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Opinión

Refinería para México / Antonio Gershenson

Por: Antonio Gershenson

Después de 15 meses de espera, se concretó la venta de la refinería estadunidense Deer Park. De acuerdo con las políticas de disminución de sus inversiones, la empresa Shell (Royal Ducht Shell), aceptó la propuesta de venta de sus acciones a su socia Petróleos Mexicanos (Pemex). El camino a la adquisición de sus acciones fue relativamente rápido, debido a la solvencia económica que demostró la firma mexicana, su único socio.

Con la venta de las acciones de Deer Park, Shell aprovechó la oportunidad de detener el aumento de su deuda ambiental, entre otras cosas. Recientemente, un tribunal de Países Bajos exigió a la petrolera bajar sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 50 por ciento. Dicho gas es causante del efecto invernadero. En 2019 la producción de este gas tóxico fue de mil 65 toneladas.

La exigencia es fuerte, sin embargo, esta compañía es de las más fuertes en el mundo, tal vez la más grande. El promedio aproximado de sus ganancias anuales es de 15 mil 312 millones de euros. En pesos mexicanos serían alrededor de 315 mil 840 millones.

El requerimiento del Tribunal de Países Bajos se justifica por los efectos nocivos de las emisiones descritas y por la alta cantidad de contaminantes que ya se han depositado en la atmósfera: el gas butano, gasolina, diésel, fertilizantes y demás productos de la empresa ahora podrán venderse en México en mejores condiciones.

“Nuestra estrategia está orientada a reforzar nuestra posición como líder en el sector del petróleo y del gas y, a la vez, satisfacer la creciente demanda energética mundial de manera responsable. La seguridad, el respeto al medio ambiente y la responsabilidad social están en el centro de todas nuestras actividades”, declaración de principios ambientalistas de la Royal Ducht Shell. En ese panorama, Pemex debe cumplir con todos los acuerdos ambientales, no sólo con la refinería recién adquirida, sino con las seis con las que cuenta en el país hasta el momento.

Seguramente, las desventajas que tuvo esta sociedad inverosímil, van a ir desapareciendo. El ex presidente Salinas de Gortari, quien prefirió arriesgar la inversión en una refinería en Estados Unidos, en lugar de construir una en el país, o no quiso informar sobre la limitación de sus atribuciones respecto del manejo de la refinería, o fue sorprendido por los socios de Shell. Lo desafortunado fue que, de ganancias para México, no existe ningún registro, por lo menos, no que se conozca públicamente.

Cabe preguntar ¿dónde estuvo el negocio de contar con media refinería fuera de la República?

Por un mínimo porcentaje de diferencia en la inversión conjunta Shell-Pemex, la dirección de la productividad de Deer Park quedó bajo el mando de los dueños de la empresa británica. Este es el mecanismo por el cual Pemex vendía gasolina más barata en Estados Unidos que en el país de Pemex.

En Petróleos Mexicanos tenían la posibilidad de ofrecer 50 por ciento de las acciones. Se vivía un momento de gran productividad petrolera, aunque se ha argumentado lo contrario. Ganancias para la petrolera mexicana también existían.

Ahora que ya se ha comprado Deer Park, todo lo producido en esta refinería pertenece a Pemex. Las decisiones se toman desde sus oficinas y los energéticos derivados del petróleo, como lo son gasolina, diesel, asfalto, gas butano, fertilizantes, insecticidas, plásticos, telas sintéticas y demás productos, pertenecen al pueblo mexicano.

antonio.gershenson@gmail.com @Antonio.Gershenson

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