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Opinión

El camino por delante. Del pasado hacia el futuro

Por: Tsukasa Hirota / La Jornada

Han pasado unos seis meses desde que llegué a México procedente de Roma. En ese periodo, tuve muchas oportunidades de ver el fresco de Tsunenaga Hasekura en el Palazzo del Quirinale (Palacio Presidencial) de la República Italiana.

Tsunenaga Hasekura fue el embajador de una misión del siglo XVII que recorrió todo el Pacífico en busca de relaciones comerciales entre Japón, México y el mundo católico. Desembarcó en Acapulco en 1614 y recibió una cálida acogida en México antes de cruzar el Atlántico hacia Roma. En aquella época, México ofreció a Japón un “camino” hacia una nueva sociedad.

Una cálida acogida y un camino hacia Japón. Ejemplos de ello se siguieron viendo en años posteriores. México reconoció los pasos de Japón hacia la modernización y concluyó el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Japón y México en 1888. Fue el primer tratado de México con un país asiático y el primer tratado de igualdad para Japón con un país no asiático.

En 1897 llegaron a México los primeros inmigrantes japoneses a América Latina. Sus descendientes, que ahora son unos 80 mil, han sido un vínculo entre los dos países desde el siglo XIX y han estado con México desde entonces.

Más de un siglo después de que ambos países firmaran su primer tratado, los lazos entre Japón y México se han convertido en una importante asociación de respeto y aprendizaje mutuos. En 2004 Japón firmó su primer Acuerdo de Asociación Económica completo con México. Como resultado, ahora hay unas mil 500 empresas japonesas que operan en México.

Junto con sus colegas mexicanos, fabrican productos “hechos en México” de alta calidad para la región de América del Norte y América Latina. México también contribuye a la seguridad alimentaria de Japón suministrando carne de cerdo y de res, que son importantes fuentes de proteínas. Alimentos antes no tan familiares en Japón, como el mango y el aguacate, también han llegado a las cocinas japonesas gracias a México.

Estos profundos lazos entre ambos países no se limitan al ámbito económico: durante su visita a Sudamérica en mayo, el primer ministro Fumio Kishida pronunció un discurso en Sao Paulo titulado “Allanar el camino hacia la dignidad humana junto a América Latina y el Caribe”.

En este discurso, el primer ministro Kishida hizo un llamamiento para trabajar juntos no sólo en la economía, sino también en cuestiones para un mundo pacífico y estable, el cambio climático, la salud internacional, la desigualdad y la pobreza, con el fin de seguir defendiendo la dignidad humana, que está en el centro de nuestros antiguos y sólidos lazos. Esto incluye cuestiones humanitarias como la migración y la protección de la mujer. No sólo el gobierno japonés colabora, las empresas japonesas también contribuirán a eliminar la desigualdad y la pobreza creando nuevas industrias y empleo estable y de calidad.

De esta manera, espero que ahora comprendan que existe un camino entre Japón y México que conduce del pasado al futuro. Por último, me gustaría presentarles una colección más de poesía japonesa sobre el tema de los caminos.

¿Conocen qué es un haiku, el poema más corto del mundo? El fundador del haiku fue el poeta del siglo XVII Matsuo Basho, pero fue el gran poeta mexicano Octavio Paz quien tradujo por primera vez al español la colección de poemas de Basho, “Sendas de Oku”. Eikichi Hayashiya, el diplomático japonés quien laboraba en aquel entonces en la embajada de Japón en México, también participó estrechamente en el proceso de traducción.

Colaborando juntos, allanaron el camino para un nuevo “sendero” en el intercambio cultural.

Existen muchos caminos entre Japón y México. Siguiendo los pasos de aquellos que han construido los lazos entre nuestros dos países, me gustaría crear tantos caminos como sea posible con mis amigos mexicanos y caminar juntos hacia el futuro.

* Encargado de Negocios a.i. de la embajada de Japón en México

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