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Región

En Chicago, la Convención Demócrata a partir del lunes

Por: David Brooks y Jim Cason / La Jornada

Chicago. El blues urbano, los mártires de Chicago, las luchas centenarias de inmigrantes, el 68 y los siete de Chicago, las marchas de migrantes más grandes del siglo, la bolsa mercantil donde se decide la vida o muerte de productores agrarios a nivel mundial, Benito Juárez, la tercera ciudad mexicana del país, todo frente a un mar sin sal –el lago Michigan– que será escenario de la Convención Nacional Demócrata del 19 al 22 de este mes.

De repente aparece, sin nada que ofrezca un aviso y en medio de una cuadra, que antes era una plaza, Haymarket Square, el sitio donde nació el 1º de Mayo, que honra alrededor del mundo a la clase asalariada –a excepción de Estados Unidos–.

Ahí, hay un monumento medio raro: figuras sin rostro que registran los hechos del 4 de mayo de 1886, cuando durante un mitin del movimiento que exigía reducir la jornada laboral a ocho horas diarias –el cual había organizado una megamarcha de 80 mil trabajadores el 1º de mayo– alguien arrojó una bomba matando a varios policías y civiles, por lo cual varios líderes anarquistas fueron culpados, cuatro de ellos enjuiciados y ejecutados, y quedaron inscritos en la historia como los mártires de Chicago.

Símbolo de lucha de la clase obrera

Placas alrededor de la base del monumento, colocadas por centrales obreras y sindicatos de varias partes del mundo, incluyendo una del Frente Auténtico del Trabajo de México, otras de federaciones laborales de Alemania, Argentina, Francia y una de la estadunidense AFL-CIO, con mensajes de solidaridad proletaria, mantienen vivos los fantasmas de este sitio con vigencia contemporánea en la lucha y defensa de la justicia laboral aquí y el resto del mundo.

También es recordatorio de las vidas perdidas por una causa laboral y ofrece una advertencia sobre los extremos a los que pueden llegar los represores contrarios a las expresiones de lucha popular, aspecto que critican organizadores de una marcha de protesta planeada para realizarse a las afueras del cónclave demócrata.

Algunos señalan que hay paralelos con lo sucedido en esta ciudad en el verano de 1968, cuando el Partido Demócrata realizó su convención nacional aquí, en medio de una guerra cada vez más impopular (Vietnam), protestas estudiantiles nacionales, y poco después de que un presidente demócrata abandonó su candidatura para su relección (Lyndon B. Johnson) por esa guerra.

En 1968, las protestas en Chicago de miles contra la guerra y por los derechos civiles fueron violentamente reprimidos, en un episodio que algunos llamaron motín policiaco, bajo ordenes de un alcalde y caudillo demócrata Richard Daley. Parte de la represión fue el famoso juicio de los supuestos líderes de las protestas que se bautizaron como los Siete de Chicago.

No obstante, ahora el alcalde es un progresista egresado del gran sindicato de los maestros, y la cúpula demócrata desea evitar una repetición del 68 –vale recordar que perdieron la elección presidencial ese año–, aunque algunos activistas y periodistas tienen nostalgia.

La convención se realizará en una ciudad que por sí sola sería la vigésima economía más grande del mundo. Es una ciudad plena de pasado migrante –polacos, italianos, alemanes, irlandeses, puertorriqueños, centroamericanos, pero, sobre todo, es en gran parte una metrópolis mexicana. La cultura mexicana tiene su estampa a través de la ciudad, desde la gastronomía hasta murales y artes plásticas y, por supuesto, en la música. Y estatuas de Benito Juárez en pleno centro, el Museo Nacional de Arte Mexicano; las federaciones y clubes de oriundos y los barrios mexicanos de Pilsen y La Villita, entre otros.

La mexicanización de Chicago tiene una historia compleja nutrida por décadas de migrantes de Michoacán, Guanajuato, Jalisco y otros estados más, al punto de que a la fecha, una de cada cinco personas en esta ciudad se identifica como mexicano.

La migración interna desde otras partes de Estados Unidos también ha moldeado esta ciudad, sobre todo por la de los afroestadunidenses de los campos del sur que llegaron a las industrias de esta urbe. El blues de Chicago es manifestación viva de esta migración, con el blues acústico rural que nace en el sur enchufándose a la electricidad industrial urbana. B.B. King, Buddy Guy (cuyo club sigue funcionando, a veces con la presencia del ícono) y otros son parte de la ruta sonora de la urbe.

Entre los discursos y foros del magno espectáculo de la Convención Nacional Demócrata, y las protestas afuera, esta ciudad mantiene el ánimo en medio de tiempos difíciles, e insistir en que, a pesar de todo lo que se padece y sufre, también se tiene que festejar otro día de vida, o sea, aquí se sabe cantar el blues.

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