Opinión

Elí de Gortari… indispensable / Fernando Buen Abad Domínguez

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Sobre Elí de Gortari, el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez dijo: “fue entonces para mí una experiencia inédita encontrarme en México, en su Facultad de Filosofía, con un profesor que no era para mí un profesor más, sino un marxista de carne y hueso…Y es que Elí de Gortari […] fue uno de los más destacados filósofos marxistas de México y Latinoamérica. Su pensamiento adquirió rasgos originales en sus reflexiones en torno a la lógica dialéctica; la historia de la ciencia y la tecnología y la relación entre la filosofía y la ciencia tanto natural como social […] combatió por el marxismo frente a posiciones como el neokantismo y el positivismo lógico”.

Uno puede tener muchas razones (y más vale que las tenga muy claras) para escribir, así sea sucintamente, sobre la obra de hombres como Elí de Gortari y no parece haber razón mejor que aquella que se dispone a ser útil al trabajo de mantener viva la llama de sus luchas que son, también, nuestras. Y eso no puede dejarse librado a los caprichos por más erudita, o sutil, que parezca su prosa. Algunos han hecho lo imposible por borrarlo de la historia y por hundirlo en el pantano de las ambigüedades donde siempre “queda” bien hacer menciones “cultas” de cortesía. A Elí de Gortari hay que estudiarlo a salvo de purismos academicistas. Es un asunto de principios.

Su obra está marcada por una militancia, filosófica y científica, revolucionaria. Él quería cambiar las cosas, establecer avances en las formas de pensar y actuar (indivisibles) basado en la lógica y el método de un filosofar dialéctico, concreto e interactivo y al servicio de la sociedad. Maestro de muchas generaciones, guía científico y político de muchos frentes (dentro y fuera de las universidades) y pionero incuestionable de la lógica dialéctica; de un sentido del humor ácido e inteligente y de la educación revolucionaria en México. Nada más… nada menos.

Es un privilegio contar con un científico en plena batalla basado en principios, en saberes, en métodos y en talento que hace sucumbir a los mercenarios y a los farsantes, que en las “academias” los hay de muchos tipos y camuflados de mil maneras. Eso hizo, por ejemplo, Elí de Gortari en su debate con Mario Bunge y eso puso en pie de ejemplo, una obra y una vida que modeló y modela la vida y la obra de muchos que nos sentimos deudores y seguidores de su aporte magistral. Es decir, en combate.

Hay que verlo. Este hombre de la filosofía y de la ciencia participó activa y decididamente en el movimiento estudiantil de 1968, defendió a los estudiantes universitarios ante los ataques criminales del gobierno asesino de Gustavo Díaz Ordaz. Este profesor insigne, magna cum laude, de la “academia dura”, formó parte de la Coalición de Maestros de Enseñanza Media y Superior y de la Comisión de Honor y Justicia, y por su coherencia científica y política, fue encerrado en la cárcel de Lecumberri, desde el 18 de septiembre del 68 hasta el 26 de enero de 1971. Ni un minuto dejó de trabajar ni dejó sus principios en la puerta de la cárcel.

Fue, por ejemplo, uno de los autores mexicanos más importantes en materia de metodología (arma fundamental del saber) a la que definió así: “el método es literal y etimológicamente el camino que conduce al conocimiento. El método es el procedimiento planeado que se sigue en la actividad científica para descubrir las formas de existencia de los procesos, distinguir en fases su desarrollo, desentrañar sus enlaces internos y externos, esclarecer sus interacciones con otros procesos, generalizar y profundizar los conocimientos adquiridos de este modo”. No hay lugar a confusiones. Para Elí de Gortari una tarea ineludible de la filosofía, entendida como ciencia crítica de la realidad, debe ser convertirse en fuerza transformadora apoyada en métodos concretos y correctos. Le debemos un arsenal enorme de aportes y herramientas científicas.

Un punto crucial en el trabajo y la lucha de Elí de Gortari es desarrollar la idea de que la filosofía es una ciencia para la transformación del mundo empeñada en ofrecer una explicación objetiva y racional del universo y del conjunto de sus interacciones indisolubles y cuyo dominio particular está constituido por el conocimiento de lo general. Entendió que la filosofía se beneficia de otras muchas actividades humanas y que, a su vez, esas actividades se apoyan en la filosofía. Toda explicación filosófica se somete a la prueba de la objetividad en la práctica si quiere servir como fundamento en el trabajo científico (y las otras actividades sociales). Abonó magistralmente el campo de la filosofía de la ciencia e historia de la ciencia y desempeñó tareas como rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo entre 1961 y 1963. “La filosofía es la ciencia que se ocupa de estructurar la concepción científica del universo a través de la interpretación crítica, armoniosa y organizada de los resultados y consecuencias obtenidas en las investigaciones científicas, para constituir un conocimiento nuevo y presentarlo de manera racional y objetiva del cosmos”.

Repelente a los halagos y a los facilismos, a Elí de Gortari lo recordamos a diario por su carácter militante y especialmente porque es uno de los filósofos más importantes en el campo del materialismo dialéctico durante el siglo XX y lo que va del XXI en Latinoamérica. Nació en México, DF (1918) estudió ingeniería, matemáticas y filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México, se graduó como ingeniero en 1942. Fue master en filosofía (1949) y doctor en filosofía (1955). Fue profesor e investigador en varias escuelas y universidades mexicanas, desde 1954. Falleció el 29 de julio de 1991. Todavía se le deben muchas ediciones de sus obras completas, muchas disculpas de todo tipo y muchos homenajes –en combate– de sus estudiantes y sus camaradas, a dos décadas de su muerte. Su vigencia es lógica… y dialéctica.

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