Los retos económicos de Baja California | Voces de El Colef / Eliseo Díaz González
Desde hace décadas Baja California consolidó una estructura industrial exportadora que le permitió ampliar el empleo y las oportunidades de negocios, promoviendo con ello el aumento en la población especialmente por medio de la inmigración de pobladores de otras regiones del país y de mexicanos residiendo en los Estados Unidos, y con esto la inevitable expansión de las ciudades y un oneroso y desordenado crecimiento urbano.
El modelo de industrialización fincado sobre una emergencia laboral y la crisis migratoria se justificó en términos de un modelo de economía cerrada que mantuvo el país en la década de los sesentas del siglo pasado, ya que ofrecía empleos bien remunerados y prestaciones sociales que prevalecen en el sector formal de la economía y que permitió el desarrollo y la promoción social de muchos de los habitantes de la región.
Sin embargo, las crisis económicas en los años setenta y ochenta del siglo veinte, más las nuevas tendencias mundiales en la inversión y el comercio que estaban conduciendo a muchos países a abrir sus economías, llevaron a México a modificar radicalmente su estrategia de desarrollo apostando por la apertura de la economía y la globalización.
Esto representó un primer reto de adaptación económica para los estados de la frontera norte, que habían basado su industrialización en el esquema de plantas ensambladoras de partes y componentes, primero provenientes de Estados Unidos y décadas después de muchos otros países, principalmente asiáticos, que pronto fueron desplazados por China. Con el tratado de libre comercio de América del Norte, puesto en vigor en 1994, y la inclusión de un capítulo de reglas de origen aplicable a los productos comerciados en la región norteamericana, ponía en aprietos a las empresas manufactureras de exportaciones en la frontera y en especial en Baja California, en donde el establecimiento de empresas extranjeras no siguió criterio alguno de reglas de origen.
El primer acuerdo comercial fijó un plazo amplio de adaptación a las nuevas reglas de comercio que afectarían a Baja California, mientras, el país fue adoptando un nuevo patrón de industrialización promovido por las nuevas oportunidades de negocios y de exportaciones.
En reacción al abultado déficit comercial de Estados Unidos y el giro hacia políticas comerciales proteccionistas y nacionalistas en la era de Trump, se concluye el viejo tratado comercial y los tres países acuerdan establecer otro en donde desparece el concepto de libre comercio. Esta nueva arquitectura, concebida ya sin la restricción de promover el comercio libre, fortalece las reglas de origen aplicadas al comercio entre los tres países, con el fin de promover una mayor integración productiva entre sus economías, lo que significa que partes o componentes de productos finales deben ser producidos en cualquier de estos tres países y ensamblados o terminados en alguno otro de estos mismos países.
Las nuevas reglas del comercio internacional planteaban la necesidad de una restructuración industrial en Baja California para adaptarse al nuevo esquema de integración productiva con los Estados Unidos y Canadá en las que, pese a los avances registrados en estos años, no ha logrado avanzarse lo suficiente.
Dos evidencias describen cómo han afectado a la economía del estado estos temas.
Primero el estancamiento en la importancia relativa de la aportación económica del estado al país. Datos del INEGI muestran que la contribución de Baja California a la economía nacional aumentó solo 3% entre 1996 y 2019. Si comparamos con la economía de Nuevo León, que en ese periodo aumentó casi 40% dicha contribución, prueba el tamaño del rezago económico que ha experimentado el estado. El mayor aporte a la economía del país fue el año 2000, cuando llegó a 3.7% de la producción nacional. El año anterior a la pandemia dicha aportación fue solo de 3.3%, es decir, a estado retrocediendo.
Segundo, el lento avance en las exportaciones manufactureras, que refleja el hecho de que no ha logrado consolidarse un cambio en el patrón del comercio de la entidad. Entre 2007 y 2020 las exportaciones totales de Baja California aumentaron a una tasa de 1.8% por año, pasaron de 32 mil millones a 40 mil millones de dólares. El problema es que para el total de la frontera norte las exportaciones aumentaron a una tasa de 3.9% anual en ese mismo periodo, es decir, más del doble.
El reto para el nuevo gobierno de Baja California será balancear el énfasis excesivo, casi único, en una agenda social que se ha fijado como estrategia central del gobierno federal, y una agenda económica que permita impulsar a la entidad a una nueva fase de desarrollo. La causa social, un tema que todo político desea abrazar porque eso significa popularidad y percepción positiva entre los electores, pero recordemos que sin agenda económica no hay una agenda social que se sostenga en el largo plazo.