publicidad
Opinión

Primero los pobres… ¿también los jornaleros agrícolas?

Por: Omar Stabridis* y Cecilia Salgado Viveros** / La Jornada del Campo

  • Efectos de los programas de la 4T en sus condiciones laborales

El jornalero agrícola, como categoría laboral, se refiere a los trabajadores asalariados que tienen por ocupación la agricultura, la cual está caracterizada por condiciones de alta precariedad laboral. De acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda 2020, en México existen 2.3 millones de jornaleros agrícolas, cifra que hay que tomar con reserva debido a que persiste un problema en su contabilización, pues no se cuenta con una fuente de recolección de datos que se enfoque y sea capaz de captar las características, especificidades y dinámicas de este grupo laboral. Una manera de aproximarse a estas dimensiones es a través de la información que proporciona el Censo de Población y Vivienda, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) o la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH).

Para la descripción de hechos que reportamos aquí, utilizamos la ENIGH porque es la que, para este caso, tiene representatividad nacional, estatal y por área de residencia. Además, cuenta con información confiable sobre los ingresos de este grupo, particularmente, sobre sus salarios. Dicha encuesta se realiza los años pares, por lo que para este breve análisis consideramos el periodo 2016 2022. De acuerdo con la ENIGH (tabla 1), los trabajadores jornaleros son aproximadamente entre 2 y 2.1 millones, lo que representa aproximadamente el 5.3% del total de trabajadores asalariados.

Una de las particularidades que se presenta entre los jornaleros agrícolas respecto al resto de los asalariados, es lo relacionado con  la participación laboral por género y etnicidad. El porcentaje de mujeres a nivel nacional de las personas asalariadas se encuentra alrededor del 38%, de éste, el 39% corresponde a los asalariados no agrícolas y el 16.5% a los jornaleros agrícolas. Cabe mencionar que esta cifra es diferente cuando se analiza por región, siendo la más alta la región noroeste, que comprende los estados de Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora.

Los jornaleros agrícolas son un grupo con una alta proporción de hombres e indígenas, respecto al resto de trabajadores asalariados. Los jornaleros agrícolas que se reconocen como indígenas son poco más del 40%, cifra mucho más alta que el 25% que se reporta para el resto de los trabajadores asalariados.

Por la información proporcionada por el CONEVAL, sabemos que existe una asociación entre pobreza y etnicidad. Es decir, la población indígena tiene una proporción más alta de personas en pobreza que las personas no indígenas. Cuando trasladamos esta asociación al grupo de los jornaleros agrícolas, encontramos que la situación de pobreza entre ellos es más alta que la de la población del país. Por ello, buscamos indagar y, hasta donde se pueda, explicar si la ruta que han tomado las políticas públicas del primer período de gobierno de la 4T tuvo un efecto positivo en el bienestar de los trabajadores asalariados en general y en los jornaleros agrícolas en particular. Y, si este efecto, fue más alto en los jornaleros agrícolas y por qué. Para ello, desde un enfoque integral, tanto estadístico como desde la perspectiva que proporcionan las herramientas cualitativas de captación de la realidad en campo, medimos el efecto del aumento en el salario mínimo en los ingresos laborales, la pobreza por ingresos y la pobreza multidimensional.

La pobreza por ingresos considera solamente si el ingreso per cápita del trabajador es menor a la línea de pobreza, y la pobreza extrema por ingresos, lo hace respecto a la línea de pobreza extrema. Sin embargo, la pobreza multidimensional considera además del ingreso, las carencias del hogar. Al comparar los trabajadores asalariados con el resto de la población, encontramos que los trabajadores asalariados presentan menores porcentajes de pobreza.

En 2018 el porcentaje de asalariados en situación de pobreza fue de 29.6% y de pobreza extrema de 3.3%; cuatro años después, en 2022, esta cifra se redujo a 24.9% en pobreza y se mantuvo la cifra en pobreza extrema. Si separamos a los asalariados no agrícolas, observamos que las cifras son muy similares, pero, para el grupo de los jornaleros agrícolas, las cifras de pobreza son más altas. En 2018, 65.9% de jornaleros agrícolas se encontraban en situación de pobreza y 16.8% en pobreza extrema, para el año 2022 las cifras se redujeron a 55.9% de jornaleros agrícolas en pobreza y a 16.1% en pobreza extrema. Si tomamos en cuenta sólo la pobreza por ingresos, el cambio es similar al de la pobreza multidimensional para los jornaleros agrícolas, presentando un cambio de poco más de 2 puntos porcentuales (p.p.) en pobreza extrema.

Frente a estas cifras, cabe preguntarse si estas reducciones son resultado de la política de aumento al salario mínimo y si son similares en todo el país. En la tabla 2 podemos ir rastreando la respuesta, a través de la revisión de la evolución del salario por hora en términos reales.

Los salarios por hora de los jornaleros agrícolas son poco menos de la mitad de lo que ganan el resto de los asalariados. Sin embargo, en el periodo 2018-2022, se ha presentado un incremento en el salario de los jornaleros agrícolas con un 16.6% en términos reales, mientras que, para el resto de los trabajadores asalariados, fue de 7.1%. Estos datos son un esbozo de que la política de aumento al salario mínimo de manera sostenida desde 2019 tiene un efecto en todos los asalariados, aunque éste es mayor entre los jornaleros agrícolas.

A partir de un modelo estadístico encontramos que el aumento del salario mínimo tuvo un efecto positivo en el salario por hora del total de asalariados, pero este efecto es de 9 p.p. más alto entre jornaleros agrícolas, que en el resto de los asalariados. Al separar por regiones, se observa un mayor efecto en estados del sureste (Chiapas, Oaxaca, entre otros) con 16 p.p., con valores menores en el resto del país excepto en el Centro (Morelos, Estado de México, entre otros) donde no se observan cambios. Cuando se exploran los cambios en toda la distribución salarial (gráfica) se observa que en los estados del sureste y del occidente (Guanajuato, Michoacán y Jalisco) hay un mayor efecto entre los asalariados de la parte baja.

 En materia de pobreza por ingresos a nivel nacional, el aumento del salario mínimo generó una reducción de 2.3 p.p. en la probabilidad de ser pobre y un aumento de 3 p.p. de no ser pobre; el efecto en pobreza extrema es de 0.7 p.p., muy pequeño pero positivo. A nivel regional, los estados del sureste presentan una reducción de 3.3 p.p. de ser pobre extremo por ingresos y de 5.3 p.p. de ser pobre por ingresos. En el resto del país los efectos son muy pequeños. Considerando ahora la pobreza multidimensional, los resultados son muy similares a la pobreza por ingreso, con excepción de que se encuentran reducciones en la pobreza de 1.6 p.p. en la región noroeste.

En resumen, se vislumbra que la política del aumento sostenido del salario mínimo en términos reales tuvo un efecto positivo en los ingresos del total de asalariados, pero con un mayor efecto entre los jornaleros agrícolas. Ello da cuenta de un efecto progresivo de esta política, con el adicional de ser más alto en los estados del sureste, justamente en los estados con mayor expulsión de mano de obra jornalera agrícola, cuyas regiones receptoras cuentan con mayores salarios y amplia vocación agroexportadora, como la región occidente y noroeste. Si bien los datos muestran una evolución salarial positiva, hace falta registrar el efecto de ello en las condiciones reales de existencia de este grupo laboral e, integrar a su política de atención, un enfoque de género y pertinencia étnica que salvaguarde los derechos laborales de esta población.

*El Colegio de la Frontera Norte ostabridis@colef.mx
**Estancia posdoctoral Colegio de la Frontera Norte csalgado.postdoctoral@colef.mx

Related Posts