Opinión

Impuesto a las remesas y su impacto económico en México

Por: Pedro Paulo Orraca Romano

Recientemente, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el “One Big Beautiful Bill Act”, que incluye un impuesto del 3.5% a las remesas enviadas al extranjero por personas que no son ciudadanos estadounidenses. Si esta legislación es aprobada por el Senado de dicho país, tendrá un importante efecto en la economía mexicana, siendo mayor su impacto en las regiones de México que más dependen de ellas y en los millones de hogares receptores de remesas.

Según información del Banco de México, en 2024 el monto total de las remesas que llegaron al país ascendió a 64,746.4 millones de dólares. Esto convierte a México en el segundo país del mundo que más remesas recibe, solo por detrás de la India, y capta aproximadamente el 7.8% del total. En los últimos años, las remesas que llegan a México han superado los recursos que capta por otras fuentes de ingreso como la inversión extranjera directa, las exportaciones petroleras y el turismo internacional. Para dimensionar el impacto del impuesto, el 3.5% del total de las remesas recibidas en 2024 equivale a 2,266.1 millones de dólares, o, considerando un tipo de cambio de 19.0 pesos por dólar, a 43,055.9 millones de pesos.

Si bien las remesas son un componente significativo para la economía mexicana, representando alrededor del 3.5% del producto interno bruto (PIB), se observan variaciones notables en la importancia que estas tienen para cada entidad. Por un lado, juegan un papel clave en lugares como Chiapas, Guerrero y Michoacán, donde el monto captado de remesas oscila entre el 11.1% y el 15.9% de su PIB estatal. Por otro lado, hay entidades que son poco dependientes de las remesas, como Campeche, Tabasco y Nuevo León, donde estas constituyen alrededor de 1.0% del PIB estatal o incluso menos.

A nivel de los hogares, en el caso de los receptores de remesas, las transferencias provenientes del extranjero representan alrededor del 27.5% de su ingreso total. Estos recursos se destinan principalmente al gasto corriente en cuestiones como comida y vestimenta, educación, salud y pago de deudas; en otras ocasiones, a la adquisición de bienes duraderos o a la mejora o compra de vivienda; y en menor medida, a cuestiones productivas como la expansión o el establecimiento de un negocio, entre otros usos.

A partir de lo anterior, se pueden inferir algunos de los impactos de un impuesto a las remesas sobre la economía y los hogares mexicanos. Una reducción de las remesas implicaría una contracción directa del consumo privado, especialmente en regiones altamente dependientes de estas y en los hogares que las utilizan para cubrir necesidades básicas. Al reducirse los ingresos del hogar, disminuiría la demanda de bienes y servicios, lo que tendría efectos multiplicadores negativos en la economía y puede llegar a contribuir a una desaceleración de la actividad económica local e incluso a un aumento de la pobreza. Además, una menor entrada de divisas afectaría a la balanza de pagos del país y presionaría al tipo de cambio.

No obstante, algunos factores sugieren que el impacto del impuesto a las remesas puede mitigarse en cierta medida. Primero, las personas migrantes suelen ser sensibles a los costos asociados al envío de remesas, por lo que un impuesto sobre estas puede desviar algunos de estos flujos hacia canales informales no regulados con el propósito de evadir el impuesto. Segundo, en años recientes ha aumentado el número de ciudadanos estadounidenses hijos de padres mexicanos que envían remesas a sus familiares en México, grupo que está exento del impuesto a las remesas y, por tanto, no se vería afectado por esta legislación.

Finalmente, aunado a la posible implementación del impuesto, en abril de 2025 se presentó una caída significativa en el monto de remesas que capta México, las cuales descendieron 12.1% a tasa anual. Esta caída se explica en parte por la incertidumbre causada por la política comercial de Estados Unidos y el efecto que ha tenido sobre la actividad económica y el mercado laboral de dicho país, y por el clima antinmigrante que prevalece en gran parte de Estados Unidos y que ha llevado a algunos migrantes indocumentados a ser más cautelosos y evitar salir a trabajar o enviar remesas por miedo a ser deportados. La combinación de estos factores puede tener un efecto significativo en México, ya que supone un golpe directo al sustento económico de millones de hogares.

El Colegio de la Frontera Norte

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