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Opinión

La urgente necesidad de ver nuestros problemas de saneamiento

Por: Patricia Rivera Castañeda y Ritter de Jesús de Basabe Ibarra / Voces de El Colef

Tradicionalmente cuando pensamos en el uso de agua doméstica lo asociamos con la provisión de agua potable y su descarga como agua contaminada o residual, en una relación directa y equilibrada. No obstante, las brechas de información entre provisión de agua y saneamiento son enormes. El discurso de abasto es en su gran mayoría positivo, muestra cifras de avance y se vuelve tema de promoción política. Por ejemplo, cumplir la meta de abasto en colonias o regiones, incrementar las estadísticas para avanzar a la universalización del servicio, o cumplir con lo propuesto en los Objetivos de Desarrollo Sustentable. En el tema de saneamiento los avances siempre son moderados, los discursos más comunes son el no contar con información exacta, limitantes económicas y técnicas de infraestructura, descargas directas a cuerpos de agua, contaminación, entre otros. 

Pero ¿qué es saneamiento? En un principio era una parte pequeña del higienismo, que con los descubrimientos de los microbios avanzó de manera agigantada, se dividía en higiene pública centrada en evitar las grandes epidemias e higiene social que integra la salud física, sicológica y social de la población. Esta última predomina hasta nuestros días, y en ella intervinieron tanto los médicos que proponían controlar de manera precautoria las enfermedades y como los ingenieros que sugerían modificaciones estructurales de las casas o habitaciones de la población, es decir una parte centrada en acciones del ciudadano común para mejorar su salud.

Y en el sentido estricto de la definición de saneamiento, encontramos una amplia variedad de conceptos, desde definiciones extensas y complejas que involucran procesos y teorías hasta aspectos técnicos de niveles de tratamiento y mediciones de ciertos parámetros para cumplir la norma. 

El aterrizaje es mayor cuando nos adentramos en entender el problema con las estadísticas existentes al querernos responder ¿cómo vamos en materia de saneamiento? Encontramos datos simples de alcantarillado y tratamiento. El alcantarillado representa la infraestructura que trasporta a través de tubería el agua residual al organismo operador para ser tratado; y el tratamiento es el agua que efectivamente tiene algún tipo de procedimiento para limpiarla.

Además las estadísticas ocultan otros problemas por ejemplo nos mencionan cuanta agua se trata, pero esta es un volumen mucho menor que el volumen de abasto, porque las cantidades reales de volúmenes de agua van disminuyendo, en las fases del flujo urbano de agua: el agua al momento de su distribución tiene un porcentaje de fugas, también se presenta este mismo evento cuando sale de nuestras casas en aquellos drenajes obsoletos y con fallas. De esta manera el agua residual que llega a las plantas de tratamiento de nuestros organismos operadores ya es una cantidad mucho menor, pero luego vuelve a disminuir, ya que el volumen tratado se ve afectado por fallas de mantenimiento y malos funcionamientos de las plantas de tratamiento, problema recurrente en los organismos operadores de agua. Así la relación de agua que entra limpia a nuestra casa y agua que sale sucia es muy compleja y desequilibrada.

Esta realidad la observamos en las poco alentadoras estadísticas… A niveles mundial de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud solo se aleja de manera segura el 57 por ciento de las aguas residuales domésticas, este alejamiento solo implica que sea entubado a través del drenaje o su disposición en alguna fosa séptica que no afecte directamente a la salud de la población. Si recortamos la imagen y lo analizamos a nivel América Latina y el Caribe esta misma institución encuentra que solo se aleja de manera segura la mitad de las aguas (el 51 por ciento). 

En el caso de México el INEGI nos reporta que solo el 41 por ciento de nuestras aguas domésticas tienen algún tipo de tratamiento. Es decir, casi el 60 por ciento del agua doméstica que generamos en nuestras casas se descarga de manera directa ya sea en cañadas, ríos, lagunas o mares, lo que afecta y causa contaminación de nuestros suelos y por supuesto termina afectando nuestros cuerpos de agua.

Por ello es necesario poner énfasis en el “saneamiento” y no solo responsabilizar a las autoridades por este proceso. Con la construcción de grandes obras de tratamiento y la profesionalización del gobierno en materia de saneamiento se fomentó un distanciamiento cómodo en el ciudadano que da por sentado el derecho a tener acceso al agua y saneamiento en red permanente a bajos precios. Necesitamos visibilizar las grandes limitantes en la materia y una nueva búsqueda de alternativas con un esquema preventivo, con un verdadero interés de los tomadores de decisiones y con la participación abierta de gobierno-comunidad como vigilantes y corresponsables principales. 

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