En Juárez, migrantes acuden a las últimas citas antes del fin del CBP One
Ciudad Juárez, 19 de enero.- Un grito espabila a una muchedumbre alineada en fila al pie del puente fronterizo Paso del Norte: ¡En 15 minutos pasan!
Es la voz de un agente de seguridad que exalta a las decenas de personas migrantes que esta madrugada esperan para presentar su solicitud de asilo a Estados Unidos.
Son unos 300, tal vez de los últimos que entren mediante la aplicación conocida como CBP One, lanzada hace exactamente dos años por la administración de Joe Biden para agilizar las peticiones de asilo en el vecino del norte, y que el gobierno de Donald Trump –que asume mañana– planea cancelar.
El escuchar que están por pasar al cruce fronterizo, un par de jóvenes procedentes de Honduras se funden en un abrazo. Sus sonrisas son espontáneas, muestran su felicidad, pronostican que los meses de peligro y desasosiego que enfrentaron en la ruta migratoria quedarán en el pasado.
Forman parte de los ocho integrantes de la familia Castillo que desde hace varios meses metieron su vida en una maleta, dejaron todo atrás y salieron de Honduras rumbo al norte.
Cita
Tras varios intentos fallidos en la aplicación de CBP One, el 31 de diciembre pasado finalmente se les autorizó la cita para el 18 de enero. Fue un regalo de año nuevo
, comenta Cristina, una de las mujeres de esta familia que cada día se siente más cerca del sueño americano.
“Estamos emocionados, nerviosos; queremos reír, llorar. Ni comimos de la emoción… ya casi pasamos”, dice sin saber que aún les espera un largo proceso migratorio para acreditar ante una corte si cumplen con los requerimientos para recibir el asilo. De ser así, podrán ingresar de manera regular a Estados Unidos, pero si la respuesta es negativa, se les deportará.
La aplicación CBP One inició operaciones el 18 de enero de 2023. Cifras oficiales indican que hasta octubre pasado más de 800 mil migrantes habían programado con éxito sus respectivas citas. Aunque el número es insuficiente comparado con los millones de solicitantes.
El intenso frío no impide que esta gente viva un efímero sentimiento de dicha. A las 5:30 de la madrugada les dan la indicación de avanzar. Al entrar al puente fronterizo algunos se persignan, otros sonríen y unos más voltean atrás, tal vez a manera de recapitular el camino andado desde que decidieron dejar su lugar de origen.
Declaraciones
Cuando micrófonos o cámaras aparecen, prefieren callar, cero declaraciones, no vayan a usarse en nuestra contra
. Pero en corto cuentan todo.
Caminan unos 300 metros hasta llegar a la línea divisoria. De un lado, se erigen un par de banderas de México, al otro, se ven dos de Estados Unidos.
Una nueva voz se alza: “Van a pasar a las 6.30. Hagan una fila y tengan a la mano sus documentos, pasaporte, cédula y comprobante de cita… ¡No se estresen!”
El llamado no viene de una autoridad, es de una vendedora de dulces callejera, quien se toma la licencia de organizar a los migrantes, convirtiéndose involuntariamente en un apoyo para las agentes de migración (mujeres) estadunidenses, que están a unos pasos.
El surrealismo nacional al que, por la dinámica fronteriza, se suman los vecinos del norte.
Visiblemente cansados, encorvados por el frío y el agotamiento, los migrantes se vuelven a alinear respetando los sitios en la fila.