del Centro de Gobierno en Tijuana, sobre el tema de la biblioteca nadie se pronunció.
Fue el secretario general de Gobierno, Amador Rodríguez Lozano, quien informó que “todas las áreas de atención al público, como antecedentes penales, registro público, pago de impuestos, recaudación, archivo de notaría, entre otros, quedarían en un edificio aledaño que actualmente es utilizado como biblioteca”.
“Fue entonces cuando inferimos que esta decisión implicaba desmantelar la Biblioteca Benito Juárez”, explicó la maestra Rosa Alicia Esténs, integrante de la Asociación de Bibliotecarios de Baja California AC, la cual entonces decidió tomar cartas en el asunto.
El 17 de febrero hubo una primera manifestación, a la que convocó en redes sociales la promotora cultural Aída Méndez, usuaria de la biblioteca, “y se formuló una petición en el sitio Change.org con dos ideas centrales: que la Biblioteca Regional ‘Benito Juárez’ no fuera convertida en oficinas, y que las bibliotecas de Tijuana recibieran el apoyo administrativo, presupuestal y político del que han carecido desde hace muchos años”, detalló la profesora.
Creciente descontento
Así, entre el 19 de febrero y el 21 de marzo la voz de la ciudadanía se hizo escuchar en la plataforma change.org, con las 12 mil 590 firmas que ahí se plasmaron, apoyando la petición Biblioteca Sí, Oficinas No, las que fueron acompañadas de algunos comentarios como:
- Esta biblioteca es parte de mi educación y parte de mi historia de vida.
- Fui estudiante de escasos recursos y la biblioteca fue lo único que tenía para estudiar.
- El patrimonio de Baja California no es propiedad del gobernador.
- Esa biblioteca es parte de mi infancia. Soy una lectora activa y crítica gracias a que tuve el espacio para desarrollarme.
Leobardo Sarabia, director del IMAC en 2001, dijo a La Jornada Baja California en su momento que la decisión de desalojo del inmueble “implica naturalmente una falta de respeto a esa biblioteca y a la función que desempeña en la comunidad. Considero que fue una decisión desafortunada y un mal mensaje que no tiene mucha lógica, ni una explicación coherente, más allá de la ocurrencia”.
El escritor, editor y promotor cultural recordó que la biblioteca se inauguró en 1982, y que “hay derechos legales y por tradición que convendría respetar”.
Otro de los personajes que alzaron la voz contra la reubicación fue el bibliotecario J. Jesús Sánchez Torres; “la biblioteca ha sido mi hogar por 30 años, y que de pronto lleguen con esa noticia …, porque a nadie se tomó en cuenta, no tiene sentido. Es algo que me pone ¡muy triste!”
Don Chuy fue alimentando su amor por la biblioteca porque ésta fue parte fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje de su hijo invidente. Ahí le enseñaron el lenguaje braille para ciegos.
Fue tal el empeño que don Chuy puso para sacarlo adelante, así como a otros menores que eran débiles visuales, que hacía un recorrido desde Torres del Lago hasta el fraccionamiento El Mirador para llevarlos a las clases de braille en la Benito Juárez, donde él y su esposa se habían convertido en auxiliares del maestro, Luis Molina. Al concluir las lecciones, trasladaba a los niños de nuevo a sus casas.
Esta biblioteca, la segunda pública que tuvo Tijuana, es el único lugar donde se enseña braille de manera gratuita; de ahí la molestia de don Chuy al ver cómo se sacaba el mobiliario y otras cosas de valor sin el menor cuidado. “Nadie estaba entregando y nadie recibiendo. Aventaban las cosas arriba de los carros y se las llevaron a diferentes puntos de la ciudad para almacenarlas. Igual en el ICBC, se hizo un saqueo, se vació”.
El temor de los bibliotecarios está fundamentado en la experiencia. “Cuando se almacena el acervo de las bibliotecas no solo hay deterioro, sino pérdidas importantes, como en el caso de la biblioteca Braulio Maldonado Sández, cuyo acervo y ficheros se almacenaron durante los dos años que tomó su remodelación. Y cuando se reinstaló, se percataron de que cerca de 30% de las publicaciones se habían perdido, así como el trabajo de clasificación y catalogación que había hecho una bibliotecaria”, recuerda Rosa Alicia Esténs, quien durante tres años realizó una exhaustiva investigación sobre las bibliotecas públicas de Tijuana.
Precipitación del estado, ¿reversa del municipio?
Como relató don Chuy, parte del material que albergaba la biblioteca fue sacado y llevado a otras zonas de Tijuana. El mobiliario, por ejemplo, al Archivo del municipio, ubicado en el centro de Tijuana, y alrededor de 90 piezas, la mayoría piezas arqueológicas, “están debidamente embaladas y cuidadas en el Museo de Historia de Tijuana en la calle segunda”, detalló la directora del IMAC, Minerva Tapia.
Tapia Robles confió a La Jornada Baja California que la presidenta municipal de Tijuana, Karla Ruíz MacFarland, giró instrucciones al Instituto, del que depende la biblioteca, para que el mobiliario y todo lo que se sacó regresen a donde estaban.
Así, las computadoras que daban servicio al público y que habían sido enviadas a la Casa de la Cultura de la colonia Altamira ya regresaron a la «Benito Juárez».
Incluso algunos libros que se habían puesto en caja ya se encuentran de nuevo allí, perfectamente acomodados en los anaqueles, así como el material de Braille.
Además, las 90 piezas ya mencionadas, así como el mobiliario, regresarán al lugar de donde salieron.
Preguntas que surgen
¿Quedará entonces nulificada la intención del gobierno del estado de desalojar la biblioteca? ¿Cuándo las condiciones por la pandemia lo permitan, la Biblioteca Benito Juárez volverá a abrir sus puertas al público en el mismo lugar en el que ha estado durante casi 40 años? ¿Qué pasará entonces con la reubicación de la biblioteca de la que hablaron las autoridades estatales? ¿En qué terminó el proyecto Centro Cultural Correo? donde se ubicaría la biblioteca Benito Juárez.
Y vino el proceso electoral. “Hay una situación de inmovilidad. Los tiempos electorales jalan la marca y toda la atención. Me dicen que tanto bibliotecarios como acervos continúan en la biblioteca «Benito Juárez». No existía, como vemos, plan de reubicación alguno. Era un asunto que no estaba en ningún plan de desarrollo o programa de gobierno. La hemeroteca nunca se movió, por ser de manejo altamente delicado. En realidad, lo que vemos es una enorme interrogación”, concluyó Sarabia Quiroz.
Datos importantes
El 20 de octubre de 1982, el entonces presidente de México José López Portillo inauguró la biblioteca pública «Benito Juárez» (que en aquel entonces llevaba su nombre), así como el Centro Cultural Tijuana (Cecut).
Parte del patrimonio de la Biblioteca Regional Benito Juárez:
- Tiene un acervo braille de más de 984 tomos.
- Más de 30 mil 330 ejemplares de acervos generales, literatura y consulta
- Una colección de piezas arqueológicas de los antiguos pobladores de la región
- Una colección de videos de cine de culto
- La Hemeroteca Rubén D. Luna, con diarios que datan desde 1939 hasta el 2002.
- Una sala de lectura infantil, con un acervo de 5 mil 638 libros infantiles y actividades para los niños
- Un total de 40 mil 935 libros