Musa Verde | Clima y Sexenio
El 1o de septiembre entrará en función una nueva legislatura. El 1o de octubre tomará posesión Claudia Sheinbaum, la primera Presidenta de México (¿es anacrónico y políticamente incorrecto decir la primera Presidente?) Habrá en el mundo político cortes de caja, borrón y cuenta nueva, Plan C, presupuestos, planes sexenales, planes operativos anuales y muchos memoranda y papeles que firmar.
A pesar de los planes políticos, hay eventos que no tienen calendario. La degradación ambiental por la explotación abusiva de los recursos, el cambio climático y sus consecuencias en el clima, como Beryl, un huracán categoría 5 al pico de su potencia— categoría que no se registra al principio de la temporada de huracanes— advirtiéndonos de lo que nos espera el resto de la temporada de huracanes. No olvidemos los fuegos descontrolados, las sequías, el aumento del nivel del mar, el derretimiento de las capas polares y glaciares y el desastre que quiera agregar a la lista, todos destructores de recursos naturales, viviendas y vidas humanas.
Ninguno de estos eventos tiene plan sexenal, presupuesto, plan operativo anual, mafias fifís o siervos de la nación. Todos estos son eventos naturales más extremos a consecuencia de la liberación de gases de efecto invernadero (gei) que ha calentando la atmósfera y afectado los sistemas naturales de regulación planetaria. Estos eventos no pueden ser ignorados, afectan las vidas de millones de personas y la disponibilidad de recursos necesarios para nuestra supervivencia y bienestar. No pueden ser prohibidos, están fuera de nuestro control.
El exceso de gei en la atmósfera no puede atribuirse solamente a un individuo, una compañía petrolera o a un país. Nuestra economía global está asentada sobre la energía extraída de los combustibles fósiles y todos, excepto pueblos aislados del mundo, utilizamos esta energía, de una forma u otra, en nuestra vida diaria. Todos somos culpables y responsables de la solución. No podemos desaparecer su uso de la noche a la mañana, pero podemos y debemos forzar una transición a una economía independiente de combustibles fósiles.
Debemos ayudar a las naciones, pueblos originarios y sectores sociales más afectados, como aquellos de islas polinesas a vivir en un mundo diferente, en el que su lugar de origen desaparecerá debajo del agua y deberán exiliarse a tierras extrañas. Nuestro destino no es muy diferente. El clima y nuestras vidas están cambiando. Podemos tratar de restablecer el clima, pero no será un día. Mientras, asumamos responsabilidades, planeemos futuros sustentables y adaptémonos a nuestra innegable realidad.
Debemos adaptarnos al mundo parcialmente desconocido que hemos creado y volverlo a hacer nuestro. La prioridad debe ser disminuir nuestras emisiones de gei y la forma reabsorber el carbono a la naturaleza. Debemos destetarnos del petróleo como fuente de energía e ingresos y desarrollar e implementar fuentes de energía con menos impacto. De las fuentes alternativas de energía excluyó a la nuclear. Implica el riesgo de la liberación accidental de material radioactivo con consecuencias a la salud humana y planetaria. Recordemos los accidentes de Three Mile Island, Chernobyl y Fukushima. A estos riesgos siguen los de escape del material radioactivo de desecho de toda planta nuclear de un almacenamiento seguro que debe durar cientos de miles de años,.
¿Qué harán en este sexenio a quienes hemos elegido con una gran mayoría para gobernarnos para enfrentar los retos y soluciones que nos presenta el cambio climático? ¿Qué hará la muy maltratada oposición? ¿Puede ser la agenda ambiental la que los rescate de su derrota? No espero que el Partido Verde, en la coalición en el poder, mueva un ápice para un avance real de la agenda ambiental.
Las futuras titulares de la Secretarías del Medio Ambiente, Alicia Bárcena, de Ciencia, Rosaura Ruiz y de Energía, Luz Elena González, deben promover en el gabinete de la Presidenta Claudia Sheinbaum políticas que logren el desarrollo sustentable, el crecimiento de energías alternativas descentralizadas y el destete nacional de la economía petrolera. Nuestra Constitución Política reconoce en su artículo 4o, párrafo quinto, el derecho humano al medio ambiente sano para el desarrollo y bienestar. Este trabajo es su responsabilidad constitucional.
Las discusiones en el gabinete sobre las prioridades nacionales serán álgidas. ¿Podremos, como ciudadanos, convencer al gobierno que cuidar el ambiente es la mejor manera de eliminar la pobreza?