Los de abajo | Aldama, Chiapas, cinco años bajo fuego
La población tsotsil del municipio de Aldama, Chiapas, continúa bajo fuego. La guerra contra las comunidades no cesa desde hace más de cinco años y nadie ha sido capaz de pararla. Hay acuerdos que no se cumplen y la permisividad de los gobiernos federal y estatal para que la población padezca hasta 15 episodios diarios de disparos con balas de alto calibre provenientes del grupo paramilitar del municipio vecino de Chenalhó, cuna de la contrainsurgencia.
El conflicto agrario está más que rebasado. Las 60 hectáreas en disputa no son sino el pretexto para continuar aterrorizando a la población. “Nosotros no entendemos qué está detrás de tanto disparo, no entendemos por qué el gobierno no puede o no quiere pararlos. La mesa de negociación no sirvió, no se cumple, no hay un solo día en que no haya disparos”, cuenta uno de los pobladores que omite su nombre.
Cualquiera que pase por la zona puede escucharlos e incluso ser atacado. Para nadie es un secreto las condiciones en las que sobreviven miles de indígenas que, cuando la situación se agrava, tienen que refugiarse en las montañas cargando a los abuelos y abuelas, con sus niños y con lo que puedan para sostenerse.
“Los niños no se acostumbran a los disparos. Tienen miedo, no juegan ni estudian tranquilos, y las mujeres no quieren salir al campo, les da miedo”, dice otra de las entrevistadas que, como la mayor parte de las indígenas de la región, es tejedora y ahora pilar económico de su familia, pues hay semanas enteras en las que los hombres no pueden ir a trabajar y la producción agrícola ha disminuido hasta en 40 por ciento. Al terror se suma la precariedad y, en época de covid, “la enfermedad se ha llevado a decenas de personas de las comunidades que ni siquiera han podido salir de sus casas”.
Aunque los ataques iniciaron durante las administraciones de Peña Nieto y de Manuel Velasco, con los actuales gobiernos “la situación sigue exactamente igual o peor”. ¿Hasta cuándo?, se preguntan. Bienvenidos los y las mexicanas rescatadas de la guerra en Ucrania. Chiapas está más cerca.