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El placer masoquista de viajar en Viva

Por: Mireya Cuéllar

Ciudad de México, 13 de marzo. Todos los vuelos de Viva Aerobús con destino a la ciudad de Tijuana están demorados desde el mediodía, luego de que el vuelo 1254, que debió salir de esta capital a las 3:05 de la tarde, tuvo que aterrizar de emergencia -después de una hora en el aire- “por una falla en un motor”.

“Como a la hora de que íbamos volando, el piloto nos dijo: ‘les tenemos noticias’, pero no volvió a decir nada. Preguntamos y nadie nos informaba de qué clase de noticias se trataba.

“Estuvimos durante 40 minutos dando vueltas y de repente nos dijo que tendríamos un aterrizaje de emergencia y bajamos en 15 minutos”.

“La tripulación no nos quiso dar una explicación. ¡Que en la recepción de la sala B nos dirían qué había ocurrido! Ahí la explicación fue que el avión tenía ‘una falla mecánica en un motor’. Nos dijeron que en el Wings teníamos crédito de 200 pesos para comer”, y eso fue todo.

Frente a la ventanilla de la aerolínea, en la sala B de la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, la recepcionista de Viva es una general. Manda a todos de vuelta por donde vinieron: “regresen a las siete de la noche para recibir información”, para Andrea, que insiste en que se merecen un mejor trato y una compensación, la respuesta es “ve a la Profeco” (Procuraduría Federal del Consumidor).

Ella es una de los pasajeros más ansiosos -duda si debe volver a subir, está angustiada y salvo la amiga que la acompaña, nadie la atiende-. Otros pasajeros pasan el momento con mayor estoicismo y a las 7:30 de la noche aterriza “un equipo” que viene de Puerto Vallarta. Ese lo abordan los pasajeros del 1254. Andrea sigue sin poder controlar su angustia, pero todos retoman el vuelo minutos después de las ocho de la noche.

Como en efecto dominó, los vuelos 1248 y 1250, con destino a Tijuana, también están retrasados, porque toda la cadena se ha roto. No hay en la línea aérea un equipo de repuesto que pueda operar cuando alguno falla.

Un piloto, en los pasillos del aeropuerto explicó -a pregunta expresa- que por protocolo no dan mayor información a los pasajeros para que nadie se preocupe más de lo necesario. La situación es ya tensa y no hay por qué aumentarla.

En estos casos, apuntó, los pilotos deben valorar muy rápido cuál es la mejor alternativa, y si la falla es en uno de los motores -como en este caso- se puede aterrizar con el otro. Hay que buscar la pista más cercana o el aeropuerto que tenga mejores condiciones. Esta última consideración, dice, fue seguramente la que hizo al piloto volver a la Ciudad de México y no irse a Monterrey. ¿Y las vueltas en el aire?, fueron para “quitarle peso”, no solo para quemar el combustible y tocar tierra con la menor cantidad posible.

Entrenadas para atender estos casos, las chicas del mostrador de Viva informan que el vuelo 1250, quizá, y solo quizá, se irá a las 10:30 de la noche. Y todos los pasajeros regresan a sus asientos a seguir esperando, aunque compraron boleto para las 8:55 de la noche.

Será una especie de masoquismo, porque los clientes de Viva se han acostumbrado a que pagan menos por un boleto pero no tienen garantía de que llegaran a su destino a la hora prometida y nada les garantiza que no tendrán la experiencia de ver un motor quemándose en pleno vuelo, como ya ha ocurrido.

Y aquí estoy, sentada en la sala B de la Terminal 1, preguntándome por qué nos gusta jugar a los volados subiéndonos a Viva. Será que les mando un WhatsApp a mis hijos diciéndoles que si el Airbus de Viva se cae le cobren doble indemnización porque la línea sabe que hoy uno de sus aviones falló y no sé si es el mismo equipo en el que nos van a poner a los del vuelo 1250.

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