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Opinión

El último lector | Han Kang, ¿cuestionable Nobel de Literatura 2024?

Por: Rael Salvador

Si nuestro candidato —ese que nos ha robado el alma con su escritura— no recibe el Premio Nobel de Literatura, octubre se convierte en el mes más cruel del año: el de la desilusión.

Lo que desde la mañana de ayer leemos en la prensa parece de una ligereza injustificable: «La academia sueca ha destacado la entrega del Nobel a Han Kang (mujer, surcoreana, 54 años) por su “intensa prosa poética que afronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”»

Uno no es un lector ingenuo, y no se puede tragar, así como así, esta “noticia sensacional” —que más bien parece un otorgamiento “político”, disfrazado de luces literarias—, rebasando a candidatos que uno podría considerar merecedores como Haruki Murakami, Mircea Cătărescu o la poeta Anne Carson… Eso sí, después de dejar cínicamente morir a candidatos de peso: Fernando Pessoa, James Joyce, Nikos Kazantzakis, Paul Celan, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Eduardo Galeano, Milan Kundera, Philip Roth, António Lobo Antunes…   

¿No está de más decir, de nueva cuenta, que al entregar el Premio Nobel a la escritora surcoreana se lo otorgan también a António Lobo Antunes quien, en las recientes décadas, ha mandado en diversas ocasiones al comité a la mierda? 

Si sólo fuese por la justificación que apremia la academia —“intensa prosa poética…”— bien cabría apuntar a autores con probada derrama de cualidades estilísticas en castellano: Manuel Vicent, Leila Guerriero (más que César Aira, esperando su sentencia), Enrique Vila-Matas, Mauricio Wiesenthal, Joan Manuel Serrat, por citar únicamente a autores que circulan en ediciones de fácil acceso local e internacional.

Al escalar el Nobel Literario en lo periodístico (Svetlana Aleksiévich, 2015) y en lo musical (Bob Dylan, 2016), la academia desmemorió cualidades humanas y metafísicas de primer orden y se olvidó —después del obstinado rechazo de Jean-Paul Sartre al “galardón” en 1964— que la filosofía también aporta con creces razonamientos y exactitudes, sensibilidades y poéticas, y que no habría estado nada mal tomar en cuenta, ya que se alude a lo “políticamente geográfico”, las cualidades narrativas, de probado vuelo ético y estético, del filósofo y ensayista —también surcoreano— Byung-Chul Han.  

En el renglón de lo literario ficcional —cocinando verde, yo que no muerdo, mastico o como carne—, la novela de Han Kang, “La vegetariana” que circula desde hace tiempo en países de habla hispana (Rata, 2017, traducida por Sunme Yoon), es la observación precisa, a partir de tres personajes —y una “mujer insulsa”, espoleada por su marido, cuñado y hermana— de las “normas” patriarcales que imperan en Seúl, donde la “carne” —incluida la de perro— y el alcohol son sinónimos de fortaleza capitalista, olvidando el milenario sincretismo de chamanismo y confucianismo, es decir los orígenes, las raíces…

Nos dice Gabi Martínez, prologuista de la “La vegetariana”: “Estamos ante una novela que no sólo cuestiona hábitos y realidades presuntamente intocables, sino que demuestra su endeblez hasta reventar el, en principio, omnipotente sistema”. 

En un franco desafío, no exclusivamente corporal, Kang aplica en su cotidianidad la fertilidad del arte y el refinamiento espiritual, y a partir de su distinción literaria —esa “intensa prosa poética” de la que habla el “comité de las decisiones”— se entrega a sus lectores traducida ya en 30 idiomas, siendo ganadora del nada irrelevante Booker Internacional 2016 y ahora del indespreciable —nos todos juegan a ser Sartre— Premio Nobel de Literatura 2024.

Han Kang, estilista del relato corto —de una economía verbal, endiabladamente silenciosa— es autora también de la novela “La clase de griego”, de la que existe traducción al español (obra que data del 2011 en su lengua original y que Random House hace circular en 2023). 

¿Qué me queda por decir? ¡Enhorabuena!

raelart@hotmail.com

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