Musa Verde | Reflexiones sobre América Profunda
Este miércoles 3 de abril fui honrado con presentar el libro América Profunda. Visiones y convergencias en la oceanografía social del continente, editado por Nemer Narchi y Christine Beitl, publicado por El Colegio de Michoacán. Aquí algunas de mis impresiones e ideas derivadas del libro.
Si Bolivia y Paraguay son los dos países en el continente sin costa, ¿por qué hemos ignorado el estudio del océano y sus habitantes? La mayoría de los humanos vivimos en ciudades en las costas, costas con problemas de pobreza y exclusión de los pueblos marginales. Esto da lugar a una competencia desleal entre usos tradicionales, ancestrales y sustentables contra la libre empresa.
En la Oceanografía Social la adquisición de datos ha cambiado. La investigación cooperativa, como método de investigación, ayuda a la antropología y a los pueblos a resolver problemas e hipótesis de preocupación y acuerdo mutuo. En contraste, en las ciencias naturales en la ciencia ciudadana la donación de datos que los científicos requieren no provee retroalimentación o un reconocimiento.
El libro enfoca la multivocalidad, las voces múltiples. Escuchar lo que otras personas dicen y convertir esas voces en preguntas de investigación y resultados. Con esta premisa para la conformación de las preguntas de investigación, el libro se concentra en dos temas de presentes en las comunidades ribereñas de América Latina: la pesca artesanal y el aprovechamiento de los recursos de los manglares. Los casos tratados en el libro son locales, los problemas y soluciones demuestran su ubicuidad.
La pesca artesanal da trabajo y subsistencia a las comunidades. ¿Quién consume sus productos y quién la regula?¿Cómo compite la pesca artesanal con otros depredadores naturales? ¿Están los consumidores y reguladores conscientes de las peculiaridades de una pesquería? ¿Pagan un precio justo? ¿la regulación refleja las condiciones locales como para mantener la resiliencia del ecosistema? ¿quién regula a los reguladores?
¿Dónde quedan en nuestro imaginario y en la realidad los manglares? Comprenderlos y amarlos es entender la esencia en las interacciones tierra océano y humanos. Destruimos manglares sin pensarlo, aunque sus estructuras sean resilientes a la variación climática y los eventos climáticos extremos, protegiendo vidas e infraestructura. Hemos descubierto en estos ecosistemas el Carbono Azul, un almacén de Carbono que debe ser fuente de vida sustentable para sus dueños y contraria a las presiones desarrollo.
El libro apunta a uno de muchos caminos para las ciencias del siglo xxi. Debemos preocuparnos por quien determina y patrocina que hacea a la investigación relevante o apropiada. Las ciencias en México siempre han dependido de modas y tecnologías más que de necesidades, como ha sido los estudios de camaronicultura intensiva vs. sustentable.
Nuestra necesidades y la curiosidad por resolver problemas existenciales como el origen de la vida y el universo han impulsado a las ciencias. Ahora somos conscientes de que nuestra intervención en experimentos y observaciones afecta los resultados y tiene consecuencias; las ciencias no son absolutamente objetivas. En el siglo xxi las ciencias deben hacer hipótesis y predicciones múltiples que resuelvan los problemas planteados por la multivocalidad, siempre y cuando sean problemas en busca de soluciones y no soluciones buscando problemas que las justifiquen.
El cambio climático no es parcelado, es ubicuo y continuo. Pese a los modelos, tampoco sabemos del mundo que nos depara. Este cambio ha creado en las comunidades costeras retos para escoger entre ser autosuficientes pero sin ingresos para pagar servicios o exportadoras de bienes y dependientes. La solución real es un compromiso entre estos futuros.
El libro habla de los alcances y limitaciones de la oceanografía social, también invoca otros retos. Apunta a necesidad de voltear al mar aceptando sus realidades. Es difícil vivir del y con el mar si no estudiamos sus personas, como convivir y subsistir con el, como hacer comercio e industria considerando conflictos de interés, riesgos y vulnerabilidades, sin olvidar las resiliencias ecosistémica y social.
Así como la oceanografía social nos ha llevado a una multivocalidad, debemos desarrollar ciencias que nos ayuden a defender el fondo del mar, sin voz, pero que será alterado irremediablemente por la minería submarina con consecuencias globales desconocidas pero que podemos adivinar.
El voto es libre, secreto y determinante. Ejércelo.