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Opinión

Donde cruzan las brujas | Por amor a … / Meritxell Calderón Vargas

Por: Meritxell Calderón Vargas

Es el mes del amor y el feminicidio en Baja California; ojalá se planearan más encuentros amorosos con resultados positivos que relaciones de pareja que llevan a la muerte de una de las dos personas involucradas. Cuántos colchones de moteles han sido rellenados con cadáveres de mujeres, cuánta sangre ha bañado las camas y las cocinas de los hogares donde pocos años o meses antes estas parejas se aventaban besos y piropos y ahora se avientan ollas con aceite, la plancha todavía conectada y hasta cuchillos. 

En Baja California tenemos una Alerta de Género lo que significa que todas las autoridades encargadas de proteger nuestra seguridad y tranquilidad en temas relacionados con la desaparición de mujeres, a los feminicidios y a la violencia misógina deben contar con todas las herramientas teóricas, los recursos humanos y materiales para darnos esta protección. Lo anterior se ha convertido en todo México en una forma más de simular que se tiene la intención de no permitir más asesinatos de mujeres, pero da como resultado lo contrario.

Muchas mujeres son acusadas por la sociedad de «livianas» o «andarse buscando problemas» al vivir sus vidas con libertad y sin pedir permiso a nadie para andar por el mundo sonriendo a quienes ellas quieran y con la ropa tan corta como les dé la gana. Otras mujeres que viven bajo el yugo de una relación de sometimiento con una pareja que les hace vivir cada minuto de sus vidas con temor y sintiéndose poco valiosas, a ellas se les califica de «tontas» por no salir de esa relación. Hay quienes han construido su vida para no tener hijos o hijas, nosotras también somos calificadas como “malas mujeres” por no cumplir con lo que suponen que es el destino de todas nosotras: nacer, crecer, parir y morir.

Las películas de la época de oro en México sentaron muchas de las bases con las que todavía calificamos a mujeres y a hombres, estas formas de ver y esperar el comportamiento de las demás personas se llaman “roles de género”, o sea, lo que la sociedad espera de las personas de acuerdo al sexo que nos asignan al nacer.  De las mujeres esperan que mágicamente sepamos cocinar, cuidar bebés, limpiar la casa, hacer el mandado y hasta conseguir marido. De los hombres se espera que sean fuertes, proveedores, sementales y guías, todo esto, sin quejarse o quebrarse. 

Las religiones son también una vara para medir el comportamiento que no es sancionable por la ley, aunque hay leyes que hacen que los pecados también sean delitos. Hay actitudes que no nos pueden castigar con prisión o multa a las y los ciudadanos, como: no manejar bonito, no saludar a tu vecina, comer en tu cama, subir los zapatos sucios al sofá y otras actitudes que probablemente muchas de las que nos toca limpiar la casa nos gustaría que se pudieran sancionar al menos con una multa, pero nada de esto tiene sustento legal para castigarse por la fuerza pública. Las acciones que sí son sancionables como asesinar a tu vecina, atropellar a alguien, estamparle una patada en la cara tu compañero de trabajo o robar, esas sí, merecen desde una sanción económica hasta la privativa de la libertad, o sea, que puedes terminar en la cárcel.

Las religiones, en especial la católica, han diseñado formas de limitar el comportamiento de sus feligreses desde lo más externo – trato al prójimo- hasta lo más interno – tener malos pensamientos-. Las mujeres católicas cargamos con un juez interno que es la culpa y deber ser; se nos dice que debemos ser sumisas y virtuosas de la cintura para abajo, que debemos ser amables, pero no calientes, felices pero no exageradas, dadas de sí mismas pero no demasiado. La religión católica sí tiene que ver con la cantidad de feminicidios que vemos en medios y en nuestro propio entorno por esta doble y hasta triple moral con la que nos tratan a las mujeres desde niñas. 

El obispo finado de Baja California, José Isidro Guerrero Macias, durante años luchó porque las mujeres que vivimos aquí, suframos de esta doble moral disfrazada de “buenas costumbres” diciéndonos cada domingo que las mujeres no debemos abortar porque es pecado mortal, que las mujeres aunque vivamos una violación sexual debemos parir el producto de la violación, la mujer que más sufrió el señalamiento del obispo fue Paulina Ramírez, a quien, junto con el entonces Procurador del Estado, retuvieron ilegalmente a la niña Paulina para evitar que interrumpiera su embarazo y logrando detener el ejercicio de sus derechos sexuales de la joven que llevaba todos los requisitos que pide la ley para terminar con la preñez resultado de una violación tumultuaria.  

El mismo obispo que se manifestó contra los matrimonios entre personas del mismo sexo y nos condenó “a las llamas del infierno” a todas las personas que amemos a alguien del mismo sexo por ser pecaminoso y contrario a la “ley natural”, como si existiera tal cosa. Este obispo se pronunció de manera abierta por la candidata del Partido Acción Nacional y pidió el voto para ella alegando que ella sí defendía la vida y la familia. Y todo en nombre del amor, el amor a Dios.

Se va el mes del amor y llega el mes de la lucha por los derechos humanos de las mujeres; hay que ponernos a tono para informarnos y difundir nuestros conocimientos en cuanto a cómo se han logrado algunas de nuestras libertades y cómo se ven amenazadas nuestras libertades que ni siquiera estábamos considerando algunas como el tema de los «vientres de alquiler» o el supuesto borrado de las mujeres de la norma.

Se usa el amor como forma de manipulación y no como una manera de hacernos sentir personas más seguras, más fuertes y felices; hay nuevos modos de amarnos sin restringir, prohibir, necesitar, depender. Ya fue demasiado, no podemos seguir muriendo por amor ni debemos dejarnos aplastar por el “qué dirán” porque ninguna de esas personas o instituciones como las iglesias nos van a ayudar a salir de la depresión o nos van a quitar las ideas suicidas cuando pensemos que no somos valiosas o suficientemente buenas. 

Si es por amor al universo, a alguna deidad o tu familia o tu pareja, asegúrate que sea para sentirte mejor, hay ética en el amor, hay responsabilidad en las relaciones, somos un colectivo humano que poco se dedica a reflexionar y mucho a hacer, vender, comprar; es bueno sentarnos y reflexionar qué amores, religiones y luchas nos son importantes y queremos seguir replicando.

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