El despojo geográfico de los wixárikas
A principios de los pasados años 90, el entonces gobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri, quien respiraba todavía el nacionalismo revolucionario que antaño le dio tal empuje a México, dispuso la creación de sendas comisiones que estudiarían la confusión que apuntaba a trifulca de los límites de dicha entidad con Nayarit y Colima, y tocó a este servidor de ustedes formar parte de ambas. La razón fue que 15 años atrás había publicado en el INAH un modesto libro titulado Historia de las divisiones territoriales de Jalisco, y al menos podía acreditar antecedentes que coadyuvaran a que las autoridades correspondientes pudieran emitir un juicio justo.
Pero fue el caso que al parecer no existen las autoridades del caso: la Suprema Corte derivó el tema al Senado y éste pagó con la misma moneda y regresó el tema al Supremo Tribunal… En el ínterin, el gobernador Cosío se vio obligado a renunciar por obra y gracia de la antipatía que despertó a Salinas de Gortari la vocación federalista del gobernador y tener, al menos en Jalisco, muchas más simpatías que el Señor Presidente.
Es justo recordar que los asertos históricos fueron plenamente respaldados por acuciosos estudios de geógrafos de la Universidad de Guadalajara, antropólogos del INAH y viejos conocedores del terreno que guardaban incluso en la memoria cuando, a principios de los años 40, el delegado de Camotlán fue visitado por rurales
de Nayarit, quienes le quitaron el sello que acreditaba la pertenencia al municipio de Bolaños, Jalisco, y le dieron otro que lo adscribía a La Yesca, Nayarit.
El hombre no dejó de escribirle al gobernador Marcelino García Barragán denunciando el atraco, pero no hubo reacción alguna. En honor a la verdad, no sabemos si la carta llegó… pero el resultado es que no hubo reacción alguna por el hecho, a pesar de que supuestamente los gobernadores de ambos habían declarado anteriormente que arreglarían las diferencias.
A la caída de Cosío en 1992, el tema también se dejó caer en el olvido, pues, para empezar, el sucesor percibió que el tema
no era políticoy se hizo disimulado… Mucha gente nos decía que la discusión carecía de importancia, pues terrenohabía mucho…
Vale decir que, años después, hubo un tímido intento de los gobiernos del PAN, que tampoco llegó a ninguna parte. El caso es que los terrenos aquellos que pasaron a la brava a Nayarit, siguen ahí.
Treinta años más tarde, un valeroso contingente de pobladores wixárikas de las cercanías de San Andrés Cohamiata y San Sebastián Teponahuaxtlán han caminado los casi 900 kilómetros que los separan de la Ciudad de México para llamar la atención sobre su problema, que se cimenta justamente la apropiación indebida de Nayarit de terrenos que legalmente habían pertenecido hasta fines de los años 30 al estado de Jalisco.
¿Cuál es la razón del daño? Que en esas latitudes lo que está en Jalisco es tierra comunal y lo que está en Nayarit es propiedad privada. Dicho de otra manera, es cierto que la tierra arrebatada a Jalisco a éste le afecta poco, pero a los indígenas de aquellas tierras a la vera del río Bolaños los despoja de lo que es suyo.
Los elementos que demuestran lo dicho están disponibles… Incluso, se han publicado en varios libros de la autoría del suscrito, pero las autoridades habidas en Jalisco desde fines del milenio pasado se han hecho ojo de hormiga
.
Finalmente, alguna autoridad los ha tomado en cuenta: quedo agradecido con López Obrador, con el deseo de hacerlo más cuando logre que se vuelva al punto de partida anterior al latrocinio.