¿Dónde quedó la COP26? | Musa Verde / Horacio de la Cueva
Cuando a finales del año pasado cerró la COP26 (conferencia de las partes) sobre las acciones sobre cambio climático que 197 gobiernos debería haber surgido el parteaguas del siglo xxi que nos lleve al xxii con optimismo y asegurando un futuro sustentable. Patricia Espinoza la secretaria de la convención declaró que la COP26 sería la oportunidad para transformar “la economía del siglo xxi de forma limpia, verde, saludable, justa y más resiliente”. El fracaso principal de la COP26 fue que tanto la China como la India se expresaron contra dejar de usar carbono como combustible y quitar los subsidios a otros combustibles.El resultado fue una resolución menos fuerte de la óptima. No todo está perdido. Se prometió más dinero a los países más pobres, para combatir el cambio climático..
En la COP26 México tuvo la segunda delegación más pequeña de Latinoamérica. En la reunión, el país no se sumó a la declaración contra el carbono ni adquirió más compromisos climáticos, tampoco cambió o mejoró sus metas climáticas.
A pesar de objeciones con pocos fundamentos científicos, la principal causa del cambio climático es el efecto invernadero generado por CO2, derivado de la quema de combustibles fósiles, y por el metano (CH4), proveniente de la digestión de las vacas y de los arrozales. El CO2 es el primer producto de desecho de nuestra economía basada en la quema de combustibles fósiles para generación, producción y transporte de bienes.
El que México no se haya adherido completamente a las resoluciones de la COP26 tiene sentido dentro de la política energética de la 4T. El gobierno considera que fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en la generación de energía principalmente con carbono y combustôleo (¿y gas natural?) y apoyar a Petróleos Mexicanos (PEMEX) en la extracción de petróleo y su refinado para gasolinas es la forma de garantizar la soberanía nacional y crear empleos. La otra consecuencia poco hablada de este refuerzo es garantizar un flujo de efectivo para la Hacienda mexicana y a disposición del ejecutivo.
Esta política no tiene sentido si lo que buscamos para todos es un futuro limpio y sustentable en el que no necesitamos generar gases con efecto invernadero, alimentar burocracias anquilosadas y donde la ganancia es el bienestar común y la pecuniaria es consecuencia, no un fin.
Tal vez la 4T considera qué hay que aprovechar estos recursos no renovables hasta que se acaben y usarlos para mejorar la economía de las familias mexicanas. Tal vez cree que subsidiar los costos de los energéticos cumple la misma meta. Tal vez supone que Iberdrola y otras industrias extranjeras de energías sustentables y fósiles sólo quieren sacar provecho de los recursos y los consumidores mexicanos. Tal vez cree que CFE y PEMEX no deben tener competencia porque las distrae se sus tareas de servicio y caja chica.
Independientemente de cuáles sean los planes de la 4T para la CFE y PEMEX, este gobierno tiene responsabilidades ambientales hacia sus ciudadanos y el resto del planeta surgidos de los Acuerdos de París.
También, como han venido a recordarnos el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar y John Kerry el enviado especial del presidente Joe Biden del mismo país, tenemos responsabilidades adquiridas en el TMEC, gusten o no a la 4T, para abrir nuestros mercados energéticos. No le doy la razón total a los Estados Unidos siempre negocia para ganar, impulsar sus industrias e ideología al costo de otros pueblos, pero no podemos gastar nuestra austeridad en controversias comerciales.
A pesar de la opinión y la política de la 4T, debemos impulsar la energía no sólo sustentable, como les gustaría a las grandes generadoras de energía central que dominan nuestra economía, sino también generada de forma descentralizada.
Debemos, como ciudadanos responsables, buscar alternativas de energía descentralizada de las bien conocidas: paneles solares y generadores de viento caseros. Además debe existir transporte público eficiente, cómodo, seguro, puntual e impulsado por motores eléctricos —pudiera ser aceptable una transición con vehículos de gas natural—, que reduzcan la atracción por transporte privado que utiliza de manera poco efectiva grandes cantidades de combustible, metales y plásticos para transportar a poco más de una persona por vehículo.
El futuro que se plasmó en la COP26, los acuerdos de París y el Protocolo de Kioto, sin olvidar la Cumbre de Río de Janeiro (cuna del concepto de sustentabilidad) es el único futuro que debemos perseguir.