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Opinión

Síndrome Noroña: coacción con acuerdos políticos a espaldas de electores

Por: José Zavala Álvarez*

Ninguna diferencia hay entre el reclamo de Noroña, quien exige sin recato alguno y en cuanta tribuna tiene al alcance, cargos de mayor poder, y la carta firmada que Cortés, presidente del PAN, hizo pública sobre los acuerdos con Jiménez, candidato priista y posterior gobernador de Coahuila, para que les entregara un sinnúmero de cargos en el gobierno estatal, notarías y más. Tampoco hay diferencia con los obsequios metaelectorales a Ebrard, Monreal y Velazco, también por la apócrifa vía plurinominal, nadie votó por ninguno de ellos. Por supuesto, sin dejar de mencionar a un sinnúmero de casos de ofensivas entregas de candidaturas a personajes que rayan en lo impresentable y adulteran ideológicamente a la llamada 4T. Bueno, sí hay diferencia: los estilos personales para “cobrar piso”.

Acuerdos como los que hoy Noroña, con su estilo desbocado e irreverente, utiliza para la coacción, son simple y llanamente un desprecio a la soberanía ciudadana, al electorado, pues quienes los llevan a cabo se arrogan el poder de decisión para disponer de cargos de elección popular y obsequiarlos como si fueran de su propiedad, éste es el verdadero fondo del problema, la arraigada costumbre de políticos con poder para pasar por encima de la institucionalidad escrita en leyes que debiera obligar a que cada cargo de elección se obtenga con votos y que previamente cada postulación se someta a auténticos procedimientos democráticos con equidad garantizada, sin chicanadas ni ventajas deshonestas.

Ciertamente la esperanza social, la de los muchos, de recuperar la constitucionalidad de las reivindicaciones sociales, de proscribir a aquellos que se han apropiado indebidamente de  bienes y dineros gubernamentales, de despedir de la función pública a sediciosos benefactores de intereses privados o grupales, de poner en los cargos públicos a personas honestas y comprometidas socialmente, se traduce en un abrumador bono de confianza y apoyo electoral para quienes asocian con el presidente, con la cuatroté y, ahora, con la nueva comandante al mando Claudia Sheinbaum, y de paso baña a quienes lograron obtener o asociarse con la marca cuatroteísta por cualquier mecanismo o maniobra, aun si su perfil y desempeño público sea, o haya sido, diametralmente contrario. Este apabullante bono de confianza no logró filtrar y desechar a aquellos que, con diferente estilo, recurren al “cobro de piso” para satisfacer su apetito de poder público, unos “a las calladas” y otros con estridencias, pero igualados en enajenada arrogancia personal.

En rigor, la definición de los mandos de las fracciones partidistas en las cámaras legislativas debe resolverse por la vía de la elección, por voto secreto y directo de cada una/o de sus integrantes, sin línea ni artimaña alguna. Debe establecerse un procedimiento abierto y equitativo para que cualquiera pueda concursar, nada de acuerdos previos que violan el derecho y la libertad de cada legisladora/or para decidir con su voto. Este principio de voto individual, secreto y libre de coerción, también debe aplicarse para la determinación de los cargos de mando de las cámaras propiamente, como la Junta de Coordinación Política y las mesas directivas de los periodos.

La disputa por puestos de mando que hoy presenciamos entre los elegidos no debe poner ni en el mínimo riesgo el sólido mandato del electorado, el interés público es superior a las conveniencias personales o de grupo, quienes fueron elegidas/os recibieron una orden que deben cumplir, bajo ninguna circunstancia les está permitido fingimiento o dilación alguna, tampoco sesgos que desvirtúen los cambios en la institucionalidad constitucional y leyes derivadas que la población espera y mandató, menos se consentirán vergonzosas deserciones, abiertas y encubiertas, como las que se dieron durante el régimen obradorista por parte de quienes, presuntamente afines o ajenas/os ideológicamente, fueron beneficiadas/os por el propio presidente obsequiándoles representaciones legislativas y cargos de gobierno. El síndrome Noroña, el uso de la coacción a espaldas de los electores, con variaciones de estilo, no debe perturbar la lucidez y compromiso social de quien recibió el enérgico y determinante mandato popular.

*Profesor Investigador
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Mexicali
jza61@colef.mx

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