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Opinión

Elecciones EE. UU.: decepciones y fobias

Por: José Zavala Álvarez

A punto de concluir el conteo de votos de los estados en la elección en EE. UU., casi todos llegan al 99%, escasos tienen menos de este porcentaje de avance, pero ni falta hace para saber lo que ya se conoce: el bidenismo y Kamala Devi Harris perdieron cerca de 10 u 11 millones de votos respecto a la elección de hace cuatro años y con ello permitieron el retorno de Donald John Trump a la presidencia estadounidense, y éste se acerca a igual número de votos que los que obtuvo en 2020, año en que la dupla Biden-Harris se quedaron con la Casa Blanca por una ventaja de más de 7 millones de votos sobre el mismo Trump. 

La autoderrota de Harris y el bidenismo en palabras del senador por Vermont, Bernard Sanders, se debió al abandono de los trabajadores por el partido demócrata, algo de razón debe tener el viejo senador, pero sin duda que hay otros elementos de enorme trascendencia que rebasan los límites geográficos de los EE. UU. que deben ser tomados en cuenta para abonar al entendimiento de los resultados electorales derivados de las decepciones y fobias con que el electorado estadounidense votó y dejó de votar. 

En 2024 se registraron 244 millones de personas para votar, 12 millones más que los cerca de 232 millones de 2020, a pesar de ello, en esta elección se habrían recibido cerca de 11 millones de votos menos, ambos partidos perdieron votos, pero el quebranto fue funesto para el demócrata que en 2020 obtuvo 81.3 millones y en este 2024 estaría acercándose a 70, mientras que el republicano de 74.2 millones de 2020 estaría alcanzando una cantidad similar en este 2024. En esta elección Harris estaría perdiendo por más de 4 millones de votos, también entregaron a los republicanos la mayoría en las cámaras de representantes y de senadores.

¿Qué decepcionó o atemorizó a los electores estadounidenses, particularmente a los partidarios de los demócratas, para no votar? Puede aceptarse que el relevo de Harris revivió la campaña demócrata de un ausente Biden, su arranque fue espectacular, las encuestas y la recaudación se dispararon hasta empatar y superar los números de los republicanos, Harris tenía todo para enterrar a los rojos y a su candidato, luego vino el primer debate y la candidata se mostró tibia, no utilizó los abundantes y contundentes argumentos que ya había esgrimido públicamente y que podrían haber sepultado al republicano, lo perdonó, ¿intencionalmente?, después vino un desplazamiento de Harris hacia la derecha, tanto que terminó mimetizándose con Biden, perdió la ventaja de diferenciarse, disolvió la expectativa que generó en su entrada al escenario y se convirtió en una filial del bidenismo que tenía perdida la elección.

Por un lado, un bidenismo que sostenía, a los ojos del mundo, un gigantesco respaldo presupuestal y armamentístico a la expansión de la OTAN hacia el Este europeo, particularmente a la confrontación contra Rusia en Ucrania, y a las atrocidades en Palestina por la etnosupremacía sionista. El escalamiento de estos conflictos alcanzó la dimensión declaratoria de jefes de Estado en torno a la posibilidad de uso de armas nucleares y la expansión bélica a otros países. El mundo y los estadounidenses, atónitos y temerosos, fueron testigos del empecinamiento del bidenismo y la ruta inminente de conflicto directo, los votos demócratas no llegaron a las urnas, al parecer ni por correo. Por otro, un bidenismo concentrado en sus intereses externos que desatendió masas de trabajadores dentro del territorio estadounidense cuyas fobias a una migración que siente que los despoja de empleos, aun y cuando también sean inmigrantes, buscan cerrar la frontera sur para que “no pasen”, decidieron no acudir a votar por los demócratas a quienes perciben blandos en el “combate” a la migración, esta percepción está equivocada, los demócratas también rompen récord de deportaciones, Obama fue emblemático en expulsiones.

Frente a estos datos y comportamientos se podría pensar si ¿no sería intencional la actitud de la candidata demócrata para “desaparecer” electoralmente? Ella, sabedora de que su personificación bidenista, que aseguraba su derrota, no la proveía de condiciones de legitimidad y fuerza política para una interlocución internacional capaz de desactivar la explosividad en Europa del Este y la ambición sionista en Palestina ¿habría sido capaz, también, de permitir la llegada de una alternativa no-bidenista que tuviera mayor margen de negociación, particularmente con el presidente ruso Putin -quien a través de la cuenta de la red X de BRICS News un día antes de la elección “predecía”, con una certeza sorprendente, el triunfo de Trump con 287 votos del Colegio electoral-, pero también con el poderoso presidente Chino Jinping?

¿Los datos? Esos dicen que no ganaron los republicanos ni su candidato, sino que perdieron los demócratas, sus electores se retiraron sin votar, perdió el bidenismo ¿por bidenista?

Punto y aparte. Las relaciones internacionales de México, particularmente frente a la preponderancia de EE. UU., hoy por hoy encuentran a un Estado mexicano en inmejorables condiciones de fortaleza institucional: un gobierno federal con la mayor legitimidad electoral y social que cuenta con el respaldo de la mayoría calificada en la cámaras de Senadores y de Diputados, de la gran mayoría de los gobiernos estatales y de casi la totalidad de las cámaras legislativas estatales, también lleva a cabo exitosamente un proceso de restauración constitucional con cruciales reivindicaciones sociales y que incluye la reconstrucción del compromiso social y con la justicia del Poder Judicial de la Federación con la renovación por voto ciudadano de los miembros de la Suprema Corte, de los magistrados electorales, de los integrantes de un tribunal de disciplina judicial, de los magistrados de circuito y los jueces de distrito, estas reformas constitucionales vigentes tienen alcance y norma para los poderes judiciales de los estados. También la recuperación constitucional, al terreno público, del patrimonio estratégico del país, particularmente el energético. Sólida fortaleza del Estado mexicano.


Investigador
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Mexicali
jza61@colef.mx

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