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Opinión

Donde cruzan las brujas | ¿Dónde está Nancy?

Por: Meritxell Calderón Vargas

Entró un hombre -de 42 años- a su casa gritando con actitud violenta y un martillo en la mano; buscó a su víctima con la intención de “romperle las rodillas”. Encontró al esposo de 82 años de Nancy que, al parecer, mientras el atacante entraba, el esposo pudo hacer una llamada a los servicios de emergencia dentro del baño, quedó grabado en la llamada el momento en que fue atacado por este tipo gritando “¿Dónde está Nancy?”, lo atacó con un martillo: ambos ahora están bajo cuidados médicos. Su esposo fue víctima de un ataque que iba dirigido a ella, no estaba porque salió a trabajar a Washington, de estar ahí, tal vez no estaría contándolo ahora.

Eso vivió hace unos días la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la mujer más destacada en la política estadounidense, Nancy Pelosi, quien declaró que su esposo sobrevivirá el ataque y que agradece a la respuesta rápida de los servicios de emergencia, los servicios médicos y las personas que oran y piden por su bienestar.

En los próximos días se llevarán a cabo las elecciones intermedias para elegir al Senado y para la gubernatura de 36 Estados de Estados Unidos, parece que está polarizado el terreno y que esta vez se cederán espacios a las y los republicanos. Si lo revisamos desde un punto de vista “desde acá”, del otro lado de la frontera, no parecen tan diferentes una agenda política de la otra, al menos no en el sentido migratorio: son pocas las cárceles o campos de concentración de migrantes, pero se les sigue limitando y obstaculizando el paso a personas que sí cumplen con todos los requisitos para solicitar asilo.

Es importante que podamos ver qué está pasando en términos políticos en el vecino país del norte porque si allá tiembla, acá se siente más feo. También le sucedió a Nancy que estando en su oficina, hace ya casi dos años, entró al Capitolio un grupo de personas armadas de racismo, gases, armas largas, misoginia y mucho ímpetu de “ir contra Nancy” algunas personas de los grupos que irrumpieron en este espacio público para prácticamente hacer berrinche porque no ganó Trump y como dijo Nancy “hacer mierda el Capitolio figurativa y literalmente”.

Ese 6 de enero dejó claro que Nancy podía “encargarse” de la democracia en ese país, al menos en el sentido electoral, al menos ese día, no se dejó amedrentar. Corriendo en tacones color beige rosado y un saco que le combinaba con un vestido azul eléctrico y más o menos bien peinada, habló con gobernantes aledaños pidiendo apoyo para poder “rescatar” a las y los empleados y los archivos.

Podemos ver que en muchos sentidos las piernas de Nancy Pelosi sostienen lo que ahora se llama democracia en Estados Unidos, sabemos de la violencia política contra las mujeres y más, contra las mujeres que proponen una agenda a favor de los derechos de las mujeres, al menos, en general.

Sabemos que las mujeres que tratamos de navegar en los mares del poder político nunca vamos a ser “perdonadas” por atrevernos a hacerlo. No quiero decir con esto que el mentado “asalto al Capitolio” tuvo como móvil la violencia machista, pero sí puedo asegurar, que la mayoría de las personas que se movilizaron para protestar por el triunfo electoral de Joe Biden no están a favor de los derechos de las mujeres.

En México, uno de los elementos necesarios para acreditar la violencia política contra las mujeres por razón de género durante una campaña política es que suceda en el marco del ejercicios de los derechos civiles de las mujeres; otro es, que sea perpetrado por “un particular o un grupo de personas” y que sea de tipo: simbólico, verbal, patrimonial, económico, físico, sexual y/o psicológico; los últimos dos elementos son que las acciones perpetradas tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el ejercicio de los derechos electorales o políticos de las mujeres y que se base en elementos de género, es decir: que se dirige a una mujer por el hecho de ser mujer, o , que tiene un impacto diferenciado en las mujeres y/o que afecta desproporcionalmente a las mujeres.

La próxima semana en Estado Unidos hay elecciones, es innegable que los ataques a Nancy Pelosi, su familia y su patrimonio han puesto en riesgo su integridad y han sido cometidos por el hecho de que es mujer y porque es demócrata, hasta donde puede. Simbólicamente ha sido vejada, su casa, su equilibrio emocional y su familia también se vieron afectados por los actos que se han realizado en los últimos años en contra de Nancy Pelosi a partir de un sector muy especifico y ya señalado de la población norteamericana.

La violencia política en razón de género contra las mujeres es un problema social que se sigue normalizando en todos los espacios, en la política las líderes de los partidos siguen movilizando y pocas llegan a espacios de poder; en el trabajo nos siguen queriendo pagar menos a las mujeres por hacer el mismo trabajo que un hombre; en la academia, las y los docentes ni siquiera manejan un lenguaje incluyente ni se actualizan en temas como género y derechos humanos; en los espacios de poder todavía tenemos que seguir luchando desde el Derecho, la lógica, los medios y las calles los derechos civiles de las mujeres.

Nancy Pelosi, citando pasajes religiosos que ella toma su fuerza de sus creencias, algunas de nosotras tomamos fuerza con estudios, lecturas y foros, otras de nosotras tomamos fuerza física o verbal para defender nuestras posturas y decisiones. Tomemos fuerza de los elementos que nos animen a seguir como salmonas contra la corriente, entendamos que no se podrá seguir adelante queriéndole llamar “democracia” a todo esto sin nosotras. Tal vez preguntarnos ¿Qué haría Nancy?, puede ser una forma de empezar.

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