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Opinión

Despertar en la IV república / José Agustín Ortiz Pinchetti

Por: José Agustín Ortiz Pinchetti / La Jornada


Ciudad de México, de enero.- El próximo mes me empeñaré en otro curso sobre historia de las instituciones de México. En esta ocasión me voy a ceñir a los tramos de historia contemporánea, es decir, a partir del derrumbe del porfiriato y hasta nuestros días. La sustancia que voy a analizar junto con mis asesores y alumnos es: ¿por qué la herencia autoritaria ha sido tan poderosa en México y a qué se debe que empiece a ser sustituida por una nueva tradición democrática?

He pensado que la presencia monumental de don Porfirio impactó tanto a los caudillos y jefes revolucionarios que introyectaron su imagen e intentaron convertirse en líderes autoritarios, porque eso era lo que habían vivido como referencia política. Álvaro Obregón declaró: el único defecto del general Díaz fue haber envejecido. Entonces, el talante autoritario no sólo venía de la antigua raíz colonial del absolutismo o del despotismo, sino de una fuente mucho más cercana.

El presidente Plutarco Elías Calles fue autor de la idea de un partido único que aglutinara las decenas o centenares de grupos y de partidos presentes en toda la República y que evitara las divisiones, a veces sangrientas, de los revolucionarios. Ésta funcionó, primero durante el maximato, y después, durante el gobierno de Cárdenas, dio lugar a una Presidencia todopoderosa, que fue encontrando resistencias cada vez mayores, en lo que Cosío llamó los grupos opresores.

La aportación de Cárdenas fue decisiva. No sólo acabó con un poder tras el trono y consolidó el del presidente, sino que cuando llegó el turno cedió el mando sin reservas a su sucesor, y se replegó a tareas que eran de utilidad para el país, pero que de ninguna manera significarían un maximato. Este ejemplo fue repetido por todos los presidentes que dejaron gobernar a sus sucesores.

Se sabe que algunos presidentes tuvieron la idea romántica de relegirse, pero el partido y la clase política se los impidió, y el sistema funcionó con un estilo centralista y muy autoritario, que tuvo episodios de represión brutales que ocultó el control de los medios de comunicación. El país se pacificó y la política se estabilizó durante siete u ocho décadas. ¡Asombroso!, tomando en cuenta la inestabilidad y los conflictos violentos que mantuvieron en vilo al país hasta 1929. Compartiré mis reflexiones sobre este tema en las próximas entregas.

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