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Opinión

Ejércitos privados, mal mundial

Por: Editorial La Jornada

Por: Editorial La Jornada

Las insólitas revelaciones del presidente ruso, Vladimir Putin, de que el Estado ruso “asumía por completo el costo del grupo Wagner”, el cual entre mayo de 2022 y mayo de 2023 recibió del gobierno cerca de mil millones de dólares, aunados a otros 800 millones por suministrarle alimentos al ejército, obligan a poner en una nueva perspectiva la insurrección protagonizada por el propietario de dicho grupo mercenario, Yevgueni Prigozhin, el pasado fin de semana; como se recordará, el magnate retiró a sus efectivos del territorio ucranio, tomó la ciudad rusa de Róstov del Don y ordenó un avance hacia Moscú que fue neutralizado vía una negociación en la que el presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, fungió de mediador.

La declaración es impactante, en primer lugar porque evidencia la ambigüedad del propio Putin respecto al grupo Wagner: si el viernes pasado, cuando brotó la rebelión, amenazaba con “acciones durísimas” a quienes propinaron “una puñalada por la espalda” a su gobierno, ayer expresó su “respeto a los combatientes y comandantes de ese grupo porque dieron muestras de valentía y heroísmo”. Como se sabe, el mandatario ruso impulsó, desde sus tiempos de funcionario en la alcaldía petersburguesa, la meteórica carrera empresarial de Prigozhin, y ya como presidente siguió auspiciando sus negocios, que se ampliaron del servicio de banquetes a los servicios de seguridad.

Por otra parte, lo dicho ayer por el hombre fuerte del Kremlin expone en toda su crudeza la abdicación del gobierno ruso a un principio basal de los estados modernos: el monopolio de la violencia legítima. Ciertamente, este principio ha sido progresivamente minado por los procesos de privatización de las funciones públicas y que han llegado hasta los servicios de seguridad y las fuerzas armadas.

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