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Opinión

Los rechazados

Por: José Blanco

El tiempo pasa. Durante décadas los medios han avisado, cada año, del altísimo número de “rechazados” por la UNAM. En la versión más ingenua, todo ocurre como si la autoridad de turno estuviera dedicada a imponer unos exámenes hechos con el propósito de “rechazar” a la mayoría de quienes buscan entrar a sus aulas. O, quizá, se trata de autoridades ideologizadas por el clasismo por lo que, en el mejor de los casos, inconscientemente mantienen esa política.

Como debiera ser evidente, la altísima concentración de la demanda de aspirantes a iniciar educación superior en la UNAM no es un problema de la UNAM sino del sistema de educación superior del país. No está, por tanto, en la decisión de la autoridad de esa institución enfrentar y resolver ese problema. Ni siquiera la Anuies y la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP juntas podrían resolverlo. Acaso, conjuntamente, podrían entender e idear una ruta de salida, pero sin la decisión y seguimiento directo ahora de la Presidenta de la República, y el objetivo expreso de planear el futuro con los recursos suficientes, no podrá haber solución a ese problema mantenido obcecadamente irresuelto por los gobiernos de México.

En 2001 la UNAM atendió a 244 mil estudiantes de los niveles de bachillerato, licenciatura y posgrado; en el ciclo escolar 2023-2024 lo hizo para casi 380 mil alumnos; es decir, hubo un crecimiento de la mátricula superior a 55.7 por ciento. El dato implica una tasa de crecimiento anual muy superior a la de los grupos de edad de los segmentos de población correspondientes a los niveles educativos señalados. Es decir, la UNAM ha estado absorbiendo una parte del rezago acumulado en la atención a la demanda.

La UNAM ¿debería crecer con más de 100 mil ingresos cada año para evitar que haya rechazados? Hasta que llegue ¿a cuántos millones?, ¿o debería seguir creciendo indefinidamente? Está claro que esto es un total absurdo y que es necesaria una reforma del sistema de educación superior. Es una necesidad imperiosa del país que es menester atender a la brevedad.

La UNAM no tiene una autoridad central que decide cada año cuántos entran y cuántos no. La decisión, para cada disciplina universitaria, la toma el Consejo Técnico (CT) de cada facultad. EL CT es una autoridad colegiada conformada por un número dado de profesores de las distintas áreas de la disciplina de que se trate, con la participación de un número variable de estudiantes. La decisión del CT de cada facultad no es una decisión arbitraria; la toma, por necesidad, basándose en la historia reciente de los ingresos y los egresos de cada año, y de la experiencia sobre las decisiones que en conjunto toman las facultades equivalentes de otras universidades, si influyen en los procesos de la UNAM.

Esos procedimientos pueden ser correctos o no; en todo caso es necesario revisarlos específicamente, uno por uno. Es claro que la revisión de los modos como los CT toman las decisiones no resolverá el problema de los “rechazados”. La UNAM vive cada año los efectos de una enorme sobredemanda respecto a su oferta de primer ingreso, debido a la vasta diferencia de calidad educativa entre esta institución y las instituciones de educación superior (IES) existentes en otras entidades federativas, o aún las existentes en la zona metropolitana de la CDMX. Se trata de una diferencia real de calidad educativa, o es así percibida, según qué disciplinas.

Se requieren ingentes montos de recursos tanto para aumentar sustantivamente la oferta de lugares en la educación superior, como para equilibrar la calidad educativa de todas las instituciones. Es claro: si las IES del país tuvieran una calidad educativa semejante, no habría sobredemanda a la UNAM y, por tanto, no habría “rechazados”.

La UNAM y la Anuies, conjuntamente con la SEP, podrían formular el plan nacional necesario. Pero es indispensable el involucramiento de fondo de la máxima autoridad política del país, su decisión de ir tras los dos objetivos: aumentar la oferta educativa de nivel medio superior y superior, y equilibrar la calidad educativa para el conjunto.

Parte central de ese plan sería un gran programa de formación de profesores, aunque son necesarias muchas cosas más. Es ineludible formar profesores en la cantidad suficiente para cubrir el crecimiento de la oferta educativa. Pero también es necesario trabajar con los existentes en las IES actuales, a fin de alcanzar el segundo objetivo: equilibrar la calidad educativa en todas las IES del país. La UNAM está en posibilidad de colaborar con las formulación y desarrollo de ese plan. De paso: el plan tendría que atender al futuro del empleo para todas las disciplinas.

Si no se comprende que la ingente sobredemanda a la UNAM es un problema del sistema de educación superior del país, y no se obra en consecuencia, en 2025 habrá más de 100 mil “rechazados” por la UNAM debido, según se cree, a la decisión de los funcionarios de la institución de aplicar unos exámenes diseñados para “rechazar”.

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