Tren Maya y el rescate del patrimonio
El director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, compareció ayer en la conferencia presidencial matutina para explicar las acciones de “protección, estudio y salvaguarda de todos los elementos arqueológicos e históricos” que se encuentran en la ruta de los distintos tramos del Tren Maya. El funcionario reconoció la necesidad de compaginar los tiempos de las obras de construcción con los requeridos para el salvamento de la información y los vestigios arqueológicos, pero aseguró que “podemos estar confiados en que el patrimonio cultural vinculado con esta ruta está siendo cuidado, estudiado, resguardado y puesto en valor”.
Según detalló Prieto Hernández, en los tramos uno a cinco se han hallado 458 mil 730 fragmentos de cerámica, 305 vasijas completas, 23 mil 778 estructuras inmuebles (cada una de las cuales ha sido registrada, georreferenciada y se le ha tomado la información de referencia), 373 enterramientos humanos tanto en superficie como sumergidos, mil 334 bienes muebles y 775 rasgos naturales asociados a contextos arqueológicos.
Al mismo tiempo que se localiza, resguarda y estudia esta ingente cantidad de materiales, mediante el Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), se rehabilitan 21 de los 45 sitios que estarán abiertos al público cuando se inaugure el Tren Maya. Asimismo, informó que en 97 por ciento de los hallazgos ubicados sobre el derecho de vía de los tramos uno a cuatro ya se dio el visto bueno para continuar las obras, mientras la mayoría de los descubrimientos que precisan estudios o excavaciones adicionales se encuentran en las inmediaciones del derecho de vía, por lo que no se verían afectados.
Debe recordarse que el INAH goza de “plena facultad normativa y rectora en la protección y conservación del patrimonio cultural tangible e intangible”, por lo que es de saludar que esta institución actúe con diligencia en el salvamento de la riqueza develada en el transcurso del tendido o remozamiento de la infraestructura ferroviaria. La transparencia con que se ha informado sobre la cantidad y la naturaleza de los vestigios hallados debería bastar para disipar las preocupaciones en cuanto a que el desarrollo de una obra de la envergadura del Tren Maya acarrearía una inevitable destrucción del patrimonio cultural oculto en las selvas de la península de Yucatán y el sureste mexicano.
Lejos de que ello haya sucedido, se presenta un saldo por el que bien cabe congratularse: la construcción de este proyecto turístico y vial ha traído nueva atención del público y los especialistas sobre el inabarcable legado de la cultura maya, algo de suyo positivo, y además tendrá como beneficio adicional ampliar el conocimiento en torno a esta civilización gracias a todos los objetos históricos recuperados en los meses recientes.