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Opinión

Musa Verde | El campeón de la COP29

Por: Horacio de la Cueva

Imposible ignorar los efectos del cambio climático en nuestra vida y los desastres en México, España, Filipinas, Australia, Grecia, Canadá, Cuba, etc. Somos la causa principal de estos cambios en el comportamiento —no consciente— de los eventos climáticos como ciclones, sequías, incendios, ríos atmosféricos y mareas extremas que han puesto en peligro la vida de muchos, ha matado a otros y han modificado y destruido ecosistemas que nos brindan su protección y beneficios.

El cambio climático no es un fenómeno que alterará la vida de generaciones futuras al final del siglo xxi. Es un problema actual que se originó en el xix y que debemos resolver hoy, si queremos seguir habitando el planeta con las condiciones ambientales parecidas a las que se han desarrollado nuestras civilizaciones. De otra forma, veremos a los ecosistemas y sus especies desaparecer o cambiar hacia condiciones cada vez menos propicias para su y nuestra persistencia.

Aún hay tiempo y recursos para revertir los daños y restaurar al planeta. No hay tiempo o recursos para transformar a Marte y mudarnos allá con nuestros ecosistemas, para tratarlo igual. Nota: no hemos encontrado en Marte el agua necesaria para sustentar las formas de vida que conocemos.

Conocemos la causa principal del cambio climático, los aumentos en la concentración de gases de efecto invernadero (gei) en la atmósfera, principalmente el CO2 derivado de la quema de combustibles fósiles a partir de la Revolución Industrial y el metano derivado de nuestra gran predilección por comer ganado vacuno.

Gracias a los gei la vida en el planeta es posible. Sin su capacidad de retener el calor generado por los rayos del sol al reflejarse estos contra el suelo y los gei impedir su salida al espacio, la Tierra tendría cambios extremos de temperatura entre el día y la noche.

Las consecuencias negativas del aumento en la concentración de gei en la atmósfera son el calentamiento atmosférico, consecuencias que hoy vivimos en el clima y las que están por venir a consecuencia del calentamiento de los océanos que afectará las corrientes marinas. Estas regulan el clima y determinan la productividad oceánica, desde el plancton, como fuente de oxígeno, hasta las pesquerías, fuentes de alimento de importancia planetaria.

Vivimos otra amenaza climática en el siglo xx: el invierno nuclear. Durante la carrera armamentista nuclear entre la urss y los Estados Unidos el riesgo de un conflicto nuclear era alto y las consecuencias irreversibles, lo siguen siendo.

El primer efecto de una guerra nuclear es la liberación de material radioactivo en gran parte del planeta causando la muerte de todo lo vivo haciendo inhabitables grandes extensiones del planeta. Hay otra consecuencia, las partículas de polvo suspendidas en la atmósfera provocarían el invierno nuclear al bloquear la llegada de la radiación solar a la superficie del planeta, enfriando al planeta y disminuyendo la fotosíntesis, reduciendo el alimento para todo ser vivo.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático o vigésima novena conferencia de las Partes a (cop-29), se llevó a cabo en Baku, Azerbaiyán entre el 11 y el 29 de noviembre. Debería haber llevado a la remediación inmediata de las consecuencias de los gei en el planeta, principalmente en los países que contribuyen mínimamente a la liberación de gei, pero sufren las mayores consecuencias; las islas naciones del Pacífico y el Caribe y un buen número de países africanos. Se logró pasar de un presupuesto de ayuda de 100 mil millones de dólares anuales a 300 mil para 2035 y “asegurar” los esfuerzos de todos los actores para financiar a los países en desarrollo, con fondos públicos y privados a 1.3 billones de dólares para 2035.

Prometer y aventar dinero a los países que menos contribuyen a la liberación de gei no cambia nuestra forma de vida, la impulsa. La solución es liberar la economía y vida de los combustibles fósiles. Seguimos aumentando su consumo sin poner suficiente atención al desarrollo y consecuencias de las energías alternativas. Este no es el futuro sustentable que necesitamos para seguir habitando la Tierra y dejar que los ecosistemas y la evolución sigan funcionando.

El verdadero campeón de la COP29 fue el status quo. Azerbaiyán es un país productor de petróleo con un registro nada envidiable de promoción de los derechos humanos. En la COP29 hubo cambios cosméticos para seguir igual. ¿Cuánto tiempo más podemos seguir así antes de que la Tierra colapse y nos mande al panteón de la extinción?

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