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Opinión

Modificar en vez de destruir / Álvaro de Lachica*

Por: Álvaro de Lachica

En estos días, la Secretaría de Educación Pública, eliminó el programa “Escuelas de tiempo completo”. Este programa que funciona  desde 2008 y ha generado impactos positivos y medibles en el aprendizaje, la salud y la economía familiar de millones de niñas, niños y jóvenes y sus familias en México, lo están borrando de un plumazo, porque éste, garantizaba el derecho a la educación de 3.6 millones de menores en  27,063 escuelas en el país. En Baja California está medida modificará la operación de al menos 900 planteles.

El programa Escuelas de Tiempo Completo era una estrategia educativa encaminada a generar ambientes educativos propicios para mejorar las condiciones de aprendizaje y el desarrollo de competencias de los alumnos de las escuelas de educación pública de nivel básico.

El presupuesto destinado a éste programa ya extinto, será invertido en el programa de infraestructura “La Escuela es Nuestra”, política pública con varias irregularidades detectadas en su segundo año de operación, ya que la Auditoría Superior de la Federación, no encontró pruebas de que el presupuesto de 573 millones de pesos destinado a “La Escuela es Nuestra”, se ejerciera en su totalidad para mejorar la infraestructura de los planteles, que es el objetivo del programa. 

La eliminación del Tiempo Completo, llega en un momento crítico después de casi dos años de escuelas cerradas por la pandemia. La crisis sanitaria ha disparado la deserción escolar y ha ensanchado la desigualdad entre los alumnos de escuelas públicas y privadas. Las primeras, apenas contaban con 100 minutos al día de clases televisadas en las que no veían a otros compañeros ni podían hacer preguntas a los maestros. El regreso a las aulas en México ha sido asimétrico y confuso, a la voluntad de cada Estado. En algunos de ellos, solo se contemplan cuatro horas de clases presenciales. 

Y ahora que desapareció el Tiempo Completo,  ¿qué les espera a los menores sin recursos fuera del entorno seguro de la escuela? ¿Trabajo infantil? ¿Ser cooptados por organizaciones delincuenciales? ¿Van a aprender o van a cuidar y cocinar para sus hermanos menores?

Además, el gran impacto de la medida es para las madres trabajadoras. La ampliación del horario escolar les permitía entrar en el mercado laboral, ahora ya no lo podrán hacer. 

Nuestras autoridades en Educación, sostienen la desaparición del programa en varios argumentos: aunque originalmente este programa favorecería a menores de las zonas más marginadas del país, al revisar la cantidad de escuelas beneficiadas en las entidades federativas, se advierte que no hubo una distribución equitativa del programa, pues los estados con mayores problemas de pobreza y marginación no necesariamente fueron las más beneficiados, en términos proporcionales. Además ha habido abuso por varios docentes en éste programa, que  lo han utilizado para propiciar malos manejos en las plazas. Por ejemplo, existen numerosos casos de docentes o directivos que cobrando doble plaza de educación primaria en jornada regular (equivalente a nueve horas diarias), trabajan sólo seis horas y media en algún plantel del PETC en su modalidad de jornada ampliada. 

Sería preferible, en vez de desaparecer éste programa, modificar estas irregularidades, porqué aunque existan evidencias de que el tiempo completo en las escuelas públicas, incide favorablemente en el aprendizaje, sería pertinente valorar la intensidad de las mejoras para así determinar si el gasto en el programa es proporcional a los beneficios que reporta o, en su caso, afinar su operación. Y también valorar el asunto de los alimentos que se les proporciona a los menores en las escuelas, que podría resultar en un gancho para favorecer la asistencia a la escuela y que tanto influye ésta,  para el aprendizaje.    

… Con esta decisión vuelven a marginar a los que siempre pierden.

*Dr. Álvaro de Lachica B. Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, A.C. 

Correo: andale941@gmail.com

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