Riesgo nuclear: la pesadilla, de nuevo
Antonio Guterres, secretario general de la ONU, advirtió ayer que la humanidad “está a un malentendido, a un error de cálculo, de la aniquilación nuclear”, en referencia las tensiones generadas por la rivalidad entre Estados Unidos y China en el Pacífico y por la hostilidad entre los gobiernos occidentales y Moscú, a raíz de la guerra en Ucrania. Ante el inicio de los trabajos para ratificar y reforzar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) –ratificación que habría debido realizarse en 2020 y que debió ser postergada debido a la pandemia de covid-19–, el funcionario internacional recordó que actualmente hay “cerca de 13 mil armas nucleares almacenadas en arsenales del mundo” y manifestó que eliminarlas por completo “es la única garantía de que nunca se utilizarán”.
A esa misma preocupación se refirieron también los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Estados Unidos, Joe Biden, jefes de Estado de las mayores potencias atómicas del planeta. El primero expresó que “no puede haber ganadores en una guerra nuclear y nunca debe desencadenarse” y agregó que su gobierno se mantiene fiel a “la letra y el espíritu” del TNP. El segundo instó a Rusia a negociar nuevas restricciones en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés), que en su versión actual limita las cabezas atómicas a mil 550 y a 700 sistemas de lanzamiento balístico de más de 5 mil 500 kilómetros de alcance. Tal documento, firmado por Barack Obama y Dmitri Medvédev en 2011 y prorrogado el año pasado por Putin y Biden, está vigente hasta 2026. Por otra parte, pidió a Pekín que se incorpore a los mecanismos establecidos por Moscú y Washington para reducir el riesgo de errores de cálculo en el manejo de las armas atómicas y que asegure el cumplimiento del TNP.
Debe considerarse que en el contexto de nerviosismo bélico inducido por el conflicto ruso-ucranio, la presencia estadunidense en el Mar de China y la nunca resuelta tensión entre las dos Coreas, una evaluación errónea, un error humano o un fallo en los sistemas de alerta y de control de las armas atómicas podría incidir en la cadena de decisiones previas al uso de tales armas y desembocar en una confrontación catastrófica. La historia registra circunstancias críticas en las que tal escenario estuvo a punto de materializarse, como cuando, en plena crisis de los misiles en Cuba, personal de las bases militares de Duluth y Volk Field, en Estados Unidos, estuvo cerca de enviar un ataque de bombarderos con bombas atómicas contra la Unión Soviética. Una situación similar se produjo en esos días cuando un submarino soviético fue atacado en el Caribe con cargas de profundidad por barcos de Washintgon y su capitán estuvo a punto de ordenar el disparo de un torpedo nuclear contra los buques adversarios. Dos décadas más tarde, el mando militar soviético interpretó unos ejercicios bélicos de la OTAN como una “amenaza de ataque inminente” y ordenó iniciar los preparativos para el uso inmediato de armas nucleares. Tras la caída de la URSS, el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, abrió el llamado “maletín nuclear” por una falsa alarma causada por un cohete espacial lanzado desde Noruega. En 2010 la Fuerza Aérea de Estados Unidos perdió temporalmente la comunicación con 50 misiles provistos de ojivas atómicas, lo cual impedía detectar y detener un lanzamiento automatizado.
Al repasar los casos referidos y muchos otros, resulta inevitable concluir que la mera existencia de arsenales atómicos en manos de Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña, India, Pakistán, Israel y Corea de Norte representan un riesgo letal e inadmisible para el conjunto de la humanidad y que la comunidad internacional debe exigir, en consecuencia, medidas concretas para la eliminación definitiva y total de tales armas.