Maravilla el Colibrí en San Pedro Mártir; recibió su primera alerta para observar estallido de rayos gamma
A unos días de haberse instalado, el telescopio Colibrí, ubicado en el Observatorio Astronómico Nacional en la sierra de San Pedro Mártir, recibió la primera alerta para observar un estallido de rayos gamma, uno de los eventos cósmicos más energéticos del universo desde el big bang.
Fue muy emocionante porque en cuanto se recibió la alerta, la cúpula del edificio que lo alberga tuvo que girar y abrirse en 20 segundos para poder detectar el estallido y seguirlo durante tres horas y media
, dijo Rosalía Langarica Lebre, investigadora del Departamento de Instrumentación del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e involucrada en el desarrollo del instrumento.
En entrevista con La Jornada, resaltó que si bien en ese momento no fue posible recabar más datos sobre la explosión, porque todavía no se tenía instalada la instrumentación periférica que permitirá hacer el análisis de los datos, se pudo comprobar que el telescopio sí responde a las alertas y que está en coordinación con el edificio que lo alberga.
El aparato fue construido mediante una colaboración entre México (Instituto de Astronomía de la UNAM y Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías) y Francia (las universidades de Aix-Marsella, de Toulouse, y Alpes-Grenoble, así como el Centro Nacional de Estudios Espaciales y del Centro Nacional de Investigación Científica).
Su principal objetivo es identificar y dar seguimiento a los estallidos de rayos gamma, un área de estudio de la astrofísica que trata uno de los eventos que liberan más energía en el universo.
Los estallidos están relacionados con las etapas finales de la vida de una estrella y en esos momentos se libera mucha energía; tanta como el equivalente a toda la fuerza que libera el Sol en toda su vida, con la diferencia de que los estallidos ocurren en unos cuantos segundos
, comentó la experta.
Agregó que su estudio es de suma relevancia porque esa explosión genera condiciones extremas –que no se pueden reproducir en la Tierra– mediante las cuales es posible estudiar el comportamiento de la materia.
Debemos tener presente que todos los elementos que están en la tabla periódica se forman ahí. Todo viene de las estrellas. Por tanto, el conocimiento que obtenemos de su observación es fundamental.
Colibrí trabajará en red con otros dos telescopios terrestres en China que recibirán alertas del satélite franco-chino SVOM (monitor de objetos variables astronómicos multibanda basado en el espacio) lanzado en junio de este año.
Tener instrumentos de observación en estos dos países permitirá siempre mirar el cielo desde la parte de la Tierra en que se encuentre de noche sin importar su movimiento de rotación
, resaltó.
Langarica Lebre detalló que toma el nombre de Colibrí debido a que fue construido con un cuerpo mecánico que le permite girar con rapidez y dirigirse a cualquier zona del cielo en 20 segundos. Tiene 1.3 metros de diámetro en su óptica principal y cuatro metros de altura.
El diseño óptico fue hecho en México, la estructura mecánica en Alemania y el pulido de espejos en Francia, mientras la electrónica y el control fueron desarrollados en México y Francia.
Instalado en el Observatorio Astronómico Nacional San Pedro Mártir, a 2 mil 800 metros de altura, cuenta con un instrumento llamado DDrago, que le permite analizar la luz captada y convertirla en información.
Existe la idea, hasta la fecha, de que los astrónomos trabajan con un ojo pegado en el telescopio; eso ya no es así desde hace muchos años. Por los bajos niveles de luz que se detectan son necesarios equipos técnicos que lleven la luz recolectada a través de un sistema óptico que la maneje de cierto modo para finalmente realizar el análisis de los datos que se han conseguido.
La iniciativa fue liderada por Stéphane Basa, investigador responsable por Francia, mientras por México estuvo a cargo William Lee.
Langarica Lebre dijo que las primeras ideas de una colaboración para realizar este proyecto datan de hace 15 años, aunque el desarrollo comenzó hace 10, y la definición y fabricación tienen cinco años.
“Colibrí es un gran logro tecnológico, pero también un ejemplo de la colaboración entre científicos de diversos países».