publicidad
Opinión

¡No 10, sino 12 puntos a José Steinsleger!

Por: Rael Salvador

Uno. El señor Padilla, en relación a la 36 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, me importa un pito (minimizar el comentario de entrada —en lo que refiere lo “diverso y plural”— es una forma anodina de clausurar el párrafo, y eso lo sabe la felonía de José Steinsleger).

Dos. Alegar lo contrario sería no reconocer que las editoriales, escritores y políticas nacionales pecan en ellas mismo de lo “diverso y plural”, como sucede en el seno de la Cuarta Transformación (viejo PRI, viejo PAN, viejo PRD, viejo etcétera). Pretender indagar sobre el otorgamiento de la Medalla de Plata Carlos Fuentes a los escritores Alberto Manguel e Irene Vallejo es desconocer, como buen Silvestre Paradox —quijotesco & barojiano—, los criterios de la misma y el legado Fuentes (¿Ir contra cláusulas y personajes? Por favor. Mejor será atender —y quizás entender— la vesania que convierte tus palabras en una afrenta personaliza contra el autor de “Una historia de la lectura”. ¿Por qué tanta mala leche? ¿Rojohomofobia? ¿Envidia?

Tres. Dices: “¿Envidiable hoja de vida [la de Manguel], junto con una sorprendente capacidad para conseguir doctorados honorarios, condecoraciones y premios varios?”. Y uno se pregunta si tendrás la dicha… (aunque se sabe que los “viejos topos” reniegan de las hojas de olivo o de laurel que no se desprendan, en el otoño de la “Patria Teórica” —y praxis peor llevada—, de las coronas de ídolos encumbrados).

Cuatro. Y aquí viene eso de la “Rojohomofobia” —aludiendo a George Steiner como aval descontextualizado (que no está de más para corregirte la plana)—, porque según comentas calificó a Manguel de “Don Juan de las bibliotecas”, connotando la vida privada de un hombre y dejando de lado aquello de que el escritor debe ser conocido —y reconocido— por lo que escribe, no por «cómo cocina los huevos en la sartén de la tía Josefo» (“¿Me entendés, che?”). 

Cinco. A finales de 2015, Manguel… ¿Qué caray? Todo a toro pasado. El autor “La biblioteca de noche”, después de 15 años tuvo que abandonar el valle de Loira, Francia, lugar donde había encontrado la paz del trabajo con los libros y la conformidad idílica de la arquitectura y el paisaje, “ese granero, cuyas piedras llevaban la firma de sus constructores del siglo XV”; tránsito en el cual recibe la invitación de dirigir la Biblioteca Nacional (B.N.) —mientas él y su propia biblioteca privada, cifrada en 40 mil libros, experimentan la geografía de los traslados: Tahití, Londres, Milán, Canadá, Buenos Aires (eso que cualquiera que no posea libros o no se deje poseer por ellos llamará “viajes” de oportuno placer)— y atender los reclamos del necesitado presidente Mauricio Macri (eso suena diferente, ¿no?).

Seis. Apoyando y ampollando, «el “Ministerio de Modernización” (sic) que Macri se sacó de la manga», despidió “a mil 400 funcionarios” (números de nudos redondos, como para consultar con Lacan) en tanto acomodaba a Manguel en la dirección de la BN, lugar donde se ha desmantelado “neoliberalmente” una “extraordinaria labor desplegada durante 10 años” y 400 ilustres intelectuales “firman” —¿porque conocen la causa o desconocen a Manguel?—, entre los que cifras por rúbrica y no por operatividad o eficiencia ante “la situación” administrativa y mediática, siempre dividida o fragmentada o fantaseada: ¿John M. Coetzee?, ¿Paco Ignacio Taibo II?, ¿Alan Badiou?, ¿Marc Auge?, ¿Jacques Ranciére?, Roberto Fernández Retamar, ¿desde la tumba?, ¿Toni Negri…? ¿Qué diablos dirán ante la furia necia e indigna de tus palabras hirientes? 

Siete. Permíteme ahora ofender a los perros (y no para levantar tu mierda): “Moral de perro” es un término que utilizo para determinar la polaridad enconada entre el “Bien” y el “Mal”. Lo baso en la leyenda urbana que asegura que los perros ven la existencia en blanco y negro; y me sirvo de ella, como alegoría ética, para equiparar a los seres humanos que tajantemente dividen el mundo en “buenas” y “malas” personas, en una valoración sin escala de grises y sin reparar en la descomposición espectral de la luz: el arcoíris. Dicho lo anterior, “Moral de perro” significa aprobar en el mundo las supuestas bondades de unos y, con el mismo ímpetu, reprobar las supuestas maldades de los otros. Si te viene, entra en él —acomódatelo, póntelo—, que después de la insania proferida ya habrá quien esté interesado en meter unos gatos y cerrar el saco.

Ocho. En un mundo en donde priva el delirio de la violencia —inseguros de sobrevivir un día más—, las bibliotecas no deben de privarse de dicho resguardo, más cuando se tiene que resolver algo “político” en la cruenta tradición argentina o latinoamericana. Pero todo esto es anecdótico, José Steinsleger. A tu “historia” le deberían preocupan los “hechos”, no las “interpretaciones” (anti-Nietzsche); si ellas se interesan por desenterrar el chillido de los cadáveres, lo que logran es hacer memoria a partir de las emociones personalizadas, como bien acabas de dar ejemplo en tu operada opinión.

Nueve. “Ordenando… Costeando”. Manguel no tiene necesidad de ordenar más que las palabras. No hay más ingenuidad administrativa que aquella que pide la inexistencia del desfalco. ¿Qué prehistoria le regalas a una institución de prestigio como BN, que te tienes que cargarte las “resoluciones oficiales” sin importarte el prestigio de quienes las manejan?

Diez. Refieres que en 2017, «un empleado le dijo [a Manguel] con despecho: “¿Y a vos quién te conoce?”»; Manguel pudo actuar con la lógica de Borges —“si yo tuviera a Dante”, etc.—, pero jamás dictó un curso de introducción “a la obra de Alberto Manguel, cuyo primer conferencista fue… Alberto Manguel”. ¿Te entraron ganas de darlo tú? ¿Y regalarnos esta bazofia tardía? ¿Acaso el más capacitado para ello no era el propio Manguel, dado el caso, aprovechando el designo de Macri y su estancia en la BN? Pero eso no sucederá nunca, hay especialistas para el caso. Y comunícale a Baschetti que debería demostrar, no asegurar (que para eso sirven los libros).

Once. Comentas la fase del “intelectual convencido de la superioridad moral…” Mira, Steinsleger (si aún te quedan ojos para ver), cuando la prensa lucra con la disponibilidad de “la atención” —intencionalmente desconociendo quién es el cliente o la víctima—, lo contradictorio se instala por encima de lo moral, como justo acabas de dar ejemplo (ser claro, ser justo, ser ecuánime, parcial o equitativo, parte de la honestidad y tu “honestidad” labial expresa sólo deshonestidad indecorosa).

Doce. Suscribes que «astutamente, Manguel renunció a la dirección de la BN poco antes de la derrota electoral de Macri (2019). Y en sociedad con una empresa de turismo, se embarcó en un crucero literario por el Mediterráneo. “Un libro por puerto y mil historias para compartir”, según los organizadores. El buque partía de Italia, y a lo largo de 10 días tocaba los puertos de Sorrento, Capri, Venecia, La Valetta (Malta), Corfú (Grecia), Kotos (Montenegro) y Rijena (Croacia), al módico precio de 6 mil dólares. Comidas especializadas, servicio de spa y chocolate belga, incluidos» ¡Caray, qué manera de llevar fondos a la BN! ¡Qué maravillosa forma de ampliar los presupuestos insustanciales! ¡Ah! ¡No conocemos vivir en libertad, sólo sabemos morir por ella!

Animales que respiramos fábulas, cerraré estos 12 puntos, famélicos, tanto los míos como los tuyos —sin hacer más el caldo gordo a la calumnia pasada por columna—, con las palabras encarnadas del propio Alberto Manguel, quien ha puesto páginas gloriosas ante nosotros, queriendo —y logrando— ir más allá del hombre: “Los libros siempre han conversado conmigo y me han enseñado muchas cosas tiempo antes de que esas cosas entraran materialmente a mi vida, y los volúmenes fijos han sido para mí algo muy similar a criaturas vivientes que comparten mi cama y mi mesa”.

raelart@hotmail.com

*Publicado en La Jornada (08/12/2022).

Related Posts